Presenta Palou al otro Pancho Villa: «un hombre de conciencia compleja»

Frente al contexto político y social de hoy, Francisco Villa estaría luchando por cambiar la Constitución Política, con la finalidad de conseguir que el país se rija por un documento capaz de representar la identidad nacional y los anhelos de su gente, con preocupación por la educación, comenta Pedro Ángel Palou.
A propósito de su reciente novela, No me dejen morir así, el escritor reflexiona en entrevista sobre la personalidad Doroteo Arango, luego de la investigación depositada en su obra, que lo llevó a conocer al “hombre de carne y hueso, más allá del personaje histórico”.
El resultado es un “Villa totalmente distinto al que conocemos por biografías, descrito como una bestia o un bandolero; más bien era un hombre con conciencia compleja, lector de autores como Dante y pensaba que la salvación del país estaba en la educación, lejos de las armas”. Si bien consideró que en su momento levantarse en armas y continuar la lucha eran hechos inevitables, continúa Palou, estaba convencido de emprender cuanto antes la revolución educativa, pues en ella veía el futuro de México.
La novela relata en primera persona las últimas horas del Centauro del Norte, para después morir y desde ultratumba continuar un monólogo retrospectivo. En el transcurso, “el lector quita las capas de la estatua de Pancho Villa y lo redescubre”.
Para lograrlo, el escritor se concentró en la historia local de Chihuahua en la época de Villa, para después contextualizarlo en el ámbito nacional, como comandante de la División del Norte.
Villa responde a fenómeno locales, asegura Palou, pues cuando se contrasta la macro, con la microhistoria, se encuentran datos como que su asesinato no fue provocado por Obregón, sino obedece a un ajuste de cuentas de gente cercana a él.
Añade que Francisco Villa tomó 24 veces la ciudad de Parral, por lo que se consideraba un problema. “Entonces las primeras autodefensas fueron las de Chihuahua, pagados por los hacendados, quienes no querían ser atacados de nuevo”.
Es así como explica que el libro es una lectura renovada a la persona de José Doroteo Arango Arámbula, capturada en biografías como las de Friedrich Katz o las 34 películas que existen acerca de su vida. “Hay un trabajo muy importante para poder quitarle la maldad e investigar con seriedad esas acusaciones hechas todo el tiempo por la prensa carrancista, en las que se le responsabilizaba como autor de muertes que sucedía”, explica el autor.
Y describe a Francisco Villa como un patriota convencido de los grandes problemas del país con la Iglesia y el alcohol, que cree en la salud pública, que matar a un mexicano es matar a diez o que la educación es la salvación para el país.
El Centauro del Norte va a morir y lo sabe, vive sus últimas horas y mientras tanto se dedica a narrar la historia de sus batallas, sus mujeres y sus pasiones; después de muerto continúa, porque Villa, como muchos mexicanos, quería ser escuchado, “por eso la novela no podía escribirse en tercera persona”, apunta Pedro Ángel Palou.