El swing es un suplente que se sabe todos los personajes de una obra. Entra a escena cuando alguien falta o se accidenta
Son los artistas mejor preparados de toda la compañía pero su trabajo es discreto y poco reconocido. En ellos, la frase «la función debe continuar» toma su verdadera dimensión y en cada función son los ángeles de la guarda que salen al rescate cuando algo sale mal: son los actores y bailarines swing.
«Son héroes, gente que merece el reconocimiento tanto del público como de los productores. Que las personas sepan que hay otros (actores) abajo, trabajando para que el show funcione, para que corra, eso es muy importante», declaró Erika Hau, swing del musical Hoy no me puedo levantar.
Es que la labor de un suplente no es sencilla porque el salir a sustituir a alguien del elenco cuando la obra ya está corriendo (en cuestión de un par de minutos e incluso segundos) requiere algo más que buena memoria, como lo explica Erika.
«Porque es la persona que se sabe todos los tracks, es decir, todos los bailes, canciones, y textos de todas las personas de la obra; es un trabajo tan pesado y a veces con elencos tan grandes, que se necesitan 2 ó 3 por compañía».
Como sucede en la producción de Wicked, donde Edén Pintos y Raymundo Montoya, forman parte del equipo de seis swings, que están presentes en cada función, aunque sea sólo en la banca. «Un swing es un comodín, una gran produccion no puede permitirse el hecho de que por un accicdente, porque un actor esté enfermo o por un indicente en la funcion, se tenga que parar o suspender o que quede un hueco en una coreografía. El swing es actor, cantante, bailarín», cuenta Pintos.
«Por eso nos toca muchas veces simplemente estar en banca, observando como transcurre la funcion y entrar en el momento en que algo suceda, es un trabajo pesado, lleno de adrenalina, creo que tienes que tener como cierto temperamento y carácter para poderlo hacer», señaló Edén.
Los tres explicaron que durante los ensayos nadie se acerca a trabajar con ellos, por lo que tienen que estar atentos a las indicaciones que les dan a los titulares y apuntarlas en algo que llaman «La Biblia», que es su libreto donde anotan los trazos escénicos de cada personaje que les toca cubrir. Y que cada uno de ellos desarrolla un método para hacerlo.
«Con la tecnología y el video es mucho mas fácil, ya te ahorras mucho trabajo de estar anotando durante todas las funciones y todos los ensayos; pero a mí me tocó donde no tenías esto tan a la mano, era así como hacer anotaciones y dibujitos, cada quien se las ingeneaba como podía», comentó Raymundo quien ya tiene mucha experiencia como swing en obras como La línea del coro.
Pero quien está viviendo por primera vez esta función, y con ello debuta en los escenarios, es Juan Pablo Ruiz, recién egresado de la carrera de Comedia Musical del Centro Cultural Virginia Fábregas, y swing en el musical Godspell, donde cubría a tres actores, incluyendo a Óscar Schwebel uno de los protagonistas del montaje.
«Eso fue un reto bastante difícil porque estamos hablando de alguien que ha pasado toda su vida en el escenario, su energía va mas allá de lo que cualquier otra persona podría hacer en escena. Soy buen actor, buen cantante y se me hacía muy complicado poder llenar sus zapatos».