«Iguala, una alerta para América»: Insulza

Para José Miguel Insulza, México enfrenta un recrudecimiento de la criminalidad, y aunque hechos como los ocurridos en Guerrero no son nuevos, resulta preocupante el nivel de barbarie que se alcanzó —en alusión a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa—, por lo que reconoce que el caso es “una llamada de atención” para toda América Latina sobre la necesidad de enfrentar a las redes del crimen organizado.

El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) señala además que las políticas contra el crimen organizado y el consumo de las drogas no han funcionado en México ni en América Latina en los últimos 50 años, lo que hace necesario concebir y combatir el problema desde otra óptica, por lo que se pronuncia por despenalizar el consumo de la mariguana y verlo como un problema de salud pública que permitiría aliviar la presión sobre los cuerpos policiales, judiciales y penales, ya que podrán concentrarse en el combate de otras drogas prohibidas.

En entrevista con un Diario de circulación nacional durante las reuniones del Fondo Monetario Internacional en Santiago de Chile, es evidente que a más de 7 mil kilómetros de distancia tiene conocimiento sobre los problemas de violencia, corrupción e inseguridad pública en México; sin embargo, reconoce que la medida del presidente Enrique Peña Nieto de sustituir a los policías municipales por un nuevo cuerpo de Policía Estatal Única es un paso acertado.

Según el experto, las policías municipales, principalmente aquellas que se encuentran en los territorios más pequeños del país, suelen ser parte del juego de los poderes locales con mucha facilidad, razón por la cual una policía a escala estatal permitirá una mayor preparación contra incidentes relacionados con la inseguridad y el narcotráfico.

Pese al momento delicado por el que atraviesa el país, Insulza asegura que México tiene un Estado fuerte, con instituciones fuertes y sólidas, aun cuando hay algunos que no lo aceptan.

También palomea la aprobación de las reformas estructurales, pues en conjunto podrán generar un mayor crecimiento económico y desarrollo, beneficiando a su población.

En ese sentido, destaca que la reforma educativa abriría la posibilidad de elevar la calidad de la enseñanza, un aspecto que permitirá abonar hacia un país menos desigual.

Respecto a los temas justicia y seguridad pública, ¿qué me puede decir, qué evolución observó la región. Fueron de la mano con los años de bonanza económica?

—En materia de criminalidad diría que la situación es estable dentro de su gravedad y de cómo lo vive México, por ejemplo, donde hay un recrudecimiento del problema. Ahí tenemos las cifras de la delincuencia que aunque han disminuido algunos indicadores siguen mostrando altas tasas, lo que muestra que no ha cambiado lo fundamental, esperamos que debido a ello y como sugerencia de la OEA y de otros organismos, estos asuntos sean procesados en el tiempo.

Lo que sí es que hemos llegado a la conclusión de que en la región, lo que es las políticas en materia contra el narco de los últimos 50 años, no han funcionado. Sería irracional seguir haciendo lo mismo, aunque lo mismo se haga mejor. Es necesario concebir el tema de la droga de una manera distinta

¿Este recrudecimiento en México no les preocupa?

—Lo de México no es una situación enteramente nueva. Ya habíamos visto fenómenos parecidos a los que recién ocurrieron en Guerrero, lo que sí es de preocupar y la razón por la que tomó una mayor magnitud es por el nivel de barbarie que alcanzó. Esto es una llamada de atención para que todo el continente, en lo que se refiere a temas de criminalidad y de las redes del crimen organizado, sepan que no pueden dejarlos pasar a un lado.

¿Y en todo este panorama, para la OEA no se hace urgente entonces reformar y reforzar el Estado de derecho mexicano, buscar la recuperación de las instituciones que permitan transitar hacia una mayor estabilidad y paz en el país?

