Ai Weiwei, el último dragón

Lejos del conformismo. Alejado de las formas establecidas. Distante de ser el artista cómodo con el que sueña cualquier régimen, y enemigo de quienes buscan silenciar a las voces opositoras. Todas estas cualidades le pertenecen a Ai Weiwei, artista chino, activista social, fenómeno mediático, y por sobre toda las anteriores, un férreo defensor de los derechos humanos.
La postura de vida que adoptó el artista, diseñador y comentarista es poco común en su país, y paga un precio enorme por hacer valer su voz. Si el gobierno de China, a través del Plan de Acción Nacional a favor de los Derechos Humanos de 2012-2015, afirmaba que el gigante asiático era una sociedad abierta en la que se respetaban los derechos individuales y la libertad de expresión, Ai Weiwei le respondía que los Derechos Humanos y la libertad de expresión no pueden ser establecidos por ningún programa político.
En un país donde la disciplina con la postura estatal lo es todo para sobresalir, Ai Weiwei se levanta orgulloso como un rebelde de pensamiento y obra. El libro Weiwei-ismos (publicado por Editorial Tusquets, 2014) es un conjunto de reflexiones de Ai Weiwei que reafirman su disidencia y el distanciamiento ideológico (que no artístico) con su patria.
El texto está organizado alrededor de seis temas: la libertad de expresión; el arte y el activismo; el gobierno, el poder y la toma de decisiones morales; el mundo digital; la historia y el futuro, y las reflexiones personales. También se ofrece una breve biografía de Ai Weiwei para aquellos que no estén familiarizados con la formación del artista.
Larry Warsh y J. Richard Allen, responsables de la edición que preparó Princeton University Press en el marco de la exposición Círculos de animales/Cabezas del zodiaco (montada del 1 de agosto de 2012 a1 de agosto de 2013), afirman que, junto con su arte, Ai Weiwei emplea la palabra escrita para exponer el enorme abismo entre el uso del lenguaje por parte del gobierno y sus acciones autoritarias.
“Con sus propias expresiones y modismos cuidadosamente elegidos, Ai Weiwei hace responsable a China ante su pueblo y ante la comunidad mundial. Para él esta es una ‘guerra de palabras’ y sus propias palabras —dichas, escritas o tuiteadas— son como ‘una bala salida de un cañón’”.
Agregan que para Ai Weiwei “la libertad de expresión es un empeño cotidiano que se libra en Twitter, en los medios globales de información, y en su obra como artista. La postura política de Ai Weiwei, su vida, arte y comunicados digitales encajan en un todo continuo. Afirma que ‘todo es arte’, pero también ‘todo es política’”. Weiwei es un artista que se disfruta elimando matices. Cuya obra como pensamiento es directa, brutal. Uno de esos raros prodigios que vienen a mover el orden del arte.
Entre el conflicto y la belleza
Ai Weiwei nació el 18 de mayo de 1957, en China. Es hijo de Ai Qing, uno de los poetas modernos de China más queridos del mundo de las letras orientales.
Dueño de una personalidad fuerte y decidida, en 1978 ingresó en la Academia de Cine de Beijing, pero, aburrido y desencantado de la academia, se sumó a Xing Xing (“La Estrella”), uno de los primeros grupos artísticos de vanguardia en emerger en la China posterior a Mao.
En el momento en el que decidió entregarle su vida al arte, comenzó una peregrinación por distintos foros y países. Dejó también de ser un artista destacado de China, para volverse en un símbolo de la cultura a nivel continental primero, y recientemente mundial.
En 1998 cofundó los Archivos y Bodega de Arte de China (CAAW, por sus siglas en inglés), una galería y archivo de arte contemporáneo, en donde trabajó como director artístico. Desde entonces, su obra ha recorrido diferentes sitios como Moscú, Venecia, Kassel, Alemania, Nueva York, Liverpool, Londres, Sao Paulo, entre otros.
En abril de 2011 fue arrestado en el Aeropuerto de Beijing junto con su esposa y ocho miembros de su equipo. Tras su liberación, comenzó a denunciar las torturas que se practican en cárceles chinas, lo que complicó al máximo su relación con el gobierno de esa nación.
Coyuntura afortunada
La directora de comunicación y marketing de Grupo Planeta en México, Estados Unidos y Centroamérica, Myriam Vidriales, explicó que Editorial Tusquets aprovechó la llegada de la exposición Círculo de animales/Cabezas de zodiaco de Ai Weiwei al Museo Nacional de Antropología (permanecerá hasta finales de 2014) para publicar el libro en México.
Destacó que Weiwei es uno de los disidentes con mayor visibilidad pública en el tema derechos humanos. Dijo que palabra del artista ha tomado fuerza a nivel internacional porque las autoridades de su país han tratado de callarlo.
“Que un libro pequeño tenga este peso y esa densidad habla también del valor que tiene todavía la palabra y de lo importante que es detenerse en estas cosas, detenerse en el pensamiento y darse cuenta de lo que significan las palabras”. Vidriales comentó que en un mundo en donde ya no es común ver artistas militantes y donde se ofrece un arte más edulcorado y políticamente correcto, leer un libro como Weiwei-ismos, escrito por un artista que dice lo que piensa y al hacerlo se enfrenta a un sistema muy poderoso, puede estimular el pensamiento de los lectores: “Es como una fotografía de un momento, tiene múltiples lecturas. Cuando cae en manos de alguien puede detonar procesos interesantes”.