México requiere una ciudadanía con espíritu crítico: Arzobispado

México requiere crecer en la democracia real, participativa, actuante y permanente, como ocurre en otros países del mundo, en España, por ejemplo, donde la ciudadanía está en la permanente búsqueda de la transparencia, de la verdad, la eficacia de sus instituciones y funcionarios públicos, manteniendo abierto un espíritu crítico.

Así lo subrayó el portavoz arquidiocesano Juan Jesús Priego Rivera, ayer, al establecer un comparativo entre la movilidad y el accionar de la sociedad mexicana, ahora sacudida y agraviada fuertemente por los acontecimientos registrados el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.

Pero también está el agravio que se desprende de la opacidad y de la corrupción y, en este sentido, observó que en España se está dando “un ejemplo de búsqueda de justicia”. “Están ellos –los españoles–, buscando canales y caminos de justicia”, en reclamo por la corrupción, cuestionando el que un funcionario tenga en algún banco suizo dos o tres millones de euros en sus cuentas personales.

Esto que ocurre en el contexto español, debiera sucederle a México, para que se implementen las medidas necesarias para castigar efectivamente la corrupción, para no dejar correr la corrupción, para no dotar a nadie de impunidad y demandar a los funcionarios honestidad, transparencia y una efectiva y real rendición de cuentas.

Sobre la constante de desapariciones forzadas en México, el sacerdote indicó que “no hay información confiable a este respecto en México”, en ocasiones –dijo—porque los familiares de alguien que haya sido secuestrado, no lo denuncian a las autoridades, por miedo; o, bien, las autoridades no dan a conocer estos hechos para no comprometer la seguridad de los plagiados.

Por ello, dijo, las denuncias presentadas a este respecto en la Procuraduría no se ponen en conocimiento de la opinión pública, sino hasta que han concluido y se han resuelto las investigaciones.

Sin embargo la realidad subyacente, oculta, está ahí. Por ello la Iglesia sostiene la sacralidad de la vida humana y la defiende en cualquier etapa de la existencia. Dijo que la infamante realidad del secuestro, del tráfico de humanos, del tráfico de órganos debe ser contenida y para ello se precisa de honestidad, transparencia, eficacia de los servidores y de las instituciones públicas; honestidad, verdad, demanda y organización de la sociedad civil.

“Estas cosas, deben castigarse severamente (porque) la vida humana es sagrada. Nadie, por ningún motivo y por ninguna razón tiene derecho a disponer de la vida de nadie”, concluyó.