Duelo de escuelas de música: privadas vs. públicas

De acuerdo con el registro de la Universidad de Guadalajara (UdeG), por lo que respecta a las opciones que se brindan a jóvenes para estudiar música –cuatro licenciaturas y una carrera técnica– dentro del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), éstas han registrado para el semestre 2014-B un descenso drástico en el número de espirantes, al grado de que, en algunos casos, ni siquiera se cubre la mitad del cupo que se tiene reservado para estas carreras (ver tabla más abajo); por el contrario, para algunas instituciones de orden privado que ofertan licenciaturas vinculadas a la música, el año pasado ha sido el mejor en cuanto a inscripciones, pues hay casos en que las cifras en ese rubro han sobrepasado sus expectativas.
En estos términos, a decir de autoridades, profesores y alumnos, las causas de estos fenómenos pueden ser diversas aunque no deja de existir una conexión que liga las aspiraciones de los jóvenes en la actualidad, perfiles de egreso para las carreras, las condiciones de un posible mercado de trabajo y, también, una tendencia sobre qué es lo que “atrae” a la juventud de la música contemporánea, una tendencia que presenta un futuro incierto.
Las opciones limitadas
Para Gabriela Flores Peredo, maestra de repertorio en la Escuela de Música de la UdeG (nivel licenciatura), la baja demanda podría deberse a la “falta de promoción de la escuela hacia el exterior, pero también al surgimiento de academias privadas que estimulan la competencia”; a lo anterior se aúna que no hay suficientes orquestas que garanticen un ejercicio y desarrollo profesional adecuado, dejándoles pocas opciones salvo “continuar estudiando”, frecuentemente fuera del país.
En estos términos, agrega la maestra que las academias privadas ofertan preparación “en la música que los chavos quieren sobresalir, donde posiblemente haya más trabajo, algo que no ofrecemos nosotros pero en lo que avanzamos, pues se cuenta con dos orquestas en el CUAAD”; ahora, en cuanto a “géneros alternativos” (como el jazz o el rock), la solución puede ser ofrecer más “cursos” extracurriculares.
En un ambiente donde existe “poco apoyo por parte del gobierno” para promoverla, la música formal brinda poca posibilidad de desarrollo, dice Flores, algo en lo que coincide Charles Nath –profesor con 25 años de antigüedad en la UdeG– quien, asimismo, ha visto “aumentar mucho la calidad de los alumnos, con quienes es un placer trabajar porque, en general, hay en ellos una riqueza humana extraordinaria”.
Con todo, Nath acepta que “puede haber menos interés en la sociedad por la música clásica”, además de lo difícil que resulta ubicarse en el mercado de trabajo al graduarse; “en este momento, en la filarmónica hay poco interés en apoyar a los alumnos de la universidad, es un ambiente muy competitivo. Sin embargo, aunque exista una baja en las inscripciones, lo cierto es que en algunas áreas se han incrementado –como en instrumentos de viento, donde hay maestros excelentes–; finalmente, si se desea aprender música clásica, la opción es la UdeG (aunque las condiciones para la enseñanza estén lejos de ser las adecuadas)”.
Una oferta contemporánea
Por otra parte, para Felipe Castro, director general de la Universidad Libre de Música (ULM), las diferencias entre la UdeG y una institución como la que preside se hallan en el “tipo de oferta” académica; así, “nosotros ofrecemos un programa orientado a la música popular contemporánea” y el de la máxima casa de estudios es “más formal” y, aunque la música comparta “la misma esencia”, hay cuestiones en las que “la popular es menos estricta que la formal, y ofrece mayores vías de expresión”, a lo que suma que la “actualización” de sus planes de estudio es algo que ha resultado “más atractivo para los jóvenes”.
De esta forma, la ULM –que este año ha ofertado su licenciatura en Interpretación y Producción Musical (además de dos carreras técnicas, que se incluyen dentro de su programa “Prepa de la música” que permite asimismo cubrir su bachillerato)– tiene ahora “el doble de alumnos que el año anterior” en todas sus opciones, lo que Castro atribuye a que cubren “una necesidad” puesto que “no había escuelas donde se ofreciera este tipo de formación (antes, sólo estaba la UdeG)”.
La ULM también brinda alternativas en áreas de producción, gestión y cuestiones sobre derechos de autor.
