«D.F. Confidencial», referente de la capital

J.M. Servín afirma que cuando un cronista se encuentra con algo que lo impacta, lo indigna, lo hace reír o lo sacude, debe tener la habilidad de reconocer que está frente a un suceso que lo puede llevar a contar una historia en la que se va a involucrar decididamente.
“Es como comprometerte con una situación, con un momento dado en cualquier circunstancia de la vida que te sacude como persona. Es un poco como el odio, el amor, las emociones y los sentimientos más simples del ser humano, los más auténticos”.
El cronista mexicano habla de la segunda edición de su libro de crónicas “D.F. Confidencial, crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro”. Comenta que, con respecto a la primera edición publicada en 2010 por Editorial Almadía, ésta contiene dos o tres crónicas más. En una de ellas cuenta un paseo que hizo sobre la Alameda Central del Distrito Federal y en la otra narra las visitas a hospitales públicos que tuvo que hacer cuando su hermano estuvo internado de gravedad.
El escritor considera que una ventaja del libro es que en él se insertan temas o historias que regularmente no se abordan en los medios de comunicación.
“Y ya no hablo siquiera de periódicos y revistas, porque la crónica prácticamente ha desaparecido de los medios impresos de publicación semanal o diaria. La crónica se ha ido trasladando a los libros. Pero creo que es en parte la visión, es el estilo, y una parte los temas. Es un conjunto de todo”. Para Servín, el cronista debe moverse como un cazador que sólo lleva una bala en el rifle. Necesita muy buena puntería para dar en el blanco: la historia. “Un ingrediente que no debe faltar en ninguna crónica es la pasión y el conocimiento… El involucramiento con el tema. Yo no creo en la distancia ni en una supuesta objetividad. Mientras más te involucras, mientras más vibras a partir de tus sentimientos y emociones, más posibilidades tienes de contar una historia digna, que atrape al lector y que lo lleve a identificarse con los personajes y los escenarios que tú estás describiendo”.
Apunta que el cronista debe alejarse del lugar común, del estereotipo, de los prejuicios y de la falta de lenguaje, pues la crónica también es un ejercicio de captación del lenguaje. Ganador del Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en 2004 en la categoría de reportaje escrito, agrega que le interesa el dilema del hombre común para sobreponerse.