Proyecto de Torres Arpi en Casa M. Jiménez enardece a Colectivos

A las 10 de la mañana del miércoles 8 de septiembre, diversos colectivos artísticos y culturales, procedieron a tomar y clausurar, en son de protesta, el Centro Cultural Mariano Jiménez, inserto en un inconsulto y caprichoso proyecto de la Secretaría de Cultura, que modificaría la función pública de ese histórico inmueble, como promotor de las expresiones artísticas y culturales.
El poeta, catedrático e investigador del Colegio de San Luis, Ignacio Betancourt y los integrantes de la agrupación civil Vámonos Haciendo Agua, lanzaron una convocatoria para ejercer presión al secretario de Cultura Xavier Torres Arpi, con la finalidad de que éste exponga de manera puntual, precisa y desglosada el proyecto por el que se altera la vocación y el servicio del espacio cultural en perjuicio directo de los usuarios.
Y es que, obsesionados con el desarrollo tecnológico, los responsables del diseño, la emisión y ejecución de las políticas públicas culturales del Estado, pretenden montar en dicho espacio una especie de ciber-café, bajo el disfraz de una institución denominada “Centro de Nuevas Tecnologías”, que claramente violenta la raíz originaria del inmueble en el que naciera y viviera un protohombre de la guerra de Independencia, el general Mariano Jiménez.
Al conocerse el interés del servidor público ingeniero Xavier Torres Arpi, en funciones de Secretario de Cultura, de dar impulso a un proyecto cuasi-museográfico de tecnologías, los colectivos artísticos y culturales, usuarios cotidianos del Centro Cultural Mariano Jiménez, le solicitaron información más precisa al respecto, sujetando la petición a los protocolos previstos para el caso por la norma constitucional, sin que el secretario de Cultura se haya dignado a cumplir con ella, proporcionando la información requerida.
Los catedráticos del Colegio de San Luis, Ignacio Betancourt y David Madrigal, convocaron a los colectivos artísticos y culturales para defender este espacio de expresión y formación artística y cultural en aras de la dignificación de ese espacio y para evitar, como ha ocurrido en otros casos: la casa natal del periodista Juan Sarabia, por ejemplo, convertida en un “hotel de citas” o la casa natal de Francisco González Bocanegra, donde en su momento operó un negocio de fayuca, que al regularizarse ha tomado el nombre de “empresa impor-tadora”. Y es que, argumentaron, estos espacios reclaman respeto, por sus orígenes y la dignidad histórica que les corresponde per sé; se trata no solo de espacios públicos administrados por una institución llamada gobierno o Poder Ejecutivo, pero ello no significa que se encuentren sujetos al capricho de los gobernantes, en el sentido estricto de su definición como inmuebles insertos en el patrimonio histórico y cultural de los potosinos y de los mexicanos.
Las puertas de la histórica casona se mantuvieron cerradas, sin que tas haber transcurrido 24 horas desde la toma de las instalaciones, las autoridades de la Secretaría de Cultura hayan tomado conocimiento oficial de los hechos y, desde luego, sin que hayan proporcionado la información requerida por las vías institucionales.