La tortura en Estados Unidos es una forma cultural; se ha usado desde siempre, y aunque periódicamente recibe condenas de organismos internacionales, su aplicación a grupos étnicos minoritarios –en lo interno—o de grupos nacionales que consideran enemigos ha sido “mejorada” con técnicas modernas.
Lo han dicho con claridad como para que lo entienda el resto del mundo: Estados Unidos no combatirá la tortura a cargo de sus agentes, pero hará lo necesario para impedirla en las naciones que están bajo su control. Seguirá condenando a México en un típico mirar la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio, sería la lectura.
La tortura en Estados Unidos es una forma cultural; se ha usado desde siempre, y aunque periódicamente recibe condenas de organismos internacionales, su aplicación a grupos étnicos minoritarios –en lo interno—o de grupos nacionales que consideran enemigos ha sido “mejorada” con técnicas modernas.
Casos paradigmáticos, los campos de concentración en Guantánamo, Cuba, y los de Oriente Medio donde con gran cinismo mostraban las torturas cuya responsabilidad trataron de evadir atribuyéndoselas a “contratistas”.
De las historias célebres de torturadores, está la de Dan Mitrione, un italiano nacido en 1920, agente del FBI, muerto en Uruguay en 1970 en la etapa de la rebelión tupamara. El presidente José Mujica bien pudo hablar sobre este personaje, enviado como entrenador a distintos países, especialmente a Brasil y Uruguay, donde creó toda una escuela y varias generaciones de torturadores.
Mitrione, según el jefe de la oficina del New York Times en Saigón, fue enviado a Brasil “a enseñar a la policía técnicas de tortura con electroshocks, de manera que los detenidos no murieran en el proceso. Bajo dirección de Mitrione el programa de seguridad pública de Estados Unidos introdujo en Uruguay un sistema de tarjetas de identificación nacional, como en Brasil, y la tortura se volvió una rutina para la policía en Montevideo”.
De la filosofía personal de Mitrione: la ciencia de la tortura es provocar el dolor exacto en el lugar exacto en la cantidad exacta para obtener el resultado exacto.
Conocido como padre ejemplar, esposo leal y de costumbres religiosas arraigadas, no tenía objeción para utilizar el sótano de su residencia como aula donde reunía a sus pupilos para mostrarles las variadas formas de sacrificio, cursos a los que concurrían agentes de distintos países.
En versión confirmada después de su muerte se supo que Mitrione usaba a gente de la calle, la que tras sufrir toda suerte de actos de violencia era ejecutada o arrojada a la vía púbica donde moría a consecuencia de sus lesiones.
En la etapa de Mitrione en Brasil se formaron los escuadrones de la muerte, conformados por policías en retiro y agentes de la milicia entrenados para torturar y desaparecer personas. Las víctimas de estos asesinos eran niños de la calle que asesinaban en los portales de las principales avenidas de Río.
Apuntes de los alumnos de Mitrione: Las clases comienzan con anatomía y descripción del funcionamiento del sistema nervioso humano; psicología del prófugo y psicología del detenido, profilaxis social (entendida como desaparición física de los detenidos).
Como sujetos de las primeras pruebas se dispuso de tres pordioseros conocidos en Uruguay como bichicomes, así como de una mujer de la zona fronteriza con Brasil. No hubo interrogatorio, sino demostración de los efectos de diversos voltajes en el cuerpo humano… Los cuatro murieron.
Lo que ocurría era repulsivo; le daba un aire de particular horror la fría eficiencia de Mitrione; su vocación docente, su atención a los detalles, lo exacto de sus movimientos, el aseo e higiene que exigía a todos, tal si estuvieran en una sala de cirugía de un hospital.
Hasta aquí una fracción de la historia de otro de los “mártires” de la democracia, creador de minucioso plan de estudios, instructor calificado… la tortura como forma cultural.