«Ayotzinapa es un hito por mostrar a victimarios»: Osorno

Si el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), logró hacer visibles a las víctimas de la violencia en México, el caso Ayotzinapa hará visibles a los victimarios, a los responsables y autores materiales, dijo hoy el periodista y escritor me-xicano Diego Osorno.
«Es un paso adelante, el Movimiento por la Paz nos mostró a las víctimas, conmovió al país, pero lo que está pasando alrededor de los padres de Ayotzinapa es que estamos viendo ahora a los victimarios y ahí, no es ternura lo que hay o empatía o condolencia, es más bien rabia y co-raje», apuntó.
Unos sentimientos que marcarán «un antes y después» para la sociedad civil mexicana, pues los padres están llamados a convertirse «en una especie de símbolo, como lo fueron en su momento las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina», dijo.
La desaparición de los 43 estudiantes de una escuela para maestros de Ayotzinapa el 26 de septiembre pasado en Iguala, en el sureño estado de Guerrero, a manos de policías corruptos y criminales ha generado numerosas movilizaciones dentro y fuera del país para exigir el regreso a casa de los jóvenes.
Esto, dijo el escritor, podría producir un cambio en México, que «no depende del presidente», sino de la sociedad y de la capacidad que tenga de organizarse, más allá de la indignación.
Osorno presenta estos días en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara su último libro, Contra Estados Unidos, una crónica sobre su viaje con la caravana por la paz que realizó a este país el MPJD encabezado por el poeta Javier Sicilia.
Tras la muerte violenta de su hijo en marzo de 2011, el poeta dejó de escribir y fundó el MPJD, que ha recorrido el país de norte a sur y de este a oeste en caravanas para llevar las historias de las víctimas, los familiares de desaparecidos que no encuentran consuelo a su pena por parte de las autoridades, y sí indiferencia y desprecio.
Una de esas caravanas se realizó por territorio estadounidense y es el objeto de este libro, que también buscaba mostrar «la correspon-sabilidad de Estados Unidos con la actual crisis de derechos humanos en México».
Para Osorno, Sicilia es un «personaje» que «suena como inventado», un poeta que va liderando esta caravana «en que la mayoría son personas muy humildes, campesinos, costureros, obreros, gente muy pobre», alguien que «invoca cosas como la ética, la dignidad, que no están en la política que vemos en México».
Tras el surgimiento del movimiento, Osorno sintió que «el país por primera vez de manera más o menos general empieza a reflexionar acerca de la situación que se está viviendo en este conflicto con el narco».
Y es ahí cuando aparecen «las historias de las víctimas», «los rostros».

Hasta entonces, la narrativa era que «lo que pasaba, la culpa era de los cárteles de la droga y los que morían eran narcos», pero después los familiares de las víctimas comenzaron a hacerse más visibles que nunca y es ahí cuando «se vio la oportunidad de poder plantear todo el dolor que tienen, la falta de justicia».

En su viaje por EE.UU., Osorno convivió con las víctimas y sufrió el impacto de historias como la de una costurera de Michoacán que tiene 4 hijos desaparecidos, una señora de más de 60 años «que hizo el viaje de más de un mes, que dormía en el piso de las iglesias donde nos quedábamos, acostada en las cartulinas con la fotografías de sus hijos».

Y también conoció las «cosas que hay detrás de cada una de estas historias», como «el deterioro mental que van teniendo los familiares de estos desaparecidos, la falta de un duelo, el problema económico, es realmente un calvario que están sufriendo muchas familias».

«Yo terminé muy destrozado, sintiendo, como muchos de ellos, que no había valido la pena porque tuvo muy poca repercusión en Estados Unidos» y porque casi todas las víctimas siguen sin aparecer o sus familiares «siguen sin tener justicia por la muerte de sus seres queridos», contó.

Sin embargo, Osorno se vio ante la necesidad intensa de contar estas historias, de dar voz a los ignorados, de «darle sentido» a este viaje, de «dejar un testimonio» de las largas horas de recorrido pidiendo justicia.