Las ausencias de Diego Costa y de Cesc Fàbregas han sentado a cuerno quemado en la Selección. Los pesos pesados de La Roja (Casillas y Ramos) están molestos con la actitud del hispano-brasileño, que no fue citado por Del Bosque para esta convocatoria.
Tanto Sergio Ramos como Iker Casillas conocen bien a Mourinho y su modus operandi. Sospechan que el entrenador portugués ha presionado al límite tanto a Diego Costa como a Cesc para que antepongan los intereses del Chelsea a los de España. Ellos lo sufrieron en el Real Madrid.
Casillas pasó un calvario con Mou, que le relegó a la suplencia. El portero estuvo a punto de abandonar el club de su vida, en el que lleva desde niño. Y sus mayores problemas vinieron no por su rendimiento, sino por su amistad con Xavi Hernández y por su respeto y compromiso con la Selección. Desde que cerraron la herida desatada tras la tormenta de Clásicos, Mou le tomó la matrícula a Iker, a quien incluso llegó a prohibir, antes de ser desautorizado por el presidente del club, Florentino Pérez, a acudir a recibir junto a Xavi el Premio Príncipe de Asturias.
A Ramos, sin llegar a tanto, le pasó más de lo mismo. Mou le quitó galones y partidos, e incluso le hizo jugar de lateral derecho (algo que el andaluz prefiere no tener que hacer) a capricho. También Sergio sufrió castigos por su compromiso con España.
Pero ambos se visten por los pies. Y nunca renegaron de La Roja, aún a sabiendas de que Mourinho se iba a rebrincar y a disparar con silenciador. Aguantaron el tirón, apretaron los dientes y salieron triunfadores: ellos siguen en el Real Madrid y en la Selección y Mourinho (que por cierto llego a pedir bula presidencial para compaginar el Madrid y la selección de Portugal, ensoñación que le fue denegada) se fue por donde había venido.
Escuela. En este contexto hay que analizar las palabras de Sergio Ramos en Radio Marca: “Esto va en el ADN de cada uno. Yo hubiese aclarado el tema (sobre las ausencias de Diego Costa y Fàbregas) para que no hubiese una repercusión mayor ni especulaciones. Me gustaría que los jugadores tuviesen el mismo compromiso con su club que con la Selección”. Esa palabra, compromiso, es la clave de todo.
El compromiso que reclama Ramos hay que traducirlo. Quiere decir: ‘las narices que hay que tener para decirle a Mourinho que pese a las presiones no se va a renunciar a la Selección’. Ni aunque amenace con la suplencia. El central sevillano precisó ayer en TVE sus palabras del miércoles, y aclaró que pidió “compromiso de todos, no quise decir que no lo tuvieran ellos dos (por Cesc y Costa)”. Pero lo que dijo es lo que dijo. Y lo que piensa es que hay que estar con España en las duras y en las maduras. Se lleve la bandera nacional en la muñeca o en el corazón. El muletazo torero del central de Camas no pasó inadvertido en la concentración. Koke, destinado a tener galones en un futuro inmediato, no rehuyó la polémica: “Creo, como ha dicho Ramos, que todos los futbolistas deben tener el mismo compromiso, pero si los médicos dicen que no están aptos, es que no lo están”. Pedro, que también habló ayer, fue políticamente correcto: “Todo el mundo quiere venir a la Selección”. Busquets, por su parte, hizo un acto de afirmación personal: “Yo no me borrado nunca de la Selección”. Cierto. Aquí está, y con molestias en el sóleo. Peores que los males de Costa. Porque Busi tuvo que dejar el campo del Almería lesionado y Costa aguantó 90 minutos en Anfield. Y a todo trapo.