Seguridad nacional y… ¡las amiguitas!

Apenas llegaron a los cargos públicos, llenaron los espacios con parientes, cuates, compadres, paisanos, recomendados y hasta con “amiguitas”. La atraco-pachucracia copó todos los espacios, sin importarles un bledo si los beneficiarios de los altos salarios y prebendas daban o no el perfil adecuado a los puestos públicos.
Ahí está parte de lo que “se tiene que modificar” porque “no está caminando bien”, cual apenas dijera el jefe del gabinete ¡de seguridad nacional, por Dios! Miguel Ángel Oso… rio Chong.
Los compadres, los cuates, los parientes, los paisanos y ¡las amiguitas!
Y es que, si ya de por sí, el CISEN quedó en manos del paisano Eugenio Imaz, quien de repartidor de embutes pasó a manejar la “inteligencia” –no se ría, por favor– nacional, lo que “no tiene abuelita de Batman” es que la novia y/o “amiguita” de Luis Osorio Chong, hermano de usted ya sabe quién, sea la segunda de a bordo de la Policía Federal, donde oficialmente ocupa el cargo de Secretaria General. La señora responde al nombre de Frida Martínez Zamora.
¿Y sabe usted cuál ha sido el más importante logro de la atractiva doña Frida? Pues haber llevado a la Selección de Futbol a jugar en las instalaciones de la PF. ¡Todo un show mediático! Nada más.
Eso sí, ella solita “maneja” el monstruoso presupuesto de la Policía Federal.
Eso y muchas otras más cosas por el estilo es lo que “se tiene que modificar”. ¡Aunque en ello vaya el sueldo de la cuñada, señor Oso… rio!
No por nada, amén de ciertos pocos medios de aquí, la mayoría de los diarios más influyentes del mundo dan cuenta del lamentable estado de la seguridad pública en México, The Wall Street Journal, The Washington Post, The Economist, The Financial Times, todos ellos y muchos otros más, informan a sus millones de lectores de la pobre actuación del llamado Gabinete de Seguridad y de dos años perdidos bajo una estrategia exclusivamente mediática con la que se trata de disfrazar nuestra desgracia. Estrategia mediática –fallida, además– con la que el “gobierno” federal intenta hacer creer que la delincuencia, los secuestros, los asesinatos, todo, ha descendido. De nada sirve, empero, tal derroche de recursos en ciertos medios. Nadie cree. Porque cada vez más habemos más víctimas, más agraviados, más reclamantes de la falta de autoridad e incluso complicidad de los “gobiernos” con el crimen. Éste sí, organizado.
NEPOTISMO Y PRENSA ROSA
Tiene rato que el problema de seguridad pública escaló a problema de seguridad nacional.
Miguel Ángel Oso.. rio Chong, encargado en jefe de la seguridad interna del país, dice en conferencia con los medios de comunicación, casi implorando, que “no hay que caer en descuidos ante el crimen”, sólo que lo hace dos años después de tomar posesión en el cargo que le fue encomendado. Pareciera que apenas se dio cuenta.
Y, claro, todo ello después de otorgar “en comodato” a amigos, amigochos, paisanos y “amiguitas” las más altas responsabilidades… ¡que no están capacitados para ejercer!
¿Sabrán eso cuates, amigos, amigochos y “amiguitas” que ocupan esos muy rentables cargos que Oso… rio está en el vórtice de una crisis de seguridad nacional –agravada por la corrupción de la que irremisiblemente ellos mismos forman parte– que tiene como orígenes la ineficacia no sólo de las policías municipales y estatales, sobremanera las federales?
No. Seguro no están conscientes de ello. Ni de muchas otras cosas.
Gobernar con sofismas o desde las almibaradas páginas de las revistas rosas o “del corazón”, no les ha dado resultado.
No hay gobernabilidad, no hay “gobierno”, no hay secretario de “Gobernación”, cuando la seguridad pública y también la nacional tampoco existen.
Dejar tareas delicadas en manos de las “amiguitas” de los hermanos… ¡no tiene precio!
Eso es mucho de lo que no camina. Lo que tiene que modificarse, ¿o no?
Y EN IGUALA, INCREDULIDADES
Peor, cuando una seria confrontación entre especialistas forenses ha echado por tierra todas las lanzadas, voladas y «averiguaciones previas» de la PGR. Profesionales de la cremación rechazan la posibilidad de poder deshacer cadáveres a cielo abierto en tan poco tiempo, sin auxilios adecuados. Cierto.
Se reactiva en el país el recelo y la desconfianza proverbial sobre los dichos de las autoridades. Se recuerdan, con insistencia y en frentes variopintos, las versiones históricas sobre la cremación de estudiantes en 1971, cuando el Jueves de Corpus, en hornos fatídicos del Campo Militar de las colinas de Sotelo.
No es posible, argumentan los profesionistas de la incineración más sensatos, que un cuerpo pueda quedar reducido a cenizas en unas cuantas horas, sin procedimientos necrológicos adecuados, que sólo pueden implementarse en hornos cerrados, destinados al efecto.
Lo contrario sería suponer que durante 18 horas, en el basurero de Pueblo Viejo, Cocula, una fumarola de fuego y humo altísimo y olorosísimo, estuviera despidiendo aromas macabros durante ese tiempo y nadie la hubiera detectado, kilómetros a la redonda.
Ello hubiera supuesto rastros de despojos humanos en el lugar, así como daños visibles a la flora y fauna circundante al basurero, saldos que los padres de los masacrados, habituados a esos entornos, no encontraron durante cuarenta días.
¿Será que, acostumbrados a las pláticas del doctor Alfonso Quiroz Cuarón, en sus clases de criminología en la CU de la UNAM, siempre supimos que el primer deber de una autoridad era declarar desaparecido el cuerpo para cumplir la sentencia del derecho romano: «lo que no existe en el expediente, no existe en el mundo»?
Así, sin cuerpo del delito, la autoridad siempre tenía la salida fácil del carpetazo, ahorrador de miles de dolores de cabeza, y garante de la promoción política procesal al avezado. ¿Tan sencillo creyeron que era?
EJÉRCITO: MEJOR NO HABLAR
¿Por eso declara ante diputados el general Secretario que los bizarros guardianes de la Zona Militar 27, en Iguala, fueron engañados y, lo que es peor, chamaqueados, por un triste jefe de la policía preventiva del enano intelectual José Luis Abarca?
¿Hasta dónde quiere llegar, a qué límites de la abyección está llamado el Ejército, para negar que sí fueron omisos, pero nada más tantito, para no poder acudir al auxilio de un grupo humano que era ejecutado en esos momentos? ¿Hasta dónde podemos soportar como pueblo?
¿Es posible creer ésta lindeza? ¿No sería mejor aceptar verdades que todo México comenta, evitarse el ridículo y hacer un ejercicio de identidad con la opinión pública? Si no es ahora, que el país se les deshace entre las manos… ¿cuándo?
Declarar la desaparición de los muchachos en este contexto de evidencias, es lo más parecido a declarar solemnemente la incapacidad del Estado para poder encontrarlos. ¿Y los aparatos de inteligencia civil y militar, siguen confeccionando sus «análisis» –¿de orina?, ¿de copro?– con noticias periodísticas?
Los muchachos del ex repartidor de embutes sólo sirven para intervenir teléfonos privados, investigando desde triviales adulterios hasta vulgares vengancitas políticas, ¿o serán capaces de analizar los contenidos de las llamadas y mensajes celulares de los normalistas, registrados en las torres de SCT? Si no sirven para esto, ¡no sirven para nada!