La lagus, de lo retro a lo rocker

Aquí hay de todo y para todos. ¿Te apasiona la ropa vintage? Este es tu paraíso. ¿Buscas un atuendo gótico? Ni Drácula te ofrecería modelitos tan oscuros. ¿Quieres un suéter grunge? Ya está en tus manos. Al tianguis de La Lagunilla sólo le falta algo para tenerlo todo: tu devoción.
Pensémoslo así: abocarse al deporte de comprar -con frenesí y escasa conciencia sobre las finanzas personales- en algún inmaculado centro comercial como Antara Fashion Hall, Vía Santa Fe o Paseo Interlomas quizá sea una actividad «poco edificante» (término que usaba un personaje que se enredó en mi vida, en mis sábanas y en mi corazón, y que sacaba a relucir cada vez que me veía gastar dinero en otra cosa que no fueran libros), pero también resulta placentera y, por qué no decirlo, chic.
Seamos sinceros: la palabra estatus siempre sale a relucir en estos casos, como si Olivia Palermo, Miroslava Duma y Alexa Chung fueran las santas patronas de todos nosotros. No obstante, si ya te aburrió merodear entre las exclusivas creaciones de las boutiques cinco estrellas y tu instinto te exige emociones más fuertes, no lo pienses más: conquista el tianguis de La Lagunilla.
Regla de oro para todo amante del trapo: lo mismo en Louis Vuitton que en un mercado de pulgas se pueden encontrar maravillas. El fashionista de corazón no sabe de discriminación, sus pupilas se dilatan lo mismo en la tienda de Prada en Nueva York que en el showroom improvisado de algún nuevo diseñador que promete mucho. Por lo tanto, La Lagunilla es una visita obligada, si la moda te hace vibrar. Caminar desde el Eje 1 Norte hasta la Glorieta de Cuitláhuac, zigzagueando por Reforma Norte y las calles de Comonfort y Jaime Nunó, es toda una experiencia. Aquí no vas a encontrar prendas Made In Inditex, aunque puedes hallar algo parecido.
pero con la diferencia de que son piezas que han viajado en el túnel del tiempo desde dos o tres décadas atrás para aterrizar en 2014. Y es justamente la ropa vintage uno de los puntos más interesantes de este espacio, donde convergen los más variados registros históricos.

Con un poco de paciencia y buen ojo, que supongo ya tienes bien entrenado, puedes descubrir verdaderas maravillas. Como si fuera cosa de todos los días, en La Lagunilla te topas con camisas originales de los años 70, confeccionadas en poliéster estampado, las cuales inundan de color y proposiciones políticamente indecorosas los diversos puestos. ¿Lo mejor? ¡Los precios! Una de estas camisas, por ejemplo, no pasa de los 150 pesos, lo cual es un verdadero regalo si tomamos en cuenta que por una de estas creaciones hay almacenes en Madrid y Nueva York que dejarían el casco del centurión de tu American Express completamente abollado.

Pero no sólo de camisas setenteras vive «La Lagus» (muchos la llamamos cariñosamente así). Ya instalado en plan de buscador de tesoros, puedes localizar de todo, desde vestidos envolventes que vieron la luz hace 35 años, hasta chaquetas deportivas pertenecientes a la década de los 80. Además, como es por todos sabido, este rincón del Distrito Federal posee una de las ofertas de antigüedades más interesantes del país, lo que se traduce en la posibilidad de tropezar con toda clase de bolsos, zapatos, sombrillas y cuanto accesorio pueda inflamar tu imaginación.

Por lo tanto, si vas a la caza de prendas de época, pon mucha atención en el estado de las mismas. No está de más que les eches un vistazo por el revés, para cerciorarte del estado de las costuras; otro punto: verifica que la etiqueta esté en buenas condiciones, pues en ese pequeño detalle radica uno de los valores más altos de la prenda que estás a punto de adquirir: su autenticidad. Y, obviamente, sea lo que sea que compres, deberá pasar por la tintorería antes de aterrizar en tu clóset.

No obstante, si lo vintage no es lo tuyo y en realidad lo que buscas es algo más rockero, prepárate para salivar. La tribu punk ha llenado este espacio con moda ciento por ciento alternativa: sobredosis de estoperoles, aguerridas camisetas y botas industriales para caminar hasta que el mundo desaparezca. Por si fuera poco, las toneladas de parafernalia punketa están al acecho de todas las partes de tu cuerpo en las que pueda encontrar acomodo algo metálico, desde una chaqueta de cuero negro tapizada con tachuelas hasta un irreverente piercing. Otra tendencia de ánimo un poco menos rudo pero igualmente magnético hace su acto de aparición, ¡el dark glam!, es decir, indumentos de terciopelo negro, encajes al mayoreo, destellos púrpuras, blusas románticas y zapatillas de charol para quines están convencidos que dejar huella es un asunto de estilo. En resumen, no hay nada más divertido que extraviarte un domingo en los laberínticos y siempre bondadosos recovecos de La Lagunilla.
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