Aunque la sociedad asiste pasmada a movimientos callejeros violentos y a percepciones analíticas que hablan de la muerte
del Estado, en el fondo el problema podría ser menor a las estridencias.
En sectores analíticos están circulando algunas percepciones reales sobre la cuestión del Estado:
1.- Para la izquierda, el Estado no puede morir porque es la suma de la sociedad civil más la sociedad política. Y las dos, con todo, gozan de cabal salud.
2.- La ofensiva del Estado contra los cárteles del narcotráfico terminó con el descabezamiento de prácticamente todas las mafias. En su desarticulación, los cárteles derivaron en bandas criminales como problema de seguridad pública, no de seguridad nacional.
3.- Antes de la crisis en la normal de Ayotzinapa, la violencia contra la sociedad y contra decisiones del Estado venía de delincuentes, maestros, grupos urbanos y simbólicamente de electricistas.
4.- Después de Iguala, la violencia contra instalaciones públicas vienen de maestros de Guerrero y Oaxaca, anarcoterroristas y normalistas. La guerrilla sólo se mueve vía comunicados en internet.
5.- Las protestas se asumen contra algunas decisiones del Estado y de sus instituciones, pero todas ellas tienen que ver con la defensa de privilegios parciales: los maestros quieren la propiedad de la educación, los normalistas buscan becas y empleos, los grupos criminales quieren delinquir sin policías, los anarcoterroristas quieren atacar sin ser perseguidos por la ley.
6.- El Estado mexicano no ha fallado porque tuvo la autoridad para mover a sus organismos de seguridad para liquidar a capos y ha sido eficaz cuando ha enfrentado protestas sociales radicalizadas. Pero se trata de un Estado bajo asedio y provocaciones.
7.- La política de derechos humanos le ató las manos a las instituciones para enfrentar la violencia social radicalizada. Cuando ha querido, el Estado ha impuesto su ley por la fuerza, como ocurrió con el desalojo del zócalo el año pasado. Pero por su condición de fuerza, toda intervención del Estado termina con heridos.
8.- En el fondo el país vive una crisis en la transición: la alternancia en el 2000 liberó nuevas fuerzas sociales pero no creó canales de participación. Las nuevas fuerzas llegaron con exigencias de mayor participación. La lenta modernización de las instituciones o su parálisis ha derivado, según el modelo de Huntington, en violencia política.
9.- La modernización de las instituciones careció de iniciativas en los ejecutivos panistas, priístas y perredistas y se atoró en el legislativo. Las reformas impulsadas por el PAN fueron diluidas por el PRI y las del PRI en este sexenio atendieron sólo al sistema productivo y no se preocuparon por los efectos nuevos y los anteriores en las relaciones sociales.
10.- Ante una nueva sociedad más abierta, plural y no militante en partidos y en un sistema de comunicación marcado por la dinámica del Twitter y el Facebook, la respuesta del Estado, el sistema, los partidos y las élites fue el mismo que en el viejo régimen: el pasmo. Por tanto, México entró en una crisis típica de ingobernabilidad: las demandas sociales fueron más dinámicas que las ofertas de modernización de las instituciones.
11.- La violencia política en Iguala arrasó con el PRD y sus valores políticos y encontró a perredistas negando la realidad y cerrándose al significado de la represión.
12.- De ahí que la crisis del Estado no sea más que la crisis violenta de la transición del sistema autoritario priísta a un sistema abierto pero sin nuevas reglas ni instituciones.
(Nota: hoy se cumplen 48 días y los padres de los normalistas desparecidos aún no le exigen cuentas al PRD por el alcalde y su esposa que ordenaron el levantón de estudiantes)