«Guerrilla y narco, con vínculos»: Graco Ramírez

Los bustos y las pinturas de Zapata abundan en la residencia del gobierno morelense. En una pared cuelga una vitrina con muñe-quitos en cerámica de los presidentes de México, desde Guadalupe Victoria hasta Enrique Peña Nieto.
Graco Ramírez aparece la tarde del jueves con saco azul marino y chaleco café. “¡Es mentira que Cuernavaca es la ciudad de la eterna primavera!”, exclama. El gobernador de Morelos tiene frío, pero dice que no tiene miedo a los criminales.
En sus palabras, rondan “narcoestado”,“narcopolítica” y “narcoguerrilla”, para describir lo que pasa en Morelos, en Guerrero y en algunas zonas del país.
Sentado en un pequeño sillón, ubicado a un lado del teléfono rojo que lo conecta con la Presidencia, narra que el crimen intentó pactar con su gobierno, que dos emisarios.
Uno de ellos personaje de la política, lo abordaron para plantearle que los dejara operar en el territorio, a cambio de no tocar a la ciudadanía. Ramírez dice que se lo comunicó al secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong. “Y le informé quienes eran, sobre todo uno que es una figura importante en la vida política. Le dije: pues, este señor vino a plantearme esto, no puede ser, qué es esto”.
El perredista se reserva el nombre del político. Después, comienza la narrativa de que recibió un “narcoestado”, una suerte de gobiernos del crimen que han cruzado las administraciones del priísta Jorge Carrillo Olea y los panistas Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame. Tiene la certeza de que la delincuencia no distingue colores partidistas, se ha metido en todos.
Graco, como le dicen, hace una larga lista de los jefes policiacos del estado ligados a las mafias, pero principalmente de los capos que alguna vez vivieron o hicieron de Morelos su lugar de estancia temporal o permanente: Amado Carrillo, Joaquín El Cha-po Guzmán, Juan José Es-parragoza El Azul, y los Beltrán Leyva.
“Hay incautadas residencias de Beltrán Leyva, de El H, El Grande, La Barbie y El Azul. Entonces, en todo este proceso, al llegar al gobierno me encuentro una situación en la que tenemos 700 mandos de policía, una policía muy maltratada.
Muy mal pagada, aparentemente los indicadores de seguridad, secuestro, delito del fuero común, a la baja. Había pasado un periodo, después de la muerte de Beltrán Leyva, de ejecutados por todas partes. Hoy nos explicamos que es la pugna por la plaza entre «Los Rojos» y «Guerreros Unidos», que son las dos vertientes que se heredan el feudo de Beltrán Leyva, tanto en Guerrero, parte de Michoacán, Estado de México y Morelos”.
¿Narcoestado en Morelos?
—Empecé a certificar a los mandos, a revisar cómo estaban, a llamarlos en acuerdo con el Cisen y acordamos una ruta para certificarlos porque teníamos sospechas de que estaba pasando algo. El 90% de los mandos no pasó el examen de control de confianza, unos ni siquiera se presentaron. Cuando me percato de la gravedad del tema, que los secuestros están a su máximo en noviembre y diciembre (2013), empieza una acción política coordinada con ellos de marchas y aparecen actores políticos demandando seguridad y estableciendo la demanda de mi salida por la inseguridad.
“En ese periodo, por diversas personas recibo mensajes de que me debo reunir con no sé si conRojos o Guerreros, no queda claro porque no lo permito, soy tajante con los interlocutores que vienen a plantearme el tema. Me encuentro en un restaurante a uno de ellos; otro aparece en una celebración de un cumpleaños de una persona y otro igual me aborda comiendo en un restaurante y a la hora que me paro se me acerca, los conozco —el secretario de Gobernación tiene los nombres y yo me los reservo—, y entonces me plantean que yo debo platicar, que el problema del secuestro y de los delitos de orden común se van a parar, si yo acepto acuerdo con ellos, que los deje trabajar. Uno me amenaza casi tácitamente y me dice son 300 personas armadas, muy bien armadas. Dije: ‘yo no tengo nada que ver con eso y no voy a aceptar nada, ni me plantees el tema ni sé de qué me hablas, con permiso’”.
De las paredes del despacho en la residencia de la calle de Chimalacatlán cuelga un machete enfundado, regalo de los “compañeros”de Ayala. En la pared de enfrente, hay una foto de Graco con el presidente francés François Hollande, tomada en abril pasado en Palacio Nacional.
Infiltrados por el crimen. Ramírez construye el relato del cambio de tuerca de la seguridad en el estado con la integración de una nueva policía, el establecimiento del mando único y la contratación de Jesús Alberto Capella: “Al nombrarlo, en el diagnóstico, nos damos cuenta que 14 mandos están totalmente involucrados, coludidos, llevamos a proceso a dos de ellos y a un expresidente municipal. Pero cuando nos damos cuenta que estamos en una situación terrible, entendemos el secuestro: las bandas que empezaban a robarse llantas de vehículos, no por el valor sino como un golpe a la clase media y a funcionarios de gobierno, muy mediáticos, y la exigencia de la renuncia por grupos que tienen vínculos con Carrillo Olea, incluso el jefe de prensa de Carrillo Olea, ahora es diputado del PRI (Matías Nazario), descubrimos que él financiaba las marchas.
