Fiesta y devoción en el día de la Virgen de Guadalupe

La comunidad mariana, dentro y fuera de la Basíica de Guadalupe, lucha contra las bajas temperaturas, mientras se prepara para la misa de las 10 de la noche y las mañanitas que se ofrecerán, a partir de las 11, a la Morenita del Tepeyac.
La humedad ambiente hace que el frío cale en los huesos, por debajo de guantes, de abrigos, de cobijas, de mañanitas y llaman al consumo de café y atole, tan sólo para calentarse las manos; pero también se antojan los humeantes tacos, los tamales y otros antojitos que esparcen su olor esta noche invernal.
Llenos, demandados están los puestos que se han colocado desde temprano en el atrio de la Basílica. Han llegado los músicos, los mariachis con sus trajes de charro. Arden en el interior del templo las ceras de las veladoras que se consumen prácticamente a los pies de la Virgen de Guadalupe; junto con el olor de la cera, el aroma fresco de las flores.
Un grupo de feligresas participa en el rezo del rosario. La letanía se escucha, afuera, como un rumor que se debilita y opaca con las ofertas de los comerciantes; pulsan los jóvenes las cuerdas de sus guitarras entre las quejas de los penitentes que llegan de rodillas al altar mariano, luego de avanzar penosamente a lo largo de más de dos kilómetros de la calzada de adoquines irregulares.
Desde temprano, los coheteros han colocado la pólvora. Están listos para incendiar el cielo con luces multicolores, estallidos que competirán con el tañer de las campanas en vuelo de esa basílica guadalupana que albergara al mismísimo Padre de la Independencia, don Miguel Hidalgo y Costilla.
Tañen ya las campanas convocando a la misa; en oleadas friolentas se mueve la gente llevando consigo imágenes de todos tamaños de la Guadalupana, ramos de flores, ofrendas de reconocimiento, rosarios perfumados…
Una feligresa-penitente, de bronce, atestigua la fiesta, arro-dillada, con un rosario en la mano; luces escénicas iluminan el tempo, desde la base hasta las altas torres. También destacan las llamaradas azules y rojas de las torretas de los autos policíacos y los mensajes que se intercambian en las radios de banda civil.
Salen ya del templo los cánticos guadalupanos. Está por concluir la ceremonia euca-rística. La comunidad mariana prepara la garganta para las mañanitas a María de Guadalupe, a la morenita del Tepeyac, a la Emperatriz de México.
Afinan los músicos sus instrumentos.
—Buenos días, Paloma Blanca/hoy te vengo a saludar,/saludando a tu belleza/en tu reino celestial. Eres madre del Creador/que a mi corazón encanta/gracias te doy con amor/ ¡Buenos días, Paloma Blanca!/Niña linda, niña santa/Quiero tu nombre alabar/porque sois tan sacrosanta/hoy te vengo a saludar (…)
—Que linda está la mañana/del aroma de las flores/recibe suaves colores/antes de romper el alba/M i pecho cómo se ufana/gracias te da madre mía/antes de romper el alba./Cielo azul yo te convido/en este dichoso día/a que prestes tu hermosura/a las flores de María./Madre mía de Guadalupe/dame ya tu bendición/recibe estas mañanitas/de mi humilde corazón.
Los cánticos guadalupanos se multiplican y se van entretejiendo con canciones vernáculas, mezclando las tradiciones originarias y europeas, como ilustra el Huey Tonantzin: Desde el cielo una hermosa mañana/la guada-lupana, la guadalupana/la guadalupana bajó al Tepeyac/suplicante juntaba sus manos/ y eran mexicanos/y eran mexicanos su porte y su faz…
Atruenan en el cielo cohetes y campanas. Se ha llenado el templo con rosas de castilla, con flores sencillas que los guadalupanos han dispuesto a los pies de la Virgen Morena.
Hoy, arribarán los últimos peregrinos-penitentes, en cumplimiento de sus mandas, con sus peticiones de intercesión; este mediodía los tres arzobispos potosinos encabezarán la solemne eucaristía y transmitirán el mensaje especial que el Papa Francisco, el papa latinoamericano enviará a México y a los mexicanos desde el altar de la Basílica de San Pedro donde, por primera vez en la historia, se ofrecerá homenaje a la Emperatriz de México y América, en estas horas de crisis y dolor.

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