El Casino Stic de San Luis Potosí, inmueble con valor artístico, cultural, histórico y social: UASLP

Cada día es más frecuente la destrucción de edificios con valor histórico-arquitectónico y que continúan en uso, construidos en la ciudad de San Luis Potosí, del periodo  del movimiento moderno, que en México va de los años treinta a los sesenta y en algunos casos particulares de los setenta del siglo XX.

Destacaron lo anterior en un comunicado Anuar Kasis Ariceaga Director de la Facultad del Hábitat de la UASLP, Jesús Villar Rubio catedrático Universitario y Alejandro Galván Arellano Catedrático Universitario.

En San Luis Potosí, la modernidad coincidió justamente con ese periodo de desarrollo. A pesar de la poca presencia de arquitectos en esos años, los ingenieros civiles realizaron trabajos importantes de proyecto y obra en los sectores que representaban los nuevos desarrollos de esta ciudad, asegura el comunicado.

Menciona que es importante señalar que estas obras contaban con excelentes características arquitectónicas, realizadas en las tendencias y corrientes de arquitectura no solo nacionales sino del mundo, para realizar obra que fuera acorde a la época.

El inicio del siglo XXI ha traído a San Luis Potosí nuevos modos de concebir la vida y el uso del espacio y la ciudad. Tales el caso de la re-densificación de ciertos sectores, la mayor concentración de la población en zonas ya existentes, la repoblación de otras que habían sido de baja intensidad o que habían perdido la posibilidad de ser habitadas, la sustitución sobre todo de edificios por otros de nuevos usos y funciones que se adaptan a la dinámica y la vida de la sociedad actual.

Todo esto es razonable y en cierta medida conveniente de ser considerado, ya que tanto los constructores, pero sobre todo las autoridades de una ciudad deben de vigilar el correcto uso del espacio y el orden que ha de prevalecer en la ciudad que no es el privativo sino el corporativo que pertenece a todos. Pero hay asuntos que no se habían previsto y que son motivo de preocupación de las instituciones que cuidan el patrimonio común:

*         El espacio público y la calidad de vida que ofrece a la sociedad en general.
*         La calidad del espacio de la ciudad.
*         El orden urbano y la calidad de obras, espacios y elementos de la ciudad.
*         El cuidado de las obras de características arquitectónicas destacadas, por época, por estilo, por autor, por la presencia en la ciudad y lo que aporta a la misma, por la representatividad de un periodo y de una memoria colectiva entre otras razones.
*         El disfrute y la memoria colectiva de los ciudadanos.
El cuidado y preservación de obras de valor en la ciudad ha sido escaso por autoridades de la ciudad y el estado, así como de los propietarios de las obras, ya que ni unos ni otros han dado el valor que tienen las edificaciones.

Las autoridades permiten que sea el propietario quien intervenga, modifique, ajuste e incluso desaparezca el bien inmueble, sin prohibición alguna, que no sean las normas de construcción que son duras y llanas. Los propietarios buscan el mayor provecho posible de su propiedad y anteponen intereses eminentemente económicos a cualquier otro, desatendiendo los aspectos históricos, artísticos, culturales, sociales, etc. Si esto no lo cuidan las autoridades ni tampoco los propietarios, las obras en sí mismas están en indefensión.

Como en México no existe una entidad que se encargue de proteger la obra arquitectónica patrimonial que sea de una edad menor a cien años, como sí tienen protección las obras históricas de mayor edad protegidas por el INAH, toda la obra arquitectónica del siglo XX, de buena o mala calidad, está a la disposición de las reglas del mercado y de la oferta y demanda de espacios y servicios, con algunas contadas excepciones a nivel nacional.

Al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), compete el cuidado y protección de las obras de este periodo, con sus correspondientes dependencias en todos los estados del país. En San Luis no existe un responsable de ésta institución, ni se han organizado para realizar y aprobar los documentos que protejan la buena arquitectura del siglo XX.

Ante esta carencia, todos los días del año las ciudades de México pierden algo de su patrimonio y sustituyen unas obras por otras, sin ser las nuevas mejores que las previas, arquitectónica, artística, cultural, histórica o socialmente. Más bien tienen condiciones que responden estrictamente a la necesidad inmediata de la sociedad y del propietario en lo económico, por no decir que a las cuestionables tendencias y modas que llevan a realizar obras con caducidad limitada, en el lugar de las obras de alta calidad que estaban ahí.

Este sentido de sustitución de las obras materiales y la consecuente degradación de las condiciones de la ciudad, deja ver que nos incorporamos del modo más fácil a un espíritu de la época que no se preocupa por otro valor que no sea el del dinero, y que la única preocupación hoy en día es lo inmediato, ni el pasado, ni el futuro de nuestro patrimonio importan.

En San Luis Potosí como en muchas ciudades esto sucede cada vez más, casas grandes e importantes se demuelen para hacer aparecer ahí mismo conjuntos de departamentos o de locales comerciales, restaurantes o cualquier otro tipo de local rentable o vendible. Las obras se pierden y no quedan vestigios que testimonien el pasado y aseguren la memoria de los potosinos.

La comunidad académica de la Facultad del Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí expresa su indignación ante este suceso y el del próximo derribo del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (Stic) anunciado en un periódico local.

Este emblemático edificio, aparte de haber sido sede del sindicato de la industria del cine y ser un magnífico ejemplo de la arquitectura moderna potosina, guarda la memoria de la sociedad potosina; aparte de su función administrativa y sindical, en sus espacios se llevaron a cabo, bailes inmemorables, lucha libre, bodas, quince años y eventos sociales que forman parte de la vida y memoria colectiva local.

Su edificio construido entre 1950 y 1955, obra del ingeniero José Flavio Madrigal es una obra en la que se muestra el trabajo de la estructura del concreto armado, aporte de este ingeniero a la ciudad, quien innovó con este tipo de construcciones así como en las estructuras laminares como las del Templo de Morales y del Hogar del Niño.
Su valor arquitectónico y aportación local ameritan su conservación y en el mejor de sus casos su reutilización, pero no la demolición. Son recursos edificados que pueden ser susceptibles de aprovecharse.

Como profesionistas de la arquitectura, recomendamos que se haga un análisis exhaustivo para su  reutilización. Con creatividad y visión puede adaptarse a nuevos usos la arquitectura como esta, que son verdaderos ejemplos de lo que en San Luis se ha diseñado y construido bien.

En otro momento ya se había hecho notar el derribo de la casa del propio ingeniero Flavio Madrigal de la calle Valentín Gama, que dejó su lugar a un cajón metálico sin ningún valor arquitectónico, propiedad ahora de una empresa vendedora de autos.

Así otras obras de mucho valor han dejado su lugar a negocios como restaurantes, sucursales bancarias, establecimientos para lavado de autos, conjuntos de locales comerciales, edificios de oficinas, todo esto sólo en la calle principal de nuestra ciudad, donde pareciera que no importan los usos y destinos del suelo y menos aún la imagen histórica, prácticamente desaparecida ya, de la ciudad de todos.

Igual ha sucedido con la antigua terminal de autobuses de la ciudad y muchas otras obras de valor en otros puntos de la ciudad, incluidas algunas que aun siendo protegidas por el INAH por su edad, han sido demolidas o alteradas, cuando en todo caso es posible y viable la reutilización para los nuevos destinos, de lo cual también hay excelentes ejemplos en nuestro país.

¿Qué podemos esperar de aquello que sustituya al Casino STIC?
Cualquier edificación, excepto que tenga el valor artístico, cultural, histórico y social que todavía hoy tiene este edificio.