“De febrero a la fecha, nombrando los mandos, puedes ver perfectamente cómo bajamos los índices de secuestro. Creamos también la Unidad Antisecuestros, no existía, había cuatro personas. Tuvimos que capacitar, enviar a la policía a Colombia, a El Salvador y mandar al FBI a otros a capacitarse y empezamos nuestra unidad. Con esfuerzos financieros también hicimos tres cuarteles, empecé la construcción del C5. Empezamos un modelo de reclutamiento con mandos únicos en los municipios, nos costó mucho trabajo, hubo mucha resistencia de los presidentes municipales; fuimos demostrando la red de vínculos de los policías (con el crimen)”.
¿El mismo modelo de Iguala?
—De todos, todos son iguales, son los mismos. Nosotros detuvimos con mucha suerte al jefe de los Guerreros Unidos en 2013. Desde el primer día me reunía diario con el Ejército, Cisen, policía estatal y la Fiscalía. Y entonces empezamos a ver la red de vínculos y comandantes de la Fiscalía y policías, y el que estaba en la Policía en Cuernavaca, que ahora lo conservan como asesor, tiene mucha fuerza. “Te digo entonces cuál es mi conclusión: me entregaron un narcoestado, como lo es Guerrero. Toda esto son las realidades de los narcoestados y hay franjas enteras del Estado de México y Michoacán. La Familia Michoacana era dueña de la seguridad de ese estado y la penetración es evidente. Aquí estábamos igual, la diferencia es que nosotros hemos actuamos con un modelo, con una decisión y una voluntad de enfrentarlos y quitarles el mando de policías”.
¿El narcoestado viene de varios colores partidistas, desde Carrillo Olea hasta Adame?
—No es privativo de partidos. Te puedo asegurar que incluso aquí la mayoría de municipios que tenemos hoy día o los más importantes son de origen perredista y lo digo con responsabilidad, no importa el color, porque algunos de ellos incluso, están, estaban, en una circunstancia de no querer dar el paso aunque eran de mi partido. Somos compañeros de un partido, somos parte de un proyecto, cómo es posible, no había manera, hasta que les entregamos toda la información, hasta que se las fui señalando puntualmente: tu policía, tu comandante no está acreditado, no pasa el examen de confianza, no se presenta. Y al presidente municipal de Cuernavaca, que es del PRI, también le dije: si en 24 horas no cambiamos esto, yo veo al secretario de Gobernación para que te pidan que nos entregues el mando, porque este personaje lo tenemos identificado claramente, tenemos antecedentes, el señor tiene una situación patrimonial, tiene ranchos, tiene esto, ¿pues cómo es posible que sea secretario de Seguridad?
“Ellos me armaron aquel asalto, en un restaurante aquí, con cascos (de motociclistas) que entraron a asaltar un restaurante que tenía video y lo viralizaron como una campaña. Eran policías, dimos con ellos con los servicios de inteligencia que estaban en Temixco, los teléfonos de los que asaltaron y empezamos a construirlos y eran policías de Temixco y algunos de Cuernavaca, que hicieron todo este montaje para generarnos la crisis y aumentarnos la presión”.
¿Era la idea, generar una crisis?
—Crearnos una crisis para demostrar que no podíamos y obligarnos a la negociación.
¿El narcoestado se mezcla con la narcopolítica?
Sí, lo que pasa es que el narcotráfico ha penetrado de tal manera que ahorita hay dos jueces, que hablé con la presidenta del Tribunal, porque detuvimos al jefe de la plaza en Cuautla, le decían La Guajolota, que era dueño de la policía en Cuautla. El que lo denunció apareció muerto al día siguiente en la puerta de su casa, para que no ratificara. Dos jueces acaban de plantear su liberación de uno de los procesos, vamos a recurrir con un magistrado… esa es la penetración en jueces. Tenemos dos o tres diputados con antecedentes, uno de ellos es claro, es el sobrino El Carrete, que se está pidiendo el desafuero y los diputados están amenazados, no quieren proceder.
“A esa situación hemos llegado, donde la penetración o es por plata o por amenaza de plomo y es lo que tenemos que romper, con una voluntad política clara de que hay que limpiar esto y con otra visión que tengo que es el paradigma del narcotráfico, que es acabar con ese tema de la mariguana como delito”.
El despacho del gobernador es pequeño, de piso de duela. A espaldas del escritorio hay un librero, ocupado en parte por la Enciclopedia Británica. Al otro extremo, cuelga el escudo del Estado, trazado por las manos de Diego Rivera, que debajo de una estrella lleva la frase de“Tierra y Libertad”.
¿Iguala nos pone en la realidad, el tema de seguridad estaba soterrado?
