Cárteles mexicanos controlan 61 pandillas de jóvenes en EU

El Departamento de Seguridad Pública empapeló en 2009 las escuelas texanas en la frontera con un comunicado alarmante: “Los cárteles mexicanos buscan constantemente nuevas formas para contrabandear drogas y humanos a Texas. Están usando a las pandillasy a nuestros jóvenes para realizar esas operaciones en los dos lados de la frontera”. El papel, que fue pegado en puertas, postes y ventanas a lo largo de los 2 mil kilómetros de la frontera y que circuló durante meses por internet, advertía: “Cuiden a sus hijos”.

El documento recordaba los casos de Rosalío Reta y Gabriel Carmona, dos jóvenes estadounidenses de Río Grande, en la frontera con México, que a los 13 años fueron captados por Los Zetas como sicarios y ahora cumplen cadena perpetua en una prisión texana. “Muchos adolescentes en El Paso han sido obligados a cruzar drogas pegadas al cuerpo por la frontera”, agregaba el oficio.

A pesar de las alertas, en los siguientes dos años, según el conteo más reciente del Centro Nacional de Inteligencia sobre Pandillas (NGIC, por sus siglas en inglés), el número de pandilleros había crecido 40% en todo el país, con más de 1.4 millones de integrantes. Sólo en Texas, hoy se calcula que hay más de 100 mil miembros.

El Reporte Nacional de Pandillas 2013, realizado por el NGIC, revela que seis cárteles mexicanos: Sinaloa, Golfo, Juárez, de los Arellano Félix, La Familia Michoacana y Los Zetasdominan el negocio de lo ilícito en Estados Unidos, y tienen relación con al menos 61 pandillas en todo el territorio.

Un comparativo de dicho informe con el de 2011 muestra que las pandillas son organizaciones volátiles que cambian de bando constantemente. “Aunque la relación [entre pandillas y cárteles] varía en cada región, la mayoría son acuerdos oportunistas”, dice el informe más reciente. Un 81% de estas alianzas son relaciones simbióticas, mientras que en un 15% los cárteles tienen control total sobre la pandilla.

Cuando la droga cruza el Río Bravo, los traficantes pierden nombres y apellidos. “Son grupos independientes, varios grupos. Las pandillas ejecutan de este lado y son protectores de los narcos que les pagan”, señala Larry Guerra, presidente de la Coalición de Sheriffs de la frontera texana, quien trabajó durante años en la unidad antinarcóticos de El Paso, Texas.

Hace tres semanas, relata Guerra desde su oficina en la ciudad más segura de Estados Unidos, capturaron a varios miembros de Barrio Azteca —pandilla que durante años fue aliada del cártel de Juárez y ahora trabaja principalmente para Los Zetas y el cártel del Golfo— que estaban cruzando droga y perpetrando robos en el aeropuerto. El líder de Barrio Azteca, Eduardo Ravelo, figura entre los 10 delincuentes más buscados por el FBI.

Se reclutan sicarios

El primer eslabón en el tráfico de drogas en Estados Unidos, según autoridades, es tarea de los pandilleros. “Básicamente son una especie de fuente de reclutamiento de sicarios, mulas, distribuidores. Los ubican de acuerdo a sus habilidades. La ventaja es que dentro de estas organizaciones hay mucha lealtad, por identidad y por represalias. Muchas veces la pandilla está por encima de la familia. Los líderes de estas bandas no tienen mucho riesgo de ser capturados”, añade el criminalista Óscar Maynez.

En Ciudad Juárez, algunas esquinas están controladas por estas pandillas, que operan también en Estados Unidos. Del otro lado, su miembros realizan los llamados levantones a personas involucradas con el crimen y después los desaparecen o matan en el lado mexicano, por lo que rara vez se ha llegado a contagiar la violencia en ciudades de Estados Unidos.

En la frontera texana existen, según el Departamento de Seguridad de Texas, unas 4 mil 600 pandillas [aunque muchas de ellas están inactivas o son clicas, ramas de las principales pandillas]. Las cuatro que preocupan más a las autoridades, por sus nexos con el crimen, sus niveles de extorsión y homicidios, y su número de miembros, son: Tango Blast [con más clicas asociadas],Texas SyndicateTexas Mexican Mafia y Barrio Azteca, todas formadas por miembros de origen hispano. Según la más reciente Evaluación sobre pandillas en el estado de Texas, estas organizaciones representan la mayor amenaza a la seguridad, junto con los cárteles mexicanos, por la cantidad de afiliados, su alcance transnacional y la efectividad de su organización.

La actividad de las pandillas se ha extendido por todo Texas. Ya no sólo operan en las grandes áreas metropolitanas, sino también en ciudades pequeñas y zonas rurales. A las afueras del pueblo de Zapata, capital del condado fronterizo que lleva el mismo nombre, el segundo al mando en la oficina del sheriff, Raymundo del Bosque, patrulla casi todas las noches por este lugar, uno de los puntos donde más proliferan las stash houses [casas de acopio de droga] y el microtráfico.

Distribuyen, transportan y venden

A los pocos minutos de circular por las estrechas calles con casas unifamilares, los oficiales detienen a una mujer. La señora, de unos 40 años de edad, lleva tatuados un par de cuernos en su cuerpo. “Es de la ‘Texas Syndicate’”, explica Del Bosque, quien la trata con familiaridad. Muchos de los habitantes de este barrio deprimido han sido apresados en alguna ocasión por la oficina del sheriff: “Casi todo el mundo tiene un expediente criminal”. Unos metros más atrás, en una esquina, hay una casa en la que tiempo atrás los agentes realizaron un decomiso y abatieron a un pandillero que abrió fuego e intentó escapar.

La presencia de estos grupos prevalece en los condados adyacentes a México y a lo largo de los corredores clave para el contrabando. “Muchas pandillas transnacionales que operan en Texas, comoSureño 13Barrio AztecaMs-13 y otras, están también involucradas en actividades criminales en México”, indica la Evaluación sobre pandillas 2013.

“Las pandillas colaboran principalmente con Los Zetas y el cártel de Sinaloa”, apunta el último informe del NGIC. “Cooperan con los cárteles principalmente en el tráfico de droga —su principal fuente de ingreso—. La mayor parte de las pandillas estadounidenses en las calles distribuyen, transportan y venden narcóticos y en menor medida participan en su fabricación. Esto permite a los cárteles basados en México acumular enormes ganancias sin poner sus operaciones en riesgo”, indica el documento.