El Chavo Peña, Kiko Videgaray, Barriga Osorio

Como anillo al dedo del grupo en el poder cayó la noticia de la muerte de uno de los genios? del Olimpo televisivo, el
tristemente célebre Chespirito, ideólogo de la derecha panista y, claro del «Canal de las Estrellas», famoso por su humor putre, lelo ,retardatario, socialmente nefasto.
Considerado, junto con Chabelo y Capulina, uno de los tres reyes del entretenimiento de la «televisión para los jodidos» (la que toda su vida han producido El Tigre Azcárraga y su descendiente), Chespirito fue el «genio» que popularizó los pedestres gags de las telecomedias ñoñas, de barriada, entre países hermanos.
En los círculos del poder empezaron a festejar el deceso antes de tiempo. Pensaron que ?había llegado como caído del cielo para aprovecharlo indiscriminadamente y ayudarlos a escurrir el bulto de los deberes políticos, de una vez por todas.
?Las deterioradas imágenes de todos esos mimos de barrio televisivo, incluyendo al Chavo, al Chapulín y a Chespirito, tienen décadas que, por hartazgo, han sido eliminadas del buen gusto de las teleaudiencias latinoamericanas. ¿Dicen que les gusta? No hay tal. ¡A otro perro con ese hueso! ¡No tienen tan malos gustos allá abajo!
La muerte de Roberto Gómez Bolaños convocó alrededor del catafalco a toda la perrada de managers & publishers desalmados que han lucrado, micrófono y cámaras de por medio, con la ignorancia provocada de los millones de seres que, en su indefensión, sólo cuentan con la «caja idiota» para ?cubrir el escaso tiempo libre.
La muerte de Chespirito fue utilizada por los mandarines televisivos y, de lleno, por los representantes en Los Pinos, como un oportuno distractor –nunca mejor aplicado– para desviar la atención de la opinión pública de los macabros sucesos guerrerenses y de todo el país, hacia un callejón enajenante.
?Tal parece que el afán de los yuppies de la pandilla televisiva por chabacanizar la conciencia del colectivo, no tiene límites. El total de efectivos de la policía capitalina, obligado a vigilar la vialidad de una caravana idiota, que somete a la ruindad del homenaje obligado a los transeúntes.
El mexicano, tratado como sus ancestros de la sociedad enajenada de mitad del siglo pasado. Los cronistas de la empresa, héroes de mil batallas de la manipulación, en su ajo narrativo. «Gran momento para la historia», dijeron. El Chavo desfila ante la masa, inmortalizado en botargas de plastilina.
Luto y verdadera pena… pero por el país. ¿?Con esa masa bastará para acabar con lo que nos queda de él?
EL «GOBIERNO» DE LOS ERRORES
Un freno de mano que ni mandado a hacer para enfrentar el momento crítico en el que se derrumbaban las cotizaciones ?de los precios petroleros y de la moneda nacional a sus niveles más bajos; se disparaba el índice del «riesgo-país»; se desplomaba la bolsa de valores, lo mismo que la estructura de justicia ministerial –¡liberaron a los 11 por falta de pruebas!– y el prestigio político del país; se exhibía en su dimensión adecuada la soberbia del «gobierno» de los errores.
El catalizador indicado había llegado para evadir los momentos en que era evidente el rechazo nacional al decálogo presidencial de medidas impopulares y anticlimáticas; cuando había tocado fondo la sin razón, de los jerarcas prestos a resolver toda crisis con procesos legislativos y más dinero.
Pretexto «al pelo» para justificar la ignorancia jurídica de la Fiscalía, obligada por el miedo al rebote o por alguna negociación inopinada, a liberar de los reclusorios de «alta seguridad» a once bultos acusados primero de terrorismo quienes, en su imparcial opinión, sólo le mentaron la madre a los policías en el Zócalo.
Punto de reposo mediático para aliviar la estupidez de los argumentos de averiguación penal y de los pliegos de consignación que han llevado al fracaso total en los frentes que ha intentado el MP federal durante todo el sexenio. De «El Basuritas» hasta Oceanografía, pasando por las renovadas versiones de “michoacanazos” calderonistas.
FASTOS FUNESTOS, NO FÚNEBRES
