Punto de cruz; un retrato del dolor y esperanza en una familia mexicana

Punto de cruz es una reflexión acerca de la vida, muerte y una confrontación ante la realidad de dos generaciones: una llena de esperanza y, la otra, inmersa en la cotidianidad y resignada a la muerte.
Es un retrato del México enraizado en el matriarcado, entregado a la religión, a los usos y costumbres, creencias y al rigor en la crianza.
La historia de una familia mexicana desintegrada, ausentes el padre y la madre, cuya responsabilidad recae en la abuela.
Sebastián es un adolescente de trece años que vive con su abuela Rebeca. Se trata de un joven interesado en el placer de correr y jugar fútbol con Miguel y Saúl. Fresco y brillante en el exterior, pero confinado a una infancia de encierro, a un ambiente abrumador y al cuidado de su abuela, a quien tiene que cuidar e inyectar insulina.
La abuela es una mujer de supervivencia, trabajo arduo y cuna pobre, cuya experiencia de vida parece haberla golpeado tanto que sus heridas se mantienen abiertas.
Así la vida de estos solitarios personajes transcurre en un pequeño espacio lleno de monotonía donde se lee la biblia que genera un ambiente pudoroso, de mutua incomprensión y diferencia generacional, de ahí el gran choque.
La abuela, como una Penélope en la Odisea, se mantiene tejiendo un suéter azul, que hilvana y deshilvana todos los días, juego que imita Sebastián queriendo extender la vida de su única compañía.
En esa rutina, en el punto de cruz, el niño y la abuela comparten un pedazo de pan en unos cacharros viejos.
En el fondo, son dos seres indefensos, abandonados a su suerte que deberán encontrar la manera de sobrevivir, y por este motivo.
La canosa y sabia mujer, detrás de ese rictus de desapruebo, buscará incentivar a su nieto para que pueda volar con sus propias alas y enfrentarse al mundo, “moldear el corazón.
Hacerlo fuerte, cariñoso y firme”, tal cual ella aprendió, a duros golpes emocionales para hacerse de un corazón fuerte.
“Las mujeres tenemos ventaja. La primera vez que lloramos sangre es cuando parimos.
El dolor físico es lo de menos, lo que más duele es saber que acabas de mandar al mundo a alguien para que sufra”.
Concepción Márquez en su papel de abuela y Armando Durán como el entrañable niño junto al director Hugo Arrevillaga, se confabulan para transmitir una lección de vida, de lo dolorosa, dulce, incomprensible, injusta, ácida que es la existencia, un camino incierto que hay que atreverse a recorrer.
El texto de Francisco Reyes (Oaxaca 1982) fue escrito en el primer taller de la Royal Court International Playwrights de Londres, Inglaterra en México.
Se presentó en el ciclo de lecturas de la Royal Court en México en el Centro Cultural Helénico en lectura dramatizada dirigida por Hugo Arrevillaga.
Punto de cruz con la dirección de Hugo Arevillaga se presenta hasta el 29 de octubre en el Teatro Benito Juárez, Villalongín 15, colonia Cuauhtémoc. Martes y miércoles 20:00 horas.