Fiesta patronal de San luis Rey en San Luis Potosí

Son una muestra de las tradiciones de nuestro país y forman parte de la riqueza cultural. Las fiestas patronales son características de nuestra cultura, en nuestro país encon­tramos tal variedad que resulta indescrip­tible enumerarlas, no existe un lugar o una población en la que no se realice una fiesta dedicada a alguna ima­gen religiosa del catoli­cismo.
Las fiestas patrona­les son características de nuestra cultura, en nuestro país encon­tramos tal variedad que resulta indescrip­tible enumerarlas, no existe un lugar o una población en la que no se realice una fiesta dedicada a alguna ima­gen religiosa del catoli­cismo.
Esta muestra de tradiciones lle­nas de simbolismos, que suman la convivencia de quienes habi­tan en ciudades o barrios don­de se realizan, son expresio­nes culturales que hacen más atractivo nuestro país y San Luis Potosí forma parte de esta ri­queza.
En agosto llega la celebración mayor de nuestra ciudad, el día 25 cuando se conmemora a San Luis Rey, patrón del estado y de nues­tra ciudad.
El nombre de San Luis es en ho­nor de San Luis IX Rey de Francia; posteriormente el Virrey don Francisco Fernández de la Cueva Duque de Alburquerque concedió que de Pueblo y Minas del Potosí se constituyera a la categoría de ciudad el 30 de mayo de 1656. Cambiando el nombre de Mesquitique por el de Potosí, en referencia a la riqueza de las minas del Cerro de San Pedro, comparadas con las minas del Potosí en Bolivia.
Fiesta tradicional se ha colocado entre las mejores del país, pues es a través de su Feria Nacional Potosina como, durante casi cuatro semanas, San Luis vive su festejo.
La ciudad se viste de fiesta a tra­vés de diversas actividades como una procesión con imágenes talla­das, estandartes. Bandas de músi­ca y en el espacio donde se rea­liza la Feria Nacional Potosina, se congrega una gran cantidad de persona, habitantes de la capi­tal y visitantes, para disfrutar de un fabuloso espectáculo como lo es la famosa quema de pólvora.
Pero desde los primeros días del mes de agosto la ciudad ini­cia sus festejos con los toros, el palenque, el teatro del pueblo, los delfines, la exposición gana­dera, los juegos mecánicos, la muestra industrial, la artesanal y la gastronómica, además la ani­mación a través de los artistas que acuden para el disfrute de los asistentes.
La fiesta patronal de la ciudad de San Luis Potosí se lleva a cabo cada 25 de agosto, en ella se celebra a San Luis Rey de Francia.
La Catedral Metropolitana de San Luis Rey, es la sede de la arquidiócesis de San Luis Potosí. Está ubicada en el centro histórico de la capital potosina, en el costado Oriente de la plaza de armas, o plaza principal. El edificio que actualmente conocemos se levantó en el año de 1670 y fue terminado en el año de 1730. Fue designada catedral a partir de 1854.
Esta edificación fue una de las primeras construcciones barrocas de la ciudad, destacan la decoración de estatuas de apóstoles esculpidos en mármol de Carrara y sus dos grandes torres. El decorado en el interior es a la manera neoclásica llevada a cabo en 1896, los adornos de las bóvedas y paredes fueron realizadas por los italianos Claudio Molina y Giuseppe Compiani.
El altar principal se compone de un gran ciprés realizado en mampostería, de dos cuerpos. En el primero se encuentra el Manifestador, el segundo resguarda la imagen de Nuestra Señora de la Expectación. Los altares laterales son realizados en estilo neoclásico. Detrás del altar principal se ubica el coro.
San Luis, rey de Francia, es, ante todo, una Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor. Las madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y San Fernando.
En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blanca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada. No olvida el inculcarle los deberes propios del oficio que había de desempeñar más tarde, pero ante todo va haciendo crecer en su alma un anhelo constante de servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado. «Hijo -le venía diciendo constantemente-, prefiero verte muerto que en desgracia de Dios por el pecado mortal».
Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven ante los ejemplos de una tan buena y tan delicada madre. Tanto más si consideramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en medio de una nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no pocas veces en hervideros de los más desenfrenados, rebosantes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas tuvo que luchar denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había alcanzado ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor de edad a su hijo, el futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234. Ya rey, no se separa San Luis de la sabia mirada de su madre, a la que tiene siempre a su lado para tomar las decisiones más importantes. En este mismo año, y por su consejo, se une en matrimonio con la virtuosa Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza. Ella sería la compañera de su reinado y le ayudaría también a ir subiendo poco a poco los peldaños de la santidad.
En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la historia. Su obra favorita, las Cruzadas, son una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas consecuencias del sacrificio y de la abnegación. Por otra parte, tanto en la política interior como en la exterior San Luis ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Tenía la noción de que el gobierno es más un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus súbditos.
Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados. Desde 1247 comisiones especiales fueron encargadas de recorrer el país con objeto de enterarse de las más pequeñas diferencias. Como resultado de tales informaciones fueron las grandes ordenanzas de 1254, que establecieron un compendio de obligaciones para todos los súbditos del reino.
El reflejo de estas ideas, tanto en Francia como en los países vecinos, dio a San Luis fama de bueno y justiciero, y a él recurrían a veces en demanda de ayuda y de consejo. Con sus nobles se muestra decidido para arrancar de una vez la perturbación que sembraban por los pueblos y ciudades. En 1240 estalló la última rebelión feudal a cuenta de Hugo de Lusignan y de Raimundo de Tolosa, a los que se sumó el rey Enrique III de Inglaterra. San Luis combate contra ellos y derrota a los ingleses en Saintes (22 de julio de 1242).