Reformas estructurales no revelan la realidad social, aseguran

La incertidumbre que han generado las reformas estructurales: laboral, educativa, hacendaria y energética, comienza a manifestarse entre los ciudadanos a lo largo y ancho del país, toda vez que las promesas realizadas por el gobierno se mantienen como tales, como promesas que no se reflejan en la realidad social, advirtió el psicólogo Fernando Tapia Rivera.

El también médico homeópata, ex director de la Facultad de Psicología de la Universidad de Querétaro, dijo que la ausencia de empleos remuneradores contribuye ampliamente en la profundización de la inseguridad personal, más en épocas como esta cuando los padres de familia se sumen en la impotencia, al no poder sufragar al cien por ciento los gastos que entraña el regreso a clases.

Si bien es cierto que el gobierno federal ha estado aportando datos en el sentido de la generación de nuevos empleos, no ha dejado en claro que un amplio porcentaje de estos carece de certidumbre legal y se sujeta a condiciones de temporalidad, razón por lo que se observa el engrosamiento de las corrientes migratorias internas y externas.

Por otra parte, no puede dejar de notarse el hecho de que los espacios para la educación pública se han reducido considerablemente y, aún que no hay suficientes plazas para los nuevos educadores, egresados de las escuelas normales y que se ven orillados a contratar sus servicios por unas pocas horas en el sistema de educación privada, con ingresos del todo insuficientes.

La situación se torna aún más compleja si no se descuida que las tarifas de la luz y el agua, así como los precios del gas doméstico, lejos de bajar se mantienen en constante incremento, lo que impacta la prestación de otros servicios, públicos y privados, como es el caso del transporte de personas y mercancías.

Todo esto, en su conjunto, ha afectado de manera por demás grave, la producción de alimentos primarios, desalentando la producción agropecuaria que, además, se da en un entorno de inseguridad pública, por la presencia de grupos del crimen organizado y, desde luego, de delincuentes comunes.

El psicólogo dijo que estas preocupaciones han generado una baja en la producción y la productividad considerable, una sensación de permanente inseguridad e incertidumbre social y han llevado a una gran capa comunitaria a la aparente apatía.

La presión que se ejerce cotidianamente sobre el conjunto social generará en algún momento un estallido de inconformidad, por lo que las autoridades públicas deberán trabajar para evitar este escenario, no con el fortalecimiento de los instrumentos de orden, control y, en su momento de represión, como son las corporaciones de policía, sino con el fortalecimiento de los instrumentos y sistemas públicos que permitan a los ciudadanos mejorar paulatinamente su deteriorada calidad de vida, dijo el profesionista.