Tlatlaya, el control de la crisis

Hasta hoy nadie sabe cómo va a terminar el caso Tlatlaya, esa muerte masiva de personas cuyo triste destino se cumplió, de acuerdo con las primeras versiones oficiales, tras el desafío armado de una pandilla de secuestradores, quienes ilusamente creyeron posible enfrentar y someter con las armas en la mano a los soldados de la región.
Al Ejército se le pueden causar algunas bajas en emboscadas y ataques sorpresivos, pero en un enfrentamiento directo es imposible vencerlo. Los militares están entrenados, preparados y dispuestos para llegar hasta las últimas consecuencias cuando son víctimas de un ataque, una agresión o hasta un simple tiro al aire. El mecanismo defensivo-ofensivo, se pone en marcha y no termina sino hasta la eliminación del enemigo.
“Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades. Como se ha dicho, “los que a hierro matan a hierro mueren”. Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces aunque tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien”.
Tal decía Sun Tzu hace ya varios milenios en su célebre Arte de la guerra, lo cual está muy bien siempre y cuando se trate de una situación abiertamente beligerante necesaria para dichos afanes, pero el caso actual de las actuaciones militares en México no se ajusta a esa circunstancia.
A pesar de cuanto haya dicho el ex presidente Felipe Calderón, el Ejército no está en guerra contra nadie; desarrolla (sin el marco jurídico pertinente) una labor de respaldo al poder civil en condiciones a veces ambiguas y en otras francamente arriesgadas en varios sentidos.
Pero si ya sobre eso se ha teorizado y discutido hasta el cansancio (no hasta la solución) el asunto ahora debe analizarse desde los hechos mismos.
Lo único por indagar ahora es si los soldados implicados en las labores del orden fueron agredidos, si repelieron el fuego y lo llevaron ante la contumacia armada de sus insistentes agresores hasta las consecuencias finales (en el lenguaje de las armas eso quiere decir la aniquilación del otro) o simplemente pudieron haber capturado vivos a quienes de tan aleve manera querían acabar con los uniformados. La indagatoria de dos medios de información de Estados Unidos (Associated Press y Esquire) revivió el caso y el interés por el mismo y tras sus publicaciones todas las ONG’s habidas y por haber (mientras la CNDH bostezaba) se metieron de lleno en el supuesto fusilamiento de quienes si bien habían cometido una grave agresión, ya estaban rendidos, vencidos e inermes.
Eso dice una mujer cuyos ojos vieron el desarrollo del drama, incluidas las ejecuciones. En medio de todo esto destaca la actitud de la Secretaría de la Defensa Nacional, cuyo mando superior determina acciones decididas a favor del esclarecimiento de los hechos.
En relación al incidente ocurrido en el municipio de Tlatlaya, México, el 30 de junio de 2014, en donde personal militar repelió una agresión armada, se informa lo siguiente:
“Esta Dependencia (19 septiembre) es la más interesada en que este incidente sea investigado a fondo, pues los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea estamos obligados a conducirnos con pleno respeto a los derechos de las personas.
La Secretaría de la Defensa Nacional prestará su colaboración irrestricta para que la autoridad competente esclarezca los hechos y determine la verdad jurídica sobre este acontecimiento.
El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos refrendamos nuestro compromiso de cumplir con las misiones asignadas con estricto apego a la ley y a las directivas giradas para que en todo momento se preserve la vida y la seguridad de las personas, respetando invariablemente los Derechos Humanos de los Ciudadanos”.
La ya sabida detención de personal miliar relacionado con esos sucesos es un paso adelante en el compromiso expresado en el comunicado anterior, sobre todo por su carácter complementario y preventivo ante las indagatorias de los probables delitos por parte de la Procuraduría General de la República. Frente a este encadenamiento de hechos surge de pronto un viejo recorte de prensa, presentado a la opinión pública por el representante en México del Alto Comisionado de la ONU para los derechos Humanos, Javier Hernández Valencia, quien exhuma un artículo de Miguel Ángel Granados, según el cual en el mismo lugar, en el 2008, 23 personas(por lo menos) habrían sido asesinadas por un grupo no identificado, tras cuya sangrienta acción habría llegado personal militar a disuadir a los lugareños de guardar silencio. Hasta ahora resulta difícil creer en la posibilidad de ocultar un hecho de tal gravedad, no obstante haber salida la luz en un diario de notoria presencia (Reforma), pero nadie sabe hasta ahora (ni el funcionario de la ONU) cómo fue posible pasarlo por alto o hundirlo en la sombra. Si en verdad ocurrió.
SENADO
Finalmente fracasó la intentona del Partido Acción Nacional para figurar de manera alejada de sus escándalos cotidianos y ofrecer un rostro de seriedad legislativa desde el Senado de la República convertido en banquillo de acusaciones contra el presidente Peña Nieto.
Ni la tortuosa elocuencia de Javier Corral ni los sibilinos modos de Roberto Gil lograron cambiar al formato del Seminario sobre Federalismo del próximo martes con la presencia de Peña, oportunidad dorada de los panistas para subirse a un ring de aire en el cual pudieran lucirse debatiendo con el Jefe del Estado.
“Después de una acre discusión de casi tres horas (La Jornada), el Senado de la República rechazó la propuesta del PAN para que se cambiara el formato del Seminario sobre Federalismo que se llevará a cabo el próximo martes y se obligara al presidente Enrique Peña Nieto a debatir con todas las fuerzas políticas, en una especie de comparecencia, en la que pudiera ser cuestionado”.
“El PRD votó junto con el PRI y el PVEM para rechazar la propuesta panista y los argumentos esgrimidos por los legisladores de Acción Nacional, en el sentido de que ese evento, en el que participa Peña Nieto, es en
realidad “un homenaje” al Ejecutivo federal que violenta la división de poderes”.