Roberto Carlos, entre la nostalgia y el amor

En su regreso a México, el cantante brasileño combinó temas de su nuevo álbum con temas clásicos de su repertorio.
Nostalgia, recuerdos y mucho amor acompañaron a Roberto Carlos en su regreso a México. El público del Auditorio Nacional se rindió ante el brasileño, que ha cosechado éxito en más de 54 años de carrera artística, en una noche llena de éxitos y algunos homenajes.
Con las luces apagadas por unos minutos mientras se escuchaban gritos de «Roberto», y aplausos incitándolo a salir, por fin apareció en el escenario a las 20:40 horas, tras lo cual su orquesta -conformada por tres coristas, once músicos y un director- tocó una introducción con algunos de sus temas.
De traje blanco y camisa azul hizo una reverencia, suspiró e interpretó «Emociones», mientras en el fondo había una manta negra con luces.
«Buenas noches. Qué placer y qué gusto de verlos una vez más aquí en la Ciudad de México, en el Auditorio Nacional que siempre es maravilloso y tiene una acústica fantástica. Gracias por el amor, por tantas cosas y el cariño que todos ustedes me han brindado desde que nací, que fue hace mucho tiempo. Gracias por haber venido y cada vez que nos encontramos me dan ganas de preguntar algo», saludó para continuar con «Qué será de ti» y posteriormente «Cama y mesa».
Sentado y con guitarra en mano, llegó el turno de «Detalles», tema que combinó entre el español y el portugués para levantarse y continuar con «Desahogo», en la cual incluso dio una lección sobre las mujeres antes de terminar.
«Hice esta canción hace mucho tiempo y siempre la he cantado con alegría y mucho amo; hoy día la canto con alegría ninguna, pero el amor cada vez más es grande por mi mama Lady Laura», refirió al cantar su éxito del mismo nombre, que dedicó al cielo, y después «Mujer pequeña».
Un día preocupado por no decir todas las cosas que siente en sus canciones de amor, se arriesgó a hablar de sexo, tema que hizo presente en la velada con «Propuesta». Sus músicos e instrumentos como el saxofón, batería, piano, trompeta, guitarra, teclados y bajó fueron sus cómplices en «Cóncavo y convexo» y una rítmica «O calhambeque».
Haciendo reír al público y con anécdotas recordó, cuando se presentó en el Festival de la canción de Santiago con un tema que no era favorito pero que ganó; sin embargo un año después regresaba siendo el favorito y no obtuvo el reconocimiento.
Ese tema se volvería uno de los más importantes de su carrera, sobre todo en los países de habla hispana porque, confesó, no pido hacer una versión en su idioma, ya que nunca ha comprendido del todo la letra y la existencia de un gato azul. Así, coreada y entre aplausos interpretó «El gato en la obscuridad».
Tras presentar a su banda, que también consideró como su familia, presentó el sencillo de su último EP conformado por cuatro canciones con «Ese tipo soy yo», para proseguir con «La distancia», hacer un homenaje a Carlos Gardel con «El día que me quieras», «Si el amor se va», la aclamada «Amigo», despedirse con «Jesús Cristo» y declarar su amor a México, hecho que hizo que muchos se acercaran al escenario desde sus lugares, otros sacaran algunas banderas mientras Roberto Carlos se dedicaba a entregar rosas a sus seguidores y recibir algunos regalos como peluches (entre ellos un hago azul) y una cruz.
Los gritos incesantes de «otra» lo hicieron volver con «Amada amante» para desaparecer nuevamente de la vista. Respondió a la petición de más con «Un millón de amigos» y tras irse de nuevo regresó y hasta bailó con una de sus coristas durante su versión de «Solamente una vez» de Agustin Lara, a quien consideró uno de los mejores compositores del mundo, para cerrar una noche de recuerdos.