—Hay que entender que este gobierno tenía un programa muy fuerte y muy consistente, y de pronto se le ha sacado de su centro. Lo que ha pasado a México ha sido muy tremendo, sobre todo para la opinión pública. Pero esto evidentemente será un punto que ahora hará urgente que el Presidente plantee la necesidad de fortalecer el Estado de derecho. Eso sí, hay que decirlo con toda certeza, México es un Estado fuerte que requiere reformas importantes, pero es un Estado fuerte que controla gran parte del territorio y hay gobernabilidad, donde además hay instituciones judiciales, parlamentarias y presidenciales muy fuertes y muy sólidas. Hay mucho más vigencia de un Estado de derecho en México de lo que algunos aceptan.

¿Será que países como los de América Latina estarán condenados a padecer este problema por la alta desigualdad que hoy los orilla a buscar alternativas ilegales para de alguna manera subsistir?

—El problema de la desigualdad es en todos los planos, no se trata de un asunto de cuánto gana uno y cuánto gana otro. En América Latina en general hay un tremendo problema en el acceso de servicios públicos de calidad. Siempre ha existido la salud pública y la privada, la educación pública y la privada, pero nunca la diferencia había sido tan pronunciada. Es muy evidente que en la mayoría de los países hay problemas en el tema de la policía, sobre todo en algunos municipios pequeños donde no es profesional, están mal entrenadas y son corruptas y eso es un riesgo.

Me enteré con asombro que algunos protestan por la intervención de la policía municipal en México. Lo que queda evidente es que en un pueblo pequeño con una policía pequeña y sin ninguna protección está expuesta a la corrupción o a la presión física, por ello yo soy de los que insisten en policías nacionales y estatales, cuerpos lo suficientemente grandes como para tener una disciplina interna, una gran y mayor organización y una certeza de que no serán corrompidas de la manera en la que sí lo son las municipales.

¿Entonces le pareció acertada la decisión del gobierno mexicano de reformar el sistema de justicia y seguridad sustituyendo a las policías municipales por una Policía Única Estatal?

—Sí, estoy totalmente de acuerdo. Porque con todo respeto yo he dicho que las policías municipales las entendería en ciudades grandes, pero en pueblos pequeños terminan por ser parte del juego de los poderes locales con mucha facilidad.

¿Qué otros desafíos se tienen que poner en la mesa para combatir efectivamente este fenómeno de la violencia y la delincuencia?

—Lo que hay que hacer es disminuir las magnitudes numéricas y poblacionales, es decir, dejar de estar persiguiendo a cada persona porque se fumó un cigarrillo en la esquina. Eso permite concentrarse en lo que es importante que son los grandes clanes y el lavado de dinero. Eso es lo que hay que combatir, pero combatirlo más en el lado de la masificación de la droga. Hay que fortalecer mucho la lucha contra el lavado de dinero y contra todos los aspectos financieros del narco que es lo que les permite mantenerse operando. Porque hay que decirlo con toda claridad, aunque se ha hecho mucho contra el lavado de dinero, aún nos falta mucho por hacer.

Usted mencionó que estos problemas relacionados con la droga hay que abordarlos de otra manera. Dadas las condiciones que observamos en México, ¿cuál es esa forma?

—Tenemos muy poca gente en la cárcel del crimen organizado y demasiada gente que está relacionada con el tráfico al menudeo o con el consumo de la droga. En América Latina hay alrededor de 3 millones 700 mil presos, de los cuales, 40% están por droga y la mayor parte de ellos no son grandes narcotraficantes ni lavadores de dinero, sólo son las piezas chicas de un engranaje más grande y que terminan siendo más víctimas de la falta de inclusión social. Por eso considero que ese enfoque es el que debemos cambiar. Soy partidario de usar penas alternativas para aliviar la situación de gente que es reclutada para la criminalidad dentro de la cárcel.

¿Qué penas alternativas?

