Deporte nacional: Cada quien su vida

Empecemos con Andrés Manuel López Obrador, y eso no tanto porque esté adquiriendo
cierta relevancia —ojalá no me haga tragar mis palabras—, sino porque tal cual el infaltable de Vicente Fox no deja de tener cierta gracia con su desmesuras, sus despropósitos, para decirlo con franqueza, con sus burradas.
De Fox no tendremos que cuidarnos por algún tiempecillo, aceptó la chamba de coyote y sus empleadores le han ordenado que se abstenga de emitir esos ruidos parecidos a palabras e ideas, con la intención de que no haga mal ambiente para los inversionistas que llegarán para quedarse.
El más importante en las manos de Chente, dicho por él mismo, es el más billetudo gasolinero de Estados Unidos, que abrirá expendios a pasto, sin limitaciones ni los problemas que enfrentan los locales, por ejemplo, la infaltable mordida que se entrega en los municipios —especialidad del vecino Estado de México— y que al cambio de autoridades nunca es reconocida por los nuevos funcionarios.
Fácil de entender. Se pide una “donación” para adquirir materiales de construcción para reparar una escuela. Siempre es una escuela el pretexto, pero nunca dicen cuál ni dónde está. Se entrega el billete, se hace una especie de ceremonia en la que están varios empleados del alcalde o del funcionario encargado y se dan las gracias por tan generoso donativo.
Llega el siguiente edil y al son de lo caido caido (sin acentos), no reconoce la donación y pide que se renueve el obsequio para “reparar una escuela” que queda en la oscuridad de la geografía estatal. El inversionista gringo no tendrá tales problemas y podrá abrir sus changarros donde se le inflamen las amígdalas sin las restricciones actuales de cierta distancia con centros de reunión masiva —cines, salas de espectáculos en general, escuelas, hospitales—.
En fin, descansaremos de Fox, pero de ninguna manera del Pejelagarto, quien ya dio una ligera probada de quiénes serán sus enemigos.
No estarán, como algunos supondrían, entre los tricolores, a los que mucho debe de su existencia como político, ni tampoco con los panistas, a los que deja pasar todas las tropelías y bandidajes que los mismos azulinos se encargan en hacer del conocimiento público.
No, los enemigos de Andrés Manuel están en las filas del PRD, partido al que canaliza sus odios y sus complejos de eterno perdedor. Y no se alegue que ganó en elección legítima la ciudad de México porque no es cierto.
Por concesión graciosa del mandatario en turno se le admitió como candidato cuando no cumplía los requisitos.
Pero esto es algo que se ha dicho y que se explica por la conciencia sucia de un priismo avasallador durante siete décadas, necesitado de contrapesos políticos que le lavaran el rostro ante la opinión pública mundial.
En gira por el estado de Guerrero y confiado en que su partido será el más poderoso, el partido que heredará a su hijo de los tenis de 700 dólares y paseos en yate, López Obrador advirtió que en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) “nos reservamos el derecho de admisión” y señaló que puede afiliarse todo el que simpatice con su organización, pero…
No permitirá “si lo quiere hacer alguno de los perdedores de la elección; lo mismo si lo quisiera hacer Armando Ríos Piter, senador por el PRD o Manuel Añorve, diputado del PRI”, este último por cierto no tiene vela en el entierro del PRD.
Es más: ha sido alcalde de Acapulco, diputado local, diputado federal y otras cosas, pero nunca terminó sus periodos porque renunció para mejorar el hueso.
Esta amenaza tan inoportuna puede desalentar a muchos para tocar las puertas de los morena-zoos, al menos en ciertos niveles de dirigencia, pero en afán pragmático AMLO abrirá las puertas a quien le arrime seguidores.
Ejemplo, René Bejarano al que cualquiera pensaría apestado desde hace mucho, más cuando apenas alcanzó 10 por ciento de la votación interna, pero no se olvide que es gran acarreador, protector de panchos villa, tolerados y otros grupos de choque.
Habrá que esperar más sorpresas de estos comicios, en los que echaron en los lomos de los consejeros electorales la carga de la credibilidad. Alejandro Encinas habló de un cochinero, aunque se abstuvo de calificarlo de “chuchinero” como en elecciones anteriores… Encinas, el protector de Julio César Godoy, el templario.
La buena de la semana. Dos muestras de que vamos requetebién. El estacionamiento del Zócalo, con centenares de vehículos blindados y costo superior al millón de pesos. Progresamos, ¿no?
Otra, en 200 metros del Camino Viejo a Huixquilucan, en Cuajimalpa y el Estado de México, hubo una celebración el domingo.
Los guaruras se alinearon en batería sobre las banquetas. El espectáculo era magnífico: parecían comandos dispuestos a una invasión.
Ambos hechos me dejaron contento porque pensé que estamos saliendo del bache, que pronto podremos todos comprar vehículos de lujo y contar con ayudantes y guardianes personales.
Pero nunca falta un aguafiestas. Me explicaron que los vehículos son adquiridos con el dinero de mis impuestos, y que los ayudantes y toda la parafernalia que acompaña a estos sujetos también se paga con mis impuestos.
Y de pronto me di cuenta de que el único que no tiene acceso a servicios gozosos con mis impuestos soy precisamente yo. Así que el bienestar tardará en tocar a mi puerta, si es que algún día decide hacerlo.