Cada vez más alejado del concepto que el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla (1935-1991) ideó, el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP) ha perdido rumbo y parece estar convirtiéndose en un mercado. Los años en los que se exhibieron grandes exposiciones y el lugar fue punto de encuentro para especialistas, artistas populares y artesanos son cosa del pasado.
Las exposiciones y las actividades artísticas son cada vez más escasas en el espacio de Coyoacán, ahora los tres patios del recinto ubicado en el centro de Coyoacán albergan cada vez con mayor frecuencia bazares disfrazados de expo ventas, en los que se venden todo tipo de productos. “Ya puras expo ventas”, dice un empleado cuando se le pregunta por qué las salas están cerradas y sin actividad.
“Expo ventas siempre ha habido, las manifestaciones culturales van más allá de sólo las exposiciones, de repente se ve que hay más expo ventas, sí las hay, pero sólo ocupan un fin de semana”, justifica Rodolfo Rodríguez Castañeda, director del espacio. De acuerdo con el funcionario, la capacidad del museo permite albergar sólo a 40 comerciantes, sin embargo, entre el 9 y 10 de agosto pasado, cuando se organizó El Mercadillo Bazar, los tres patios del edificio fueron ocupados completamente por vendedores de todo tipo.
La relevancia de los bazares incluso ha obligado a cerrar las salas de exposición tratando de controlar las visitas multitudinarias que se dan en un día de bazar, cuando llegan hasta 25 mil personas. De acuerdo con empleados del espacio hay domingos en los que se ha pedido cerrar las salas, Rodríguez Castañeda lo niega, pero acepta que ante la cantidad de gente se siguen los protocolos que exige Protección Civil y se regula la entrada a salas. El director del museo dice que existen dos tipos de expo ventas, las que se organizan por parte del programa de arte popular que trae a la ciudad a diferentes productores artesanales, “no se les cobra nada a los artesanos, se les cubre el viaje, viáticos y alimentación” y otras que se manejan a través de la Asociación de amigos del museo “donde se invita a los artesanos y ellos sí tienen una cuota, es una costo de recuperación, porque se les dota de agua, de electricidad, sí hay una cuota porque nosotros tenemos que pagar a su vez a la delegación Coyoacán, la cuota es como de 70 pesos al día”, afirma.
Lo cierto es que no sólo se trata de artesanos, durante El Mercadillo Bazar se ofrecen salchichas alemanas asadas, cerveza artesanal o artículos de diseño como ropa, bolsas o lámparas y a cada vendedor se les cobra hasta dos mil pesos por ocupar un lugar en el tianguis que se instala. Mientras tanto las exposiciones siguen esperando, el 29 de agosto el MNCP planea abrir una nueva muestra dedicada al erotismo popular. Durante este mes, sólo la sala Carlos Payán mantiene una muestra; las salas Bonfil Batalla y María Sabina permanecen cerradas.
Rodríguez Castañeda dice, sin embargo, que el museo se encuentra en plena actividad; en la página electrónica del recinto (museoculturas-populares.gob.mx) sólo se habla de tres exposiciones en 2013 y ninguna para este año: “desafortunadamente la página no está actualizada, la página la estamos trabajando para que esté actualizada, pero hubo muchas exposiciones el año pasado, no me acuerdo el número exactamente, pero deben ser al menos tres grandes y las pequeñas en las demás salas, más las que ponemos en el patio… este año tenemos baúles, amuletos, el vidrio, pero no tengo el número exacto”, dice.
SIN RUMBO:
ESPECIALISTAS
La percepción que tiene su director sobre el museo es muy diferente de la que tienen los interesados en la cultura popular mexicana. Las especialistas Sol Rubín de la Borbolla, Luz Lozano Nathal y el etnomusicólogo Camilo Camacho Jurado opinan que el museo que concibió Guillermo Bonfil Batalla se ha alejado drásticamente de su concepto original.
“El museo fue creado por Guillermo Bonfil con una propuesta museográfica que en su momento fue verdaderamente innovadora y lo sigue siendo, el punto más relevante es que, en lugar de que fuera un museo de objetos y de piezas de colección, fuera un museo que mostrara loces la. cultura viva. Los directores que trabajamos ahí durante muchos años retomamos esa idea, porque siempre pensamos que era una propuesta innovadora, esa ha sido la gran diferencia. Creo que últimamente el concepto ha cambiado a un concepto más tradicional en donde lo que cobra vigencia es el objeto en sí”, dice Sol Rubín, exdirectora del espacio.