Romper con el ciclo de la pobreza y la dependencia del Estado asistencial. Esa es la misión que ha traído hasta esta capital a Rosario Robles Berlanga, secretaria de Desarrollo Social de México.
En medio de una ajetreada agenda de trabajo y de encuentros con funcionarios del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con quienes ha discutido la necesidad de apuntalar alianzas para combatir la pobreza, y redimir a millones de jóvenes de la frustración, del desempleo, de la falta de educación y de las garras del crimen organizado y la economía informal, Rosario Robles aceptó una entrevista con un Diario de circulación nacional para hablar de los alcances y aspiraciones de uno de los proyectos más importantes del gobierno de México.
En pocas palabras, de la urgente necesidad de rearmar “todo el rompecabezas para fortalecer a la clase media, para reconstruir nuestro tejido social y unir a México. Construir un México incluyente pero también un México, próspero, un México en paz”.
Versátil y pizpireta a la hora de entablar diálogo con funcionarios de organismos multilaterales y con analistas de instituciones académicas —muy pendientes de la realidad dura y punzante de México que han dejado la estela de la masacre en Iguala, Guerrero—, Rosario Robles también se muestra vehemente a la hora de defender el proyecto que le ha encomendado el presidente Enrique Peña Nieto.
¿Cómo le gustaría pasar a la historia?… ¿cómo Santa Rosario redentora de los pobres en México?, o como la funcionaria mexicana que fue capaz de romper el ciclo de pobreza y la dependencia con el Estado asistencial?
Sólo me gustaría pasar a la historia como una servidora pública que contribuyó para cumplir uno de los objetivos más importantes del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que es disminuir la pobreza y la desigualdad.
El presidente quiere dejar ese legado. Ha impulsado reformas muy importantes que garanticen un mayor crecimiento del país, una mayor generación de empleo, una mejor distribución del ingreso, y sabe muy bien que la otra reforma tiene que ser en lo social. Y ahí hemos trabajado y desde luego la gran apuesta es que disminuya el nivel de pobreza en México.
Mi pregunta va en ese sentido porque, hasta ahora, todos los programas para luchar contra la pobreza en México han tenido como misión contener esa mancha de pobreza. Pero, insisto, ¿será capaz el gobierno de México de romper con ese modelo de Estado asistencial, de Estado clientelar?
Ese es el gran objetivo. Rebasar esa visión asistencialista, despertar la capacidad productiva de las familias, generar la idea de que salgan adelante por su propio pie. Y así nos lo han dicho las mujeres. Nosotras sabemos trabajar. Lo que queremos son los apoyos para salir adelante. Nosotros podemos sacar adelante a nuestras familias, nos han dicho.
Entonces, este que ha sido el clamor cada vez que se reúne el Presidente con las mujeres, en cualquier evento donde se encuentra con ellas, se ha recogido en estos cambios que se le han hecho al Programa Oportunidades que ha evolucionado para convertirse hoy en Prospera y que tiene ese objetivo.
Que haya una salida productiva. Que el programa de transferencias monetarias condicionadas sea temporal porque la gente deja de pertenecer a ese programa porque está mejor, porque deja de ser pobre. Esa es la gran aspiración y esa es la encomienda que nosotros tenemos de parte del Presidente de la República. Así es que en esa lógica es en la que tenemos que trabajar.
Usted ha mencionado el tema de la mujer y el papel que va a jugar en este nuevo esquema. Sin embargo, hay debate en cuanto al rol que puede asumir. Hay algunos proyectos que han funcionado muy bien con el papel central de la mujer, como el llamado banco de los pobres en Asia, donde quedó demostrado que la mujer es más responsable a la hora de administrar los créditos. Pero también hay quienes critican a este tipo de programas porque la condenan a estar solamente en la casa y no la convierten en un agente productivo. ¿Usted coincide?.
Pues sí. Y por eso había que hacerle cambios muy importantes al proyecto. Las mujeres son las que están obligadas hoy a demostrar la corresponsabilidad. Hay que tener en cuenta que estas transferencias monetarias son condicionadas. Y la mujer es la que tiene que demostrar que el hijo fue a la escuela. La mujer es la que tiene que demostrar que sí se acude al centro de salud. La mujer es la que tiene que tomar los talleres para acreditar puntos para tener acceso a las transferencias monetarias.
En ellas se sustenta básicamente esta corresponsabilidad. No se comparte con la pareja. Y a veces hasta las mujeres nos dicen: ‘Haga de cuenta que ni marido tengo, porque no me va a cumplir y entonces me van a quitar la transferencia monetaria’.
Ahora, lo que queremos es que estas mujeres tengan la posibilidad de ir más allá. Que sepan que pueden tener un crédito para un proyecto productivo. Que pueden acceder a un pequeño plan de negocios. Que pueden ellas mismas incorporarse al empleo y tener un mejor ingreso.
Es decir, que ellas no solamente tengan este rol tradicional, sino que se conviertan en las proveedoras, como de hecho ya muchas son. Hoy una de cada cuatro familias mexicanas depende de una mujer. Y en muchas otras familias el ingreso de la mujer es complemento del ingreso del marido. Entonces, es reconocerles este otro rol que ya están teniendo como proveedoras. Darles acceso a estas herramientas, a estos programas, a estos créditos. Al propio mercado laboral para que estén en una condición mejor…».