—Sí, pero además debo decirte otra cosa más: Iguala y Cocula, Cocula es del PRI e Iguala del PRD, nos da una cosa, no son improvisados, saben lo que están haciendo, ya tienen mucho tiempo en esto, ya han adquirido una experiencia pues manejan mucho dinero, se han ido sofisticando. El haber hecho esta acción contra los muchachos de Ayotzinapa, que no tengo claro cuál es el destino, pero lo que sí observo es que hay un acto criminal de por medio, es tocar una tecla de una franja tratándose Ayotzinapa que tiene que ver con los grupos guerrilleros que estaban adormecidos. Esto es lo que estoy observando y he ido comprobando, y estos colocaron al gobierno contra la pared en lugar de que el gobierno pudiera colocar a los delincuentes contra la pared. Ahora los perseguidos son el Estado en su conjunto, claro, la crisis te pone al desnudo la profundidad de la descomposición de la policía y autoridades.
“Pero la otra parte es que estamos viendo ahora toda una estrategia insurreccional, donde el tema es la salida de (Enrique) Peña Nieto como solución política. Las tomas de carreteras, las tomas de radiodifusoras y ahora clarísimamente la estrategia de que no haya elecciones en Guerrero, más claro no puede estar, va en ascenso la estrategia y estas son las acciones que ya el narcotráfico metió al escenario…”.
¿Es lo que se llama la revolución blanda?
—No hay tiros pero va a ver tiros. Sí va a haber tiros porque esos tienen armas. Los narcos van a empezar a generar —y es un fenómeno que estudié, siempre he estado muy atento a esto por la realidad que vivíamos aquí en Morelos y por las luchas que encabezaba— y debo decirte que ese fenómeno es el que vive la guerrilla en Colombia, hay un sector de la guerrilla que ya se confunde con el narco para sobrevivir.
“Aquí se está generando este vínculo, evidentemente, o es por la acción de los policías delincuentes y de los delincuentes incorporando este elemento Ayotzinapa al escenario o por deliberada decisión o por casualidad, no creo en las casualidades, pongamos en las dos, el resultado es el mismo: metes a un sector y a una franja que tiene otra visión de la lucha política y que se siente agraviado, que se siente golpeado con toda razón, pero empieza en un país donde hemos caminado en la lucha por la democracia y el voto, se empieza a generar una especie de visión insurreccional y las redes han sido muy importantes en este sentido, no acuso a las redes, pero en ellas se observa perfectamente que hay una narrativa y todo un discurso de la insurrección política, la revolución blanda. Te aseguro que si no cambiamos la estrategia en un año vamos a enfrentar guerrilla urbana en muchas partes del país”.
¿Cuál sería la estrategia?
—La estrategia es muy clara, lograr la verdad de todo esto, esclarecer los vínculos de políticos no importa el partido que sea para que se acaben esos vínculos; y segundo, generar un debate serio y muy responsable, estamos apenas a tiempo para cambiar el paradigma del narcotráfico planteando la legalización de la mariguana, y ahí aíslas a un sector muy importante, generas una economía formal que existe informalmente.
Estado de Guerra. Graco golpea el dedo índice sobre la rodilla y suelta:
“100 mil muertos, esa cifra en 10 años significa un país en estado de guerra, un país en crisis, y eso es muy grave, 30 mil, 40 mil desaparecidos, cómo paramos esto; con los mismos paradigmas vamos a afrontar el tema, policía en 32 estados, se acaban las policías municipales, que los gobernadores demos la cara, gobernador que se vea que no asuma su responsabilidad, ese está metido, o no realiza su tarea”.
¿Qué responsabilidad tiene la clase política?
—La penetración es transversal, se asocia a corrupción y actos delictivos. Vamos actuar, en primer lugar, a salvar el proceso legal y constitucional de las elecciones en 2015, ya se empezó a observar que los ciudadanos castigan y premian, ya se empieza a señalar que ya hay una recomposición del electorado, de la voluntad de voto, hay quienes ganaron, quienes han perdido preferencias.
¿Y el PRD está en crisis?
—Los veo burocratizados, como una inercia, como si esto fuera una cosa más, ésta es una crisis más profunda que tenemos en el país, en el respeto de la política como ética, y la izquierda tiene doblemente un compromiso más en este tipo de temas.
“Creo que el partido tiene que asumir sus responsabilidades en el término de revisar la conducta de los grupos, de las corrientes, que se ha convertido en una red de intereses mutuos, tú me das y yo te doy (…) Tengo una gran confianza en Carlos Navarrete, lo veo muy agobiado porque está rodeado de sus propios compañeros que no lo dejan ocupar la dirección.
Reconoce el impacto del caso Iguala. “Claro y haber consentido que este personaje (el ex edil José Luis Abarca) haya sido candidato, por cierto muy cercano a Lázaro Mazón, no lo digo para quitarnos el golpe, ese personaje fue una gente muy ligada a Lázaro Mazón. Él peleó y contó con el apoyo de (Andrés Manuel) López Obrador. Y algunos de los actores de Nueva Izquierda fueron ahí a la pepena para buscar aliados para su lucha interna en Guerrero.