Aunque se han presentado densos escenarios de adversidad que llaman al desaliento, no hay que olvidar que estamos aún vivos y que mientras se respire, hay esperanzas, manifestó el portavoz del Arzobispado potosino, Juan Jesús Priego Rivera, al convocar al retorno y fortalecimiento de la fe, y a la práctica de los valores que por diversas causas y circunstancias han quedad de lado.
Dijo que, en la víspera de la conmemoración del 160 aniversario de la constitución de la diócesis potosina, la Iglesia católica local formula una convocatoria al retorno y fortalecimiento de los valores de la fe, la verdad, la humildad, la honestidad… y aprovechar la fiesta católica como una oportunidad para dar el viraje que se requiere para aportar estos valores a nuestro estado y a nuestros ciudadanos.
Observó que en el marco de esta celebración, que se llevará a efecto el 19 de este mes en el estadio Alfonso Lastras, se ofrecerá la coronación pontificia de la patrona de Catedral, de la Ciudad y de los Sacerdotes: Nuestra Señora de la Expectación, la madre de la esperanza, la virgen encinta que dará a luz para despejar las sombras.
Dijo que no podemos dejarnos caer en la desesperanza no obstante la oscuridad de los escenarios adversos, porque “nunca, creo yo, es tarde para luchar”.
—No es una casualidad que se dé en este contexto la coronación (pontificia) de la Virgen de la Expectación, la virgen de la espera, la virgen encinta, la virgen que está a punto de dar a luz…
Será –dijo—, una nueva oportunidad para que su hijo, el hijo de Dios y Dios mismo, renazcan entre los potosinos y en la comunidad nacional.
El sacerdote destacó las virtudes de las mujeres y, en particular de aquellas que han sido bendecidas con el don maravilloso de la maternidad; indicó que no es casual tampoco que entre los potosinos y los mexicanos, exista una clara, profunda e indeclinable veneración mariana.
El portavoz arquidiocesano, a nombre del obispo y de la curia potosina, convocó a la comunidad católica para que este 19 de septiembre participe activamente de este acontecimiento, como una oportunidad para fortalecer la fe, reconstruir y fortificar los mejores valores del ser humano y propiciar la unidad desde el seno familiar hasta las interacciones sociales, que tanta falta nos hace ya.
