Cierra el periplo musical de Beethoven en el Festival Cervantino

El periplo musical de Ludwig van en el Festival Cervantino cerró ayer con un recital que cautivo a los asistentes en el Templo de la Valenciana. Fue una conclusión llena de sensualidad, precisión musical, “una verdadera odisea estética en las que se interpretaron las 32 sonatas para piano del compositor alemán”.
Desde antes de las 12:00 horas, la expectación por el cierre del maratón de cinco días con siete conciertos de Rudolf Buchbinder, se sentía en el edificio virreinal.
El publico reunido deseaba escuchar al pianista, uno de los más importantes de la actualidad, y su concierto VII, donde tocaría Sonata número 30 en mi mayor, opus 109, Sonata no. 31 en la bemol mayor, op. 110/ Sonata no. 32 en do menor, opus 111.
Y en esa sucesión interpretó Rudolf las obras. Y los sonidos melancólicos, amorosos, tristes y eufóricos que en diversos pasajes tienen las obras, fueron llenando los espacios del templo y oídos de los asistentes. Fue como una odisea musical donde cada una de las 32 sonatas se interpretaron y formaron un cuerpo sonoro que se quedará en todos los asistentes y en el recuerdo de los muros del edificio.

Porque las notas se quedaron grabadas en la memoria, por la gran interpretación de Rudolf. Y al final de este VII concierto que cerró el periplo de Beethoven, los aplausos fueron largos y emotivos que se coronaron con los claveles en honor al pianista y sus ejecución.
Y será una memoria perdurable los siete conciertos, por todos fueron extraordinarios. Cada uno con su magia, su característica, su pasión y, sobre todo, el ritmo musical que le imprime Rudolf.
En las pláticas de los asistentes, se discutía cuál había sido el mejor. La conclusión, es que no se podía elegir, porque si algunos decían que el ayer fue el mejor, otros señalaban el del domingo o el sábado y así sucesivamente hasta el del jueves, con el cual inició la serie.