Amor juvenil le arranca la vida

Tres días después de haber asesinado a su novia, Daniel subió a su Facebook una galería fotográfica en la que aparecían juntos, abrazados y besándose.
Esa misma noche, el 7 de octubre pasado, también actualizó su foto de portada con una imagen en la que ella se ve sonriendo y con una serie navideña enredada en la cabeza. Para ese momento, Circe Adali, de 14 años, estaba reportada como desaparecida.
En realidad su cadáver había sido encontrado un día antes en un terreno baldío en la colonia Ampliación Nativitas, en Xochimilco, pero fue trasladada al anfiteatro, donde permaneció seis días en calidad de desconocida.
El 8 de octubre, cuando los familiares y amigos de la adolescente pedían ayuda en las redes sociales para localizarla, Daniel subió otra foto de Circe Adali a su perfil. En la imagen ella parecía estar en una fiesta, sentada junto a una mesa, en la que se alcanza a leer la palabra “te amo”, formada por pequeños dulces. En la mano sostenía una flor.
“Recuerdo cuando le di esa rosa y le puse ese te amo con los dulcesitos en la mesa” (sic), escribió Daniel.
Sus amigos en esa red social que apretaron el botón de “me gusta” a su comentario ignoraban lo que él sabía. Circe no había huido como todos creían, él la había matado.
Por celos
Para Circe Adali, Daniel fue su primer y último amor. Sus palabras, las promesas que se hicieron y  las fotografías donde aparecían juntos y que compartían en sus redes sociales permanecen ahí, a pesar de que su historia acabó cuando él la asesinó la noche del 5 de octubre.
Se hicieron novios en marzo de 2013 cuando ella tenía 13 años y él 14. Eran unos niños que se decían felices de haberse encontrado.
“Cuando lo conocí no sabía que se convertiría en mi todo o más que mi todo”, escribió Circe el 23 de julio pasado en su perfil de Facebook como pie de una fotografía en la que aparecía con Daniel.
Su historia de amor parecía encajar bien. Sin embargo, pocos sabían que él la celaba, pues estaba seguro que ella le era infiel con una de sus amigas.
El sábado 4 de octubre Daniel tomó la decisión de asesinarla, pues —según le contó a la policía— tenía mucho coraje por sus engaños.
Le marcó a su celular y le pidió que se reunieran el día siguiente por la noche. Acordaron verse a las 20:00 horas en el quiosco del pueblo de Santa María Nativitas. El domingo, antes de salir de su casa para reunirse con Circe, Daniel tomó un cuchillo de la cocina y lo ocultó en su mochila.
Al encontrarse discutieron de nueva cuenta. Después caminaron juntos por la calle Sor Juana Inés de la Cruz. Al llegar a la esquina con Pino la atacó.
Ella se defendió, le mordió la mano con la que sostenía el arma. Después de zafarse, Daniel intensificó el ataque. Para confirmar que no viviría le clavó el cuchillo en el corazón. Cometido el crimen se quitó la sudadera y en ella enredó el cuchillo. De regreso a casa se deshizo de la prenda y el arma homicida. En un charco se enjuago las manos.
Planeaba escapar a Estados Unidos
Al llegar a su casa, su mamá lo notó muy nervioso y le comentó que estaba espantado porque discutió con su novia y ella corrió sin rumbo y no sabía dónde estaba. La madre de Circe no creyó su versión, pero no tenía elementos para acusarlo. En realidad ella no creía que su hija hubiera sido asesinada.
Durante los días en que el cuerpo de Circe estuvo en el anfiteatro él permaneció en su casa, planeando escapar a Estados Unidos, donde vive su papá.
El 12 de octubre, la madre de Circe identificó el cuerpo de su hija en el anfiteatro. Al enterarse, Daniel puso la imagen de un moño negro en su Facebook.
El 14 de octubre, para no despertar sospechas, se presentó al sepelio. Ahí la madre de su víctima pidió ayuda a la policía para que lo detuvieran, pues él fue la última persona que la vio con vida. Daniel corrió, pero fue atrapado.

Confesó su crimen y derribó la mentira que había inventado para salvarse.
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