Las personas más activas tienen más capacidad de regular la cantidad de comida que consumen y por lo tanto, de evitar la obesidad, afirmó el investigador estadounidense y profesor de la Universidad de Carolina del Sur Robin Shook.
«Nuestros estudios muestran que si eres físicamente activo es mucho más posible que regules la cantidad de comida que deberías consumir», dijo el científico, uno de los principales expositores esta semana en Río de Janeiro del V Congreso Internacional de Actividad Física y Salud Pública.
Shook señaló que parte del trabajo que los hombres han desarrollado históricamente muestra que mientras se aumenta la actividad física es posible igualmente incrementar el consumo de calorías para compensarlo y mantener el peso corporal, algo que no pasa en el sentido contrario. El especialista atribuyó la creciente obesidad en el mundo al descenso de la actividad física de los seres humanos con el paso del tiempo, ya que el hombre pasó de ser un activo cazador en la antigüedad a un sedentario en el mundo moderno.
El científico estadounidense agregó que, ante la relación inversamente proporcional en la historia entre ejercicio y obesidad, «tratamos de conseguir que la gente aumente su actividad y de este modo mejore la regulación de la energía».
Asimismo, señaló que tradicionalmente, a la hora de encontrar una causa para el aumento del peso corporal -lo que actualmente se considera una pandemia-, los científicos se concentran en el consumo de alimentos.
La regulación del apetito, que es necesaria para mantener un correcto equilibrio entre las calorías que se ingieren y las que se consumen.
Es algo cada vez mas necesario, en su opinión, porque comer «es una necesidad básica y a través de la evolución no ha sido un problema por la gran cantidad de energía que se gastaba en actividades diarias como la caza o la agricultura».
Sin embargo el cambio en el estilo de vida, en el que las personas no tienen que asegurar la comida ni usar el esfuerzo físico para moverse de un lugar a otro, ha cambiado las necesidades alimenticias al reducir la cantidad de calorías necesarias, según el experto.
«Si puedes controlar tu apetito puedes comer la cantidad apropiada», concluyó.
Además, señaló que la razón por la que la mayoría de los científicos busca una explicación a la obesidad en el consumo de energía y no en su gasto es que es mucho más fácil reducir la cantidad de calorías que se consume que las que se gastan en la actividad física.
Nuestro organismo debe satisfacer diversos requerimientos metabólicos esenciales: sintetizar todos los componentes que las células necesitan, proteger nuestro medio interno de toxinas y adaptarse a las condiciones cambiantes del medio externo. Para cumplir con estos requisitos, transformamos los componentes de la dieta mediante el metabolismo oxidativo, el almacenamiento y movilización de moléculas combustibles, las vías biosintéticas y la detoxifica-ción o eliminación de los compuestos residuales de las diferentes vías metabólicas.
El organismo debe mantener un balance entre las necesidades de las células y la disponibilidad de los combustibles, lo que se denomina homeostasis metabólica. La disponibilidad constante de combustibles en la sangre se denomina homeosta-sis calórica.
Mediante la cual el nivel sanguíneo de combustibles (en equivalentes de ATP) no disminuye por debajo de ciertos límites, independientemente de si el individuo se encuentra en un estado de buena nutrición o ayuno. El mantenimiento de la homeostasis metabólica se logra mediante la integración de tres factores principales:
1) La concentración de nutrientes en la sangre, que afecta la velocidad con la cual éstos son
utilizados y almacenados en los diferentes tejidos,
2) los niveles de hormonas en sangre (primeros mensajeros), que transmiten información a tejidos
específicos sobre el estado del organismo y el aporte o demanda de nutrientes,
3) el sistema nervioso central que por medio de señales neurales, controla el metabolismo
directamente o a través de la liberación de hormonas.
Los nutrientes que utiliza nuestro organismo son los carbohidratos, los lípidos y las proteínas, aproximadamente en las siguientes cantidades:
Una persona normal que lleva una vida sedentaria consume diariamente alrededor de 200 g de
glúcidos, 70 g de proteína y 60 g de lípidos, lo que le permite afrontar un requerimiento energético de
1600-2400 kcal. Como se observa en la tabla anterior, desde el punto de vista energético, el
principal combustible metabólico son los ácidos grasos.
Cuando se estudia la variación en los niveles de nutrientes en las diferentes etapas que van
desde la saciedad hasta el ayuno se observa que mientras que la cetonemia y la concentración de
ácidos grasos en sangre puede variar entre 1 y 2 órdenes de magnitud, la concentración de glucosa
se mantiene dentro de límites muy ajustados.