Tigres perdonó a los Rayados

Más espectacular que el paseo de Santa Lucía, incluso más imponente que el Cerro de la Silla. El Clásico Regiomontano dejó este sábado uno de esos episodios que hacen que una rivalidad perdure y trascienda a través de los años. La gran Sultana vibró desde Santa Catarina hasta Guadalupe, en un partido que tardará mucho tiempo en borrarse de las páginas doradas del norte.
Monterrey y Tigres brindaron un espectáculo a la altura de la gran capital de Nuevo León. Un empate 2-2 que rescató el orgullo de ambos equipos en el Torneo Apertura 2014. Una manera apropiadamente digna de despedir al Estadio Tecnológico, recinto que con mucha probabilidad, fue sede por última ocasión del partido más apasionante del norte de México.
Difícilmente se podía esperar algo menos de unos Rayados que mantienen un nivel admirable en la Liga MX y unos felinos con reacción tardía pero oportuna. En posición para entrar en la Liguilla, ambos equipos se quedaron con 24 unidades, más parejo imposible; más especial, ni pensarlo.
Como si fuera una situación premeditada, ambas escuadras acapararon para su cusa cada uno de los dos lapsos del encuentro. Para el primer tiempo, Tigres resultó con un juego efectivo, práctico, que parecía tener dividendos con piezas poco llamativas como en la época del mismísimo Carlos Miloc. La media cancha hizo estragos en el conjunto local. Egidio Arévalo y Francisco Torres se cansaron de recuperar balones, algo que tuvo como resultado el que incluso Guido Pizarro subiera de vez en cuando a territorio enemigo a probar suerte.
El otrora sublíder de la competencia no apareció, lo que le costó muy caro a un Monterrey dubitativo, casi ido. Los dirigidos por Carlos Barra veían cómo Joffre Guerrón controlaba y prendía con violencia un balón a los 25’ para abrir el marcador. El dominio territorial de la escuadra de la Universidad Autónoma de Nuevo León se extendió por los siguientes minutos, aunque el gran nivel que ha mostrado Édgar Gerardo Lugo en las últimas semanas no permitió que el ex de Cruz Azul tuviera una aportación significativa.
A los 40’ las deficiencias defensivas en la “Pandilla” aparecieron. Hérculez Gómez recibió balón prácticamente en los linderos del área. Tuvo tiempo suficiente para perfilarse, acomodar el balón, contar a todas y cada una de las cabezas en las tribunas del Tecnológico, preguntarles su nombre y, además, sacar un disparo cruzado muy colocado, imposible para el portero Jonathan Orozco, cinco minutos antes de que culminara la primera mitad. Los dirigidos por el “Tuca” Ferretti veían la victoria y el botín de puntos y orgullo ya en la bolsa, pero los albiazules no permitirían que el odiado rival tuviera tan cómoda actuación.
De esta manera, en el complemento, Monterrey salió con el látigo, la silla y la cordura suficiente para domar a unos felinos que se mostraban prácticamente incontrolables. Carlos Barra ordenó el ingreso de César Delgado en lugar de Bernardo Hernández. Ya sin línea de cinco zagueros en el fondo, los Rayados encontraron nuevos bríos en la segunda mitad, además de que el “Chelito” apuntaló la labor de elementos como Neri Cardozo y Jesús Zavala lograran contrarrestar el dominio universitario en la mitad de la cancha.
La recompensa no tardó mucho en verse reflejada en el marcador. El propio Delgado sirvió para Jesús Zavala, quien de cabeza empujó el balón a las redes a los 53’. El gol no solamente contaba para descontar el marcador, sino que fungió con una labor mucho más importante: meter la incertidumbre en los jugadores felinos. El encuentro se tornó ida y vuelta a partir de esta acción, el Clásico Regio tuvo su lapso más memorable de los últimos tiempos, con Jonathan Orozco y Nahuel Guzmán con los ánimos destrozados cada vez que el rival avanzaba con la pelota.
La insistencia de Monterrey orilló a que los héroes del Tecnológico aparecieran. El dúo más temido de la Sultana realizó una de las jugadas más brillantes del Apertura. Dorlan Pabón y Humberto Suazo desequilibraron ante una tibia marca de Estrada y la desubicación de Egidio Arévalo para que el colombiano sirviera al recién ingresado Luis Guillermo Madrigal, quien de cabeza pondría el balón en una solitaria portería y decretara el empate final. Ambos conjuntos pudieron llevarse la victoria en el tiempo de compensación, pero los dos guardametas estuvieron a la altura de este encuentro, digno de la tercera ciudad más grande del país. Nuevo León tiene muchas maravillas, dignas de resaltar, entre ellas deben de alzarse ya los protagonistas del Clásico del Norte, más Regio que nunca.