La cultura de Brasil, más que futbol

Brasil se encuentra en la mirada de todo el planeta gracias al Campeonato de Futbol, pero, más allá de todo lo que acontece alrededor del futbol, Brasil ha tenido amplia notoriedad en las últimas semanas por otras razones que pueden ser de observancia para México.
Mientras que en nuestro país se intentó modificar la Ley de Telecomunicaciones para controlar el acceso y la privacidad de los usuarios de internet, en el país sudamericano, como parte de una discusión que llevó siete años y en la que hubo una activa participación de la sociedad, el pasado mes de abril se aprobó el llamado Marco Civil de la Internet.
Dicho Marco Civil constituye una ley histórica debido a que ha desafiado el dominio y control mundial estadunidense sobre esta otra industria cultural que ha creado monstruosos monopolios de la web y de la economía digital como Google, Microsoft, Facebook y Yahoo, pero, sobre todo, porque aunque ha habido una polémica en torno al tema de la salvaguarda de los datos personales en la red y la participación del Estado para ejercer la vigilancia y disponibilidad de las informaciones, en general, dicha propuesta parte de principios democráticos y del reconocimiento de los derechos de los usuarios de la red.
Una segunda razón por la cual se merece hablar de Brasil, independientemente del futbol, tiene que ver con el hecho de que recientemente se aprobó el Plan Nacional de Educación que plantea como meta a mediano plazo destinar el diez por ciento del Producto Interno Bruto a este sector.
Mientras que en México, según datos del INEGI, para este 2014 se dedica el 6.4 del PIB a dicho rubro, en aquel país se tiene contemplado el incremento al siete por ciento en 2019 y al diez por ciento para 2024; además se considera conseguir la universalización de la educación para niños de cuatro y cinco años para 2016; la erradicación del analfabetismo en la población de 15 años o más; la ampliación de los turnos para el 25 por ciento de alumnos de la red escolar pública y nuevos planes de carrera para los profesores que puedan enfrentar los retos de la educación en los próximos diez años.
La tercera razón por la