Cariño por Chespirito a las afueras del Estadio Azteca

Nataly es fan de Chespirito. A sus siete años conoce lo mismo al Chavo del ocho que al Chapulin Colorado. Ayer, en una noche de frío y tristeza, lloró afuera de una zona residencial en la zona turística de Cancún con la ilusión de despedirse de quien creó y encarnó a sus personajes favoritos.
La pequeña se enteró durante la tarde, por las noticias de la televisión, que Chespirito murió en su casa, que tenía 85 años y que en realidad se llamaba Roberto Gómez Bolaños. Y se soltó a llorar.
El dolor de la niña fue compartido por su madre, Ivonne Pérez, quien creció mirando al Chompiras, y al Doctor Chapatin, desde hace 27 años. A Ericka Aguilar, tía de la pequeña, le ocurrió igual y lamentó no haberle entregado una carta que siempre quiso entregarle.
Por eso recorrieron más de 15 kilómetros, del centro de Cancún a la zona hotelera, en donde se ubica la casa del histrión, esperanzados en lograr despedirse de él, “aunque sea espiritualmente”.
Estuvieron dos horas, paradas o sentadas sobre la banqueta, a las puertas del residencial Isla Dorada. Pasaron por alto el inusual frío que se registró en este centro vacacional a la espera de que salieran los familiares o ver la carroza fúnebre pasar y acaso alzar la mano en señal de despedida o hasta pronto.
En realidad, al lugar llegó más prensa que fans. Hasta aquí llegó otra pareja de mujeres. Dos maestras de universidad que se han declarado admiradoras de Gómez Bolaños. Una de ellas, curiosamente, confiesa que no le gustaban sus programas e incluso desaprueba que estos sean vistos por los infantes.
Ocurre que Laura Bretón, quien fue amiga de Graciela Fernández, ex esposa del también director y productor, considera que la comicidad del “Shakespeare mexicano” no es para niños, sino para adultos. Lo reconoce además, como “una mente brillante”.
“A decir verdad no me gustan mucho sus programas. Creo que él nunca escribió para niños. Creo que siempre escribió para adultos. Lo admiro, creo que era una mente brillante, creo que era muy creativo, creo que su doble lenguaje es común entre los mexicanos.
Pero no me gusta El Chavo del 8 cuando hacen la escuelita; siempre se habla de que los niños son tontos o ignorantes. La cosa es que el escribia para adultos”, expresó.

“Chela” Fernández, ex esposa de Chespirito, ya fallecida, fue maestra de espiritualidad de Bretón, quien conoció al cómico cuando la visitaba en el hospital. Lo describe como un hombre serio, generoso, amable, cariñoso y educado. “Muy seguro de sí mismo”, añade.

Junto a Laura, su amiga Verónica Cruz, explica con entusiasmo por qué considera que el cómico era un genio y lamenta la ausencia de más mexicanos en la casa del escritor para rendirle honores.

“Me parece una pena que más mexicanos no estén aquí porque nos representó en todo el mundo. El llevó a todos lados la cultura mexicana”.

Para Verónica, Chespirito trascendió toda barrera de idioma, cultura y edad y afirma que en México, fue un genio incomprendido, “no valorado” en su total dimensión. Ella rescata cómo enseñanza personal, de todos los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños, la capacidad de “hacernos reír de las cosas que vivimos todo el tiempo”, agregó la profesora de psicología clínica y pedagogia.

Esta noche, además de medios locales, han llegado reporteros internacionales. Caterina Barbera y Felipe Molina, periodistas de Megavision, de Chile, se enteraron de la noticia cuando caminaban por el tradicional Mercado 28, en el centro de la ciudad. Vinieron para cubrir un evento en la zona hotelera y apenas conocieron lo ocurrido, se trasladaron a la casa del actor.

“Cuando recibimos la llamada, sentí que la noticia era más importante en Chile que incluso en el propio México. De Chile nos llamaban desesperados, porque como que se había muerto la persona más importante del mundo”.