Aunque suene paradójico, los sectores que critican la ingobernabilidad y usan las crisis para anunciar el fracaso de la gestión gubernamental son los responsables de que el sistema político no se modernice y de que prevalezca el viejo régimen priísta de concesiones y complicidades.
El PRD, el PAN y López Obrador, los que han estado atizando la crítica al gobierno del presidente Peña Nieto, fueron los que encumbraron a los gobernantes de Guerrero responsables directos de las protestas y las represiones. Y son los que también sostienen al gobierno oaxaqueño de Gabino Cué ahora paralizado por la Sección XXII que apadrinan el PRD, el PAN y López Obrador.
En todo caso, al presidente Peña Nieto hay que reclamarle el hecho de que siga buscando el consenso oposicionista para construir una mayoría para las reformas del sistema político priísta. Y ahí es donde se localiza en centro de la crisis de gobernabilidad:
—El PRI ganó la presidencia con el 38% de los votos.
—El PRI carece de mayoría absoluta y calificada en las dos cámaras.
—La oposición gobierna trece estados de la república, entre ellos el DF.
—Los medios de comunicación escritos nacionales y extranjeros rompieron su relación con el PRI y con el gobierno y se han convertido en tribunales populares.
—La oposición PAN, PRD, López Obrador y satélites pasaron de la hegemonía priísta a una autonomía definida por decirle no a toda propuesta de gobierno.
—El PRI padece una severa crisis de élites y prefiere la dependencia absoluta del presidencialismo acotado.
De ahí que casi todos tienen el diagnóstico certero de que el país vive la agonía del viejo sistema-régimen político priísta pero el PRI carece de mayoría para una reforma a fondo y la oposición utiliza su minoría para ahogar al gobierno priísta en el pantano de las contradicciones.
La crisis de Ayotzinapa está clara:
—La responsabilidad es del PRD y del PAN que apoyaron al gobernador Aguirre y al presidente municipal igualense Abarca, pero toda su crítica es contra el presidente de la república.
—El presidente de la república puede pero no quiere destituir a Aguirre porque entonces el PRD lo acusaría de autoritarismo. Mientras más tiempo permanezca Aguirre, la crisis contaminará al gobierno de Peña Nieto y liberará de responsabilidades políticas y morales al PAN y al PRD.
—El gobierno federal debiera tomar el control total de la seguridad, pero las policías estatales y municipales son negocios locales.
SI la crisis ha atorado el proyecto de modernización del presidente Peña Nieto, la única manera de destrabarlo radica en decisiones unilaterales, presidencialistas y hasta autoritarias o concretar con la oposición un pacto para la instauración democrática como los Pactos de la Moncloa de la modernización política y democrática de España. Pero PAN, PRD y López Obrador le apuestan a la derrota del gobierno peñista.
A la crisis de gobernabilidad de México le falta una hegemonía de centro (tesis de Manuel Camacho Solís) que sólo puede darse entre PRI y PRD y con ello obligar al PAN. Pero el PRD ya no es de izquierda sino acomodaticio y nació sin un liderazgo ideológico modernizador como el PSOE español.
A las élites mexicanas les convendría leer los discursos de Adolfo Suárez para entender cómo se construye una democracia. Si el PAN y el PRD no entienden la lógica de las restauraciones, habrán contribuido a fortalecer la línea autoritaria del viejo PRI y del viejo régimen. Las crisis del poder se resuelven avanzando o retrocediendo. Y la modernización económica está exigiendo a gritos la modernización política de a deveras.