¿Es que a caso en México los hombres somos menos responsables?… ¿menos cumplidores?
En el mundo entero las mujeres son las que mejores pagan los créditos. Y todos estos programas descansan en las mujeres. Porque yo creo que hay una línea que es muy importante. Y es que nadie mejor que una mujer va a estar interesada en que sus hijos estén bien. Las mujeres ponemos el anafre en la esquina para que nuestros hijos coman todos los días. Hacemos los tamales, los vendemos para que nuestros hijos coman. Entonces, esa capacidad, ese espíritu emprendedor que tienen muchas mujeres, lo tenemos que potenciar, que fortalecer.
Ese es el gran cambio de estos programas. Ya no sólo te voy a dar un recurso para que tengas un ingreso mínimo para tu familia. Te voy a permitir, o te voy a apoyar para que accedas a estos otros programas y seas verdaderamente productiva. Y construyas tu propia historia de éxito. Pero esto sin menoscabo de los hombres que también son muy trabajadores.
Y que tienen que arrimar el hombro…
Así es…
Esta misma semana se supo que más de 20 millones de jóvenes en América Latina ni estudian, ni trabajan. Y, en el caso de México, según la OCDE, 25% de los jóvenes no estudian y trabajan. ¿Qué papel puede tener Prospera en este caso y ante las necesidades de estos jóvenes?
Prospera está muy enfocada hacia los jóvenes. Tenemos a las mujeres que serán 97% de las beneficiarias. Pero el programa también involucra las becas para los jóvenes. Entonces, ¿qué pasaba antes con Oportunidades? Pues se becaba en primaria, se becaba en secundaria y hasta preparatoria. Pero hasta ahí se quedaban las becas.
Y en muchos casos, si ese joven encontraba trabajo o seguía estudiando o se venía a Estados Unidos, dejaba de ser asunto del gobierno. Entonces, una inversión de 12 años del Estado mexicano, los recursos públicos invertidos en estos jóvenes y el esfuerzo desplegado se quedaba trunco.
Ahora, cada año son 250 mil jóvenes que salen becados por Prospera del bachillerato. Entonces dijimos, tenemos que darles un menú de opciones a los muchachos. Una carta de la cual puedan escoger. ¿Quieres seguir estudiando una carrera? Entonces sigues becado. ¿Quieres una carrera técnica superior? Pues también te damos la beca. Habrá quienes nos digan que quieren trabajar y al mismo tiempo seguir estudiando, pues en ese caso damos la beca para el sistema no escolarizado.
O también habrá el caso de alguien que, al terminar el bachillerato, pero que es emprendedor, nos pida que le apoyemos, pues entonces lo canalizamos al proyecto de emprendedores. O quizá alguno sólo quiera trabajar, pues entonces se le canaliza al servicio nacional de empleo.
Estamos vinculando todo para que estos 250 mil jóvenes que cada año salen becados por el programa Prospera del bachillerato tengan una opción de seguir adelante ya sea estudiando una carrera, o trabajando en una actividad productiva que les permita estar mejor que sus padres…
Luego entonces, ¿confía en que Prospera será una herramienta eficaz o capaz para arrebatar a muchos jóvenes de las garras del crimen organizado, del subempleo…?
De la informalidad, en suma. Y que tengan opciones incluso hasta de seguridad social. Estoy completamente convencida de ello y es parte del rediseño del programa. Teníamos que hacernos cargo de estos jóvenes. Fortalecer su capacidad educativa, para al final no sólo fueran capaces de terminar una carrera y cerrar ese círculo. Tenemos que cerrar el círculo para realmente romper con ese ciclo de pobreza. Cerrar el círculo significa que esos jóvenes estén incluidos en la prosperidad y el desarrollo del país.
Está usted de visita en Washington. Muchos de los responsables del Departamento de Estado, por ejemplo, están convencidos de que la solución en México ya no pasa solamente por la asistencia militar para combatir el flagelo del narcotráfico. ¿Consideran que es necesario robustecer el tejido social en México? ¿Crear expectativas y robustecer a la clase media? ¿Usted ha encontrado esta disposición en organismos multilaterales como el Banco Mundial para que le arrimen el hombro a México en esta empresa?
Ellos han mostrado mucho interés en este replanteamiento de la política social. De esta política social de nueva generación del presidente Enrique Peña Nieto. Y esta lógica embona perfectamente bien con lo que está planteando el Presidente de la República. Es decir, fortalecer a la clase media, reconstruir nuestro tejido social, armar el rompecabezas, unir a México.
Construir un México incluyente pero también un México próspero, un México en paz. Son tres de los grandes ejes del Plan Nacional de Desarrollo y del proyecto del presidente Peña Nieto.
Es exactamente la misma lógica. Y lo que hemos platicado y trabajado con el Banco Mundial y con el BID, lo mismo que con organismos como ONU, es precisamente trabajar en esta estrategia de inclusión social y de fortalecer esta visión, ya no solamente de contención de la pobreza, o de un asistencialismo desde el Estado, sino básicamente esta visión de prosperidad y de desarrollo y de inclusión que es lo que realmente queremos para México.