La violencia en México se manifiesta con expresiones de inaudita crudeza, coinciden analistas

La violencia generalizada y multiarística, contratada con la ineficiencia o la actuación voluntarista del Estado mexicano y sus productos históricos, contemporáneos y actuales, fueron objeto de análisis en el marco de la Agrupación Política Estatal Foro San Luis, contando con la participación de los maestros Pascual Guillermo Gilbert Valero y Eduardo José Alvarado Izunsa.

Ambos analistas coincidieron en describir la violencia en México que se desprende de las instituciones públicas como una larga espiral, sistemática y generalizada que ha venido afectando el régimen de derechos entre los siglos XX y XXI mexicanos, con expresiones de inaudita crudeza como en los años de 1968, 1972, con las masacres estudiantiles; las que han tomado como nombre propio el de las comunidades afectadas de Aguas Blancas, Acteal y en la actualidad, de Ayotzinapa.

La parafernalia del Estado Mexicano se advierte enquistada en afanes de control excesivo, enmarcada por la proliferación de la corrupción, la ineficiencia, la impunidad, en un coctel que ha dado paso a la insubordinación social, que ha generado fenómenos sociólógicos y políticos de resistencia inéditos en México: la conformación de los colectivos sociales, las asociaciones no gubernamentales que carecen de nexos con las fórmulas de control y conducción tradicionales representadas por los partidos políticos que hoy han acumulado un profundo descrédito y animadversión social.

Para el maestro Pascual Guillermo Gilbert Valero, un punto de partida es la gravedad de la desigualdad social en México, considerado ya como el país más desigual del mundo, como prueba el que, en la inconformidad y la protesta hoy se encuentre de pie millones de ciudadanos luchando contra la violencia y la corrupción, reunidos masivamente para reclamar atención, para demandar derechos, para presionar por una solución, por una salida la crisis política e institucional, que le ha valido al Estado Mexicano la definición de Estado inestable, cuando no de Narcoestado.

No descuidó Gilbert Valero que solamente en el régimen de Felipe Calderón Hinojosa se acumularon más de 120 mil casos de ciudadanos mexicanos y extranjeros desaparecidos en México en un entorno de violencia alentada desde el crimen organizado… y desde las instituciones de gobierno, como ilustra la hemerografía de los estados norteños cercanos a la frontera norte: Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Baja California; pero también el Sureste en Chiapas, en Oaxaca y también en el Estado de Guerrero. Ahí está la realidad de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Ahí, para probar la complicidad del Estado, están las mentiras del Procurador Murillo Karam, dijo el profesor de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Para Eduardo José Alvarado, docente de la Universidad Pedagógica Nacional, la violencia del estado no sólo se concreta en actos contra la integridad y la vida de los ciudadanos, sino que tiene expresiones concretas en la afectación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y humanos de la comunidad.

Hoy vivimos y testimoniamos días de furia, observó; estamos frente a un inédito alzamiento del país, conociendo expresiones multitudinarias de enojo, de demanda, de repudio que nos hacen ver que el hartazgo social se encuentra al límite.

Vemos cómo el aparato Estatal y sus auxiliares no han distendido el problema, no han atendido ni solucionado los reclamos comunitarios, sino que los han exacerbado. Frente a la crisis del Estado han surgido los colectivos, las organizaciones no gubernamentales, los medios alternativos de comunicación que aprovechan las nuevas tecnologías; observamos el surgimiento y fortalecimiento de nuevos actores políticos como YoSoy132, entre muchos más que se manifiestan reclamando la restauración del Estado de Derecho, la igualdad, la seguridad y la justicia social, educación, empleo, oportunidades de desarrollo que han sido muti9ladas, coincidieron, por instrumentos políticos denominados reformas estructurales, repudiadas por las mayorías por la nocividad de sus efectos.

La insurgencia que se desprende de Ayotzinapa asimismo, dijo Alvarado Izunsa, ha dado pie a otro fenómeno de fusión de identidad de los mexicanos, más allá de las clases sociales, de las economías, de los orígenes y condiciones, en el marco del hartazgo nacional.

Sin duda el Estado, dijo por su parte el presidente del Foro San Luis, Miguel Ángel Hernández se adentró en una crisis que hoy sigue profundizándose, desde la década de los 80, cuando se introdujo al país formalmente la corriente capitalista conocida como el neoliberalismo.