—Por ejemplo, hay tribunales de droga que son los que asignan penas distintas a los reos sin necesidad de mandarlos a la cárcel. Son delincuentes comunes, pequeños traficantes, primerizos y gente que es consumidora y por la ilegalidad del producto están ahí. A estos últimos, por ejemplo, yo diría que más que verlos como unos delincuentes tenemos que considerarlos como parte de una enfermedad, por lo tanto no hay que mandarlos a la cárcel. Definitivamente tenemos que pensar en despenalizar el consumo, pero ojo, no estoy diciendo que despenalicemos el tráfico, sino el consumo y darle tratamiento a esa gente que se ha instalado en las drogas no ofreciéndoles como una alternativa la cárcel.

En ese sentido yo sí opinaría sobre la despenalización del consumo de la mariguana, que si bien es una parte importante del tráfico, yo sin ser un especialista en temas de salud considero que al igual que el alcohol y el tabaco, esta droga está en el mismo nivel de daño y por lo tanto no veo mucha razón para que uno sea ilegal y otro no.

¿Y en la experiencia de quienes han legalizado el consumo de la mariguana, usted considera que dado en el entorno de México esta sugerencia tenga beneficios?

—Yo no digo que tendría beneficios, pero tampoco pienso que tendría más perjuicios. No creo que si despenalizamos la mariguana la gente demande menos o que haya más gente que la fume por el hecho de que sea legal, pero esta droga se consume desde hace muchos años y nunca ha sido un problema de nada. Considero que si se despenaliza el consumo de la mariguana aliviaría más la presión hacia los cuerpos policiales, judiciales y penales, para que éstos se concentren en aquellas drogas que sí siguen siendo prohibidas.

¿Analistas en México consideran que la inseguridad es uno de los posibles factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico del país. Para usted el tema del crimen organizado y el tráfico de drogas han sido un lastre para el desarrollo y prosperidad?

—Sí, pero el narcotráfico no es todo el crimen organizado porque hay otros fenómenos que engloban esta red de mafias como puede ser la trata de personas, el tráfico de órganos y otros más donde también hay grandes organizaciones. Pero lo que sí hay que decir es que en materia de drogas un problema muy importante es que sí mueve grandes cantidades de dinero, financia muchos recursos porque es una operación que cuesta muy poco producir, pero que deja grandes ganancias su comercialización y por ende ahí su riesgo. El problema es que en este tema se financian muchas operaciones y de toda índole.

¿Cuál es el balance de 2014 y las acciones que se emprendieron desde la OEA?

—El panorama de la región durante este año ya marcó un rumbo muy distinto al que observamos la década anterior. Hay que recordar que en los pasados 10 años tuvimos un crecimiento económico impetuoso que facilitó combatir varios de los pendientes y los históricos de la región, como la pobreza extrema, la desigualdad. Al mismo tiempo, observamos que los sistemas políticos se tornaron más estables.

El único factor de excepción en esta dinámica positiva de América Latina fue en el tema de la criminalidad, donde observamos que el problema, de acuerdo con distintos indicadores, aún matiza desafíos y rezagos.

Ahora, lo que hay que entender es que el año que está por terminar fue un periodo de transición donde la economía estadounidense crece y seguirá en esa ruta, lo cual va a favorecer a los países del norte, mientras que las naciones del sur registrarán una aceleración más lenta porque en contra tienen los precios de las materias primas que ya no tendrán el dinamismo de la década anterior. Esto es probable que provoque una situación política más inestable, aunque no preocupante, pero algo más inestable en la medida en que las personas que salieron de la pobreza en la década anterior y los que ya estaban en sectores medios van a exigir y van a hacer mayores demandas sobre el sistema político mayor.

El secretario general de la OEA también abordó en tema de las elecciones en la región. “La mayor parte de los países ya realizaron, así que ya se dieron los reemplazos en los gobiernos, así que tendremos una situación relativamente estable, aunque no descartamos una que otra convulsión por las crecientes demandas que economías con lento dinamismo no podrán satisfacer a sus habitantes.