La promoción es clave
En opinión de Antonio Gutiérrez, profesor en la Academia Fermatta, las causas de que los jóvenes se enfoquen “en ingenierías de producción y no quieran ser instrumentistas” están en el hecho de que las primeras “se promocionan más, lo que no ocurre con la música de concierto y los instrumentos”.
A lo anterior, se suma la “falta de apoyo estatal” para estimular un mercado de trabajo “en el que las orquestas están llenas”, dice Gutiérrez, de ahí que muchos jóvenes “no vean oportunidades en el futuro”; si la impresión de muchos alumnos es que lo clásico es “viejo” es por desconocimiento y falta de promoción, por lo que la idea es “buscar formas para que se interesen en ella”.
Buscar el equilibrio
Julio Lara, músico y maestro (de Teoría de la Música, Ensambles y Entrenamiento Auditivo) en la Academia Fermatta, considera que su experiencia en esta escuela le ha brindado “un acercamiento hacia cosas de tecnología y producción, algo bueno tanto para maestros como para alumnos, con quienes se tiene un trato muy directo”.
Para Lara, formado en la UdeG, “la tendencia ahora es pensar la música en términos de producción, incluso desde una computadora (los medios electrónicos se han abaratado y es posible para muchos tener un estudio casero, algo impensable hace quince años)”; de esta suerte, “lo que se requiere es una educación integral que incluya aprender un instrumento y también a producir”.
En su experiencia, aunque no es general, la formación de un músico no brinda muchas posibilidades para que haga promoción de lo que hace en términos comerciales y de producción, lo que hace que quienes se especializan en esas áreas “se lleven los billetes”; al final, muchos de los estudiantes “tampoco conocen algunos instrumentos y ni se han acercado a escuchar un concierto”, algo para lo que –afirma– no hay que buscar “culpables” sino soluciones.
OFERTA Y DEMANDA
Licenciaturas en formación musical en el CUAAD de la UdeG
Carrera Aspirantes Admitidos No admitidos Cupo
Licenciatura en música con orientación en canto 3 3 0 10
Licenciatura en música con orientación en composición 7 7 0 20
Licenciatura en música con orientación en ejecutante 17 17 0 30
Licenciatura en música con orientación en pedagogía musical 6 6 0 15
Fuente: Coordinación de control escolar de la UdeG
VOCES
Desde la visión de los alumnos
UdeG
Elsa Barba, estudiante de música de primer ingreso en la UdeG, con apenas 18 años, estuvo antes en una orquesta infantil donde comenzó a recibir instrucción para tocar el violín. Desde su perspectiva, la máxima casa de estudios fue siempre su objetivo “me gusta la música clásica y, en las escuelas privadas, lo que enseñan es música contemporánea; creo que los programas de la universidad están más orientados a lo que a mí me gusta. Aunque no conozco bien el sistema de otras escuelas, me interesa comprender la música más que sólo hacerla”.
Carlos García, con 22 años de edad, llegó a estudiar la licenciatura en la UdeG tras cuatro años en la Escuela de Música Sacra de Guadalajara (nivel técnico), siempre tuvo claro que su idea era enfocarse en la composición, en especial vinculada al cine; ahora, debido a su impresión sobre el mercado laboral en la actualidad, piensa “ir al extranjero” para buscar mayores oportunidades.
Fermatta
Diego Cortés Hernández, con 19 años de edad, es consciente de que su “primera opción” al salir de la preparatoria era “estudiar música”; así, su decisión se sustentó en considerar que Fermatta “es una de las mejores academias en la ciudad, por sus maestros y el equipo con el que cuenta”, lo que supo por las “recomendaciones” recibidas.
También en esta academia encontró “justo lo que buscaba”, primero el diplomado en Producción de Música Electrónica (y certificación de DJ), aunque ahora comenzó la carrera de Ingeniería en Audio, pensando en “componer música”.
Tenoch Ramos, de 18 años de edad, a pesar de no haber considerado antes la música como opción profesional, refiere que al terminar la preparatoria lo supo de cierto “y empecé a ver escuelas, y ésta fue la que se me hizo más adecuada para lo que buscaba, por sus instalaciones y equipo; siempre supe que no quería ser músico en sí, sino producir, estar detrás de todo, en la cabina y todo eso, por eso opté por la Ingeniería en Producción Musical”.