La auxiliar de enfermería infectada por ébola, Teresa Romero, «no tendrá secuelas porque es fuerte y joven», pese a tener dañados algunos de sus órganos vitales, sobre todo, los pulmones. Así se lo han transmitido los médicos a la familia, según ha confirmado este martes su portavoz, Teresa Mesa, a las puertas del hospital Carlos III, donde la sanitaria permanece ingresada en la sexta planta esperando los resultados de los análisis que deben confirmar si está o no libre del virus. Si se constata que no hay rastro de él, Romero abandonará la habitación en la que ha estado confinada durante los últimos 15 días para pasar a planta, aseguró Mesa, que también comentó que la auxiliar llegó a temer por su vida aunque es «creyente». «Ha habido un momento que pensaba que se moría».
Harán falta otras dos o tres semanas para que abandone el hospital donde permanecen en observación 15 personas consideradas como contactos de riesgo que no han mostrado síntomas hasta el momento. Su marido, Javier Limón, «que nunca tuvo miedo de ser contagiado» por su mujer, saldrá el 27 o el 28, según la portavoz.
Romero sigue sin ser consciente de todo lo que ha ocurrido durante el tiempo en el que ha estado ingresada en el Carlos III. Desconoce aún que se ha sacrificado a su perro, Excálibur, como medida preventiva. Los profesionales y allegados a la auxiliar de enfermería se han ocupado de que no llegara información que pudiera afectarle. No ha visto periódicos, eso sí, ahora que ya se levanta, se sienta y come, le están llevando revistas «superficiales» para que se distraiga sin topar con lecturas que puedan afectarle.
La sanitaria no se explica aún cómo se produjo el contagio al tratar al misionero fallecido Manuel García, no recuerda haberse tocado la cara. Tampoco recuerda ninguna conversión mantenida durante su hospitalización. «Está muy agradecida a sus compañeros de trabajo», ha dicho Mesa. «Son como su familia».
Teresa Romero es la primera persona con ébola con amplias posibilidades de curarse en España. Los otros dos casos que ha habido en el país, los dos misioneros de la orden de San Juan de Dios que fueron repatriados después de enfermar en Liberia y Sierra Leona—Miguel Pajares y Manuel García Viejo, respectivamente—, fallecieron en el Carlos III. Fue precisamente atendiendo a este último cuando Romero se contagió, aunque el momento exacto y la forma no están claros.
Para vencer al virus, la auxiliar de enfermería ha recibido dos tratamientos experimentales simultáneamente (plasma de un enfermo que ha superado la enfermedad y un antiviral), por lo que no se puede delimitar cuál de todas las actuaciones ha sido la que ha permitido curar a Romero ni qué medida ha contribuido cada una.
No hay una explicación única de por qué la auxiliar ha superado la enfermedad. Este brote tiene una mortalidad del 70%, lo que quiere decir que en Guinea, Sierra Leona y Liberia, con más de 9.000 casos y 4.500 fallecidos por ébola registrados, uno de cada tres afectados se cura, y ello pese a la precariedad de los servicios sanitarios de los países.