Una verdadera nueva política de seguridad

La necesitamos, pues no debemos acostumbrarnos al espectáculo de cientos de jóvenes sometidos y puestos por la policía en el suelo, boca abajo y con las manos atrás, como estos días en Zapopan, Jalisco, ni a los casi mil detenidos en el “Operativo Rastrillo” de la Policía del DF, el último fin de semana en tres delegaciones de esta capital.
Sí, en el primer caso los muchachos habían resistido agresivamente la acción policiaca para que no escandalizaran en la vía pública y, en el caso del “Rastrillo”, se trataba de una medida preventiva, aplicada ya antes en varias partes del país, para tratar de reducir la incidencia de varios delitos como narcomenudeo o el robo a transeúnte y a casas habitación. Igualmente, y aunque reconozcamos su pertinencia en la actual situación de inseguridad, tampoco podemos estar de acuerdo en que prevalezca a largo plazo la política de retenes en las carreteras ni la militarización del país.
Es muy preocupante que tengamos necesidad de llegar a estos extremos que no convienen a nadie en nuestra sociedad. Son muy peligrosos los traumas y otros efectos indeseados sobre todos, incluidos la propia autoridad, los cuerpos policiacos y militares y, por supuesto, los ciudadanos.
Otras cuestionesconflictivas interrelacionadas con la misma política de seguridad aplicada son el centralismo, el prohibicionismo sobre las drogas y la corrupción que permea todo el sistema.
También, qué modelo de cooperación adoptamos con Estados Unidos en materia de seguridad. Y luego, como corolario, la cuestión del desarrollo cívico y cultural de los mexicanos. (Sin desestimar para nada la importantísima cuestión de solventar la desigualdad económica y social como elemento esencial para reducir la criminalidad, materia de otro completo análisis).Del centralismo tenemos hoy viernes una muestra destacada: la Comisión Nacional de Seguridad presenta las primeras tres subdivisiones de la Gendarmería Nacional, cuerpo de seguridad integrado a la Policía Federal, cuyos 5 mil elementos “actuarán como agentes de reacción (operaciones especiales y de control social), de operaciones rurales y de proximidad social (labores de seguridad pública en sustitución de policías locales)”, una especie de Ejército policíaco con jurisdicción en cualquier parte del país, lo cual desalienta el fortalecimiento de las policías locales. Como bien aduce Ernesto López Portillo: “el país no necesita más sino mejor policía… jamás habrá policía federal que alcance en un país donde la autoridad local no logra ser el primer y más cercano frente de protección al ciudadano” (“Gendarmería: otra vez, más policía”, El Universal, 19ag14).Fortalecer el orden local, lo que tiene que ir unido a una nueva política no prohibicionista en relación a las drogas para terminar con las inmensas ganancias del narcotráfico que financian la extendida corrupción. En efecto, la presión de la delincuencia organizada sobre toda autoridades es intensa; si no son cooptadas con generosas remuneraciones, se ven sujetas a extorsiones y amenazas diversas. Un reporte de la Asociación de Autoridades Locales de México estima que al menos 45 presidentes municipales han sido asesinados en el país en los últimos ocho años, principalmente en Oaxaca, Michoacán, Durango, Chihuahua y Veracruz, pero esta situación se da también en muchas otras entidades. “Somos el eslabón más débil de la cadena de mando, los más incomprendidos por los gobiernos estatal y federal y los más expuestos a los criminales. Para la federación es fácil atacarnos, criticarnos y señalarnos”, declara el ex alcalde de Tepalcatepec, Guillermo Valencia. (Jesús Badillo, Milenio, 19ag14).
Lo que el comisionado federal en Michoacán, Alfredo Castillo, señala como elementos para tener una policía mucho más confiable y más capacitada “para llevar al mínimo lo que podrían ser los riesgos de ser infiltrados”, es precisamente lo que hay que procurar en todas las policías locales de México: “una policía con protocolos, con técnicas, con todas las herramientas para evitar la infiltración… darles una identidad, un modelo de vida, un proyecto de vida… mejores sueldos y beneficios para sus familias, como becas y seguro médico”.
Por supuesto que es obligada una positiva cooperación de México con Estados Unidos en cuestiones de seguridad, pero buscando que cada uno de los dos países cargue proporcionalmente con la responsabilidad y costos que le correspondan (sin excesos, como los honores de jefe de Estado que nuestros jefes de las fuerzas armadas dieron esta semana a general estadunidense al condecorarlo).
Y en una evolución adecuada hacia la terminación de la guerra contra las drogas y al control de la desbocada migración ilegal desde el sur del continente y otras partes del mundo con programas de cooperación internacional para enraizar a la gente en sus propios países con dignas condiciones de vida y trabajo.Más Policía Federal, más fuerzas armadas, más fuerzas de seguridad privadas, significan la militarización del país, un clima generalizado de violencia e inseguridad y seria afectación de los derechos de todos a la libertad constitucionalmente definida. Necesitamos una diferente política de seguridad.
Y una revolución cultural contra la violencia, en favor de los mejores valores humanos y sociales. La necesidad imperativa de un sistema de impartición de justicia pronto y eficaz, que no permita la impunidad y la corrupción, y cuyas penas y castigos sean justos y proporcionales a los delitos cometidos y con gran énfasis en la rehabilitación en el trato y condiciones de reclusión de los presos. Un gran debate social para analizar las mejores y más libertarias y republicanas formas de disminuir la extensión y la nefasta influencia de la violencia que nos inundan a través de medios como el cine y la televisión.