«Si anda diciendo que mi hijo está en una fosa, dígame, en cuál», espetó un padre de familia al sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, defensor de los derechos humanos de los migrantes centroamericanos. Los padres de familia impidieron al clérigo católico oficiar una misa, para pedir por la presentación con vida de 43 normalistas de Ayotzinapa, cuyos padres cumplen hoy un mes sin saber de ellos.
Solalinde Guerra declaró hace unos días que a los normalistas se «los llevaron a un lugar donde los hicieron caminar, ahí habían varias fosas, los colocaron, fueron poniendo leños, madera, tablas, luego les echaron diesel y los quemaron». Esas declaraciones molestaron a varios padres de familia; incluso algunos declararon: «¡Si viene acá ese cura, a él lo vamos a quemar vivo!».
Sin embargo, el presbítero sí pudo entrar a la Normal Rural de Ayotzinapa y sostuvo una reunión de más de una hora con algunos padres de familia, otros estaban en el bloqueo de la Autopista del Sol, como parte del plan de acción para que sus hijos sean localizados. Después de la plática, a la que accedieron los normalistas y padres con resistencias, éstos decidieron que no se le permitiría a Solalinde ofrecer la misa y el padre que llegó a las 14:00 horas se retiró minutos antes de las 16:00.
Algunos que identificaron que era el sacerdote, fundador del albergue para migrantes «Hermanos en el Camino», quien entró a la normal rural y le chiflaron; otros le gritaron groserías. Pero el momento de tensión se apaciguó y finalmente sostuvo un diálogo privado en el salón audiovisual con normalistas y familiares de los desaparecidos.
En una entrevista de tres minutos y medio que concedió a reporteros después del encuentro, Solalinde aseguró que si llegó a Ayotzinapa fue por invitación expresa de algunos padres de familia y estudiantes, a quienes conoció cuando éstos fueron a la ciudad de México a escuchar una misa para pedir justicia por el Caso Iguala y exigir la presentación con vida de los 43 jóvenes, pero dijo que no se encontraban en ese momento, quizás porque realizaban la actividad del bloqueo.
Se retiró porque dijo: «Soy respetuoso, ellos tienen liderazgos, sus voceros, yo los respeto, voy a estar en suspenso cuando ellos decidan que yo puedo ayudarlos en algo y lo haré (…) esto apenas comienza, esto promete mucho (…) Les dije que yo tengo mucho trabajo con los migrantes, tengo otras causas y no puedo enarbolar otras, les dije que soy uno más, no soy mesías».
Lamentó que en un primer momento los normalistas se negaran al diálogo, pero después accedieron. Dijo que no vino con ninguna expectativa más que a oficiar la misa que le habían pedido, aunque varios padres de familia expresaron días antes que no sabían quién era Solalinde.
Consideró que en este caso hay personas que manipulan la información y admitió «hubo alguna persona que a lo mejor si pensara que yo estaba jugando con ellos, el problema es que las personas que estaban en México no se coordinaron con ellos (no estaban en la reunión)» y aunque tenía el permiso de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa y la Arquidiócesis de Acapulco para oficiar la misa, los padres no quisieron.