Chespirito, El Chavo y El Chapulín Colorado se han convertido en las cabezas de turco elegidas por estos caballeros de la lanza para rendirle al infame comediante unos fastos funestos, en lugar de fúnebres. Todo para quemar incienso al faraón de la pobreza y la burla, al ideólogo de los Azcárraga.
Montados en una blietzkrieg mediática –una tormenta de mensajes y discursos insulsos y paranoicos–, los dueños del país, de la televisión y del «gobierno» inundaron intermitentemente las pantallas caseras y las «galeras» de los medios impresos afine$, concitando a la población a rendir honores desproporcionados a un mamarracho del espectáculo «formador» de la triste conciencia de los chavos empoderados de «a mentiritas».
Una generación de habilitados yuppies sin oficio ni beneficio; sin tarea concreta ni resultados, al enterarse del «magno» deceso, subieron a las redes sociales calificativos denigrantes y desproporcionados, hablando de que «la Nación había perdido a su ícono». Como si acabaran de inventar la idea de la manipulación subliminal. Como si estuviera el horno para bollos.
Reclamando, sospechosamente al mismo tiempo que los mandamases televisivos, envolver al cadáver del cómico bufo en los mantos reservados a los patricios y a los eximios y homenajearlo en el recinto exclusivo del teatro de Bellas Artes. Totalmente deletéreo. Funesto y vil.? Escatológico.
?Mezclando la fiebre panbolera –«también los americanistas lloran»– con el luto soso, se les ocurrió a ambos bandos, hacer al cadáver objeto de culto popular, velándolo en el centro del Estadio Azteca, honor no dispensado a ningún personaje sobresaliente de la Patria o grupo de víctimas de tragedias nacionales.
EL «EDUCADOR» DE LOS «GOBERNANTES»
Ocasión inmejorable , seguramente dedujeron, para que un «gobierno» que multiplica cotidianamente sus errores, dislates y ocurrencias ofensivas, se muestre dolido por la suerte de un solo mexicano, y comprobar con esta «viril» aflicción que son capaces de someter su soberbia ante el sentimiento popular. Ternura pura y dura.Una forma de demostrarle a la gente que no deben desunirnos «pequeñas diferencias» sobre la inseguridad nacional, si somos capaces, «pueblo y gobierno» de rendir culto mortuorio a quien «nos ha educado a todos desde niños». Pero «nos», suena a manada.
Si Chespirito los educó a ellos, ¡ahora entiendo muchas cosas!
¡Lástima que este desbordado homenaje a una de las figuras más ramplonas del ambiente no haya cumplido con el encargo interesado de desviar la atención ?del respetable! ¡Lástima que haya desnudado las infames intenciones de los chavos del poder y de la televisora!
La gente ya se dio cuenta de qué se trata esta historia. Los medios radiofónicos independientes recogieron los justos reclamos de muchos sectores en estado de alerta. Palmo de narices que había tardado tiempo en producirse. Ya era hora.
VIENE UNA MAREJADA DE RECHAZO
Si el deceso de Chespirito, que significó un golpe mortal de la opinión pública a la pretenciosa manipulación que quiso hacer Televisa del acontecimiento, no cumplió con la consigna esperada por los magnates de uno y otro bando, no creo que haya otro de tal «relevancia» informativa que pueda lograrlo de aquí en adelante.
La marejada mediática infructuosa ha marcado un antes y un después en la historia de nuestra desinformada opinión popular. Por primera vez superamos esa barrera de idiotización construida por las capas ?más favorecidas del país para mantenernos en la retaguardia de la conciencia y el conocimiento. No hay mal que por bien no venga.

?En Los Pinos y entre los magnates de la televisora, ¡no contaban con esa clase de astucia! Y ahora, ¿quién podrá salvarlos? Se viene una marejada imparable de rechazo popular de pronóstico reservado y duración indefinida.

Hasta el ideólogo reconocido de las mass media y de la comunicación en la aldea global, Marshall? Mac Luhan, expresó: «los medios de comunicación deben ser para informar, no para formar».

Pero eso no lo saben El Chavo Peña, ni Kiko Videgaray, menos El Señor Barriga Osorio.

«¡Qué bonita vecindad!» ¿A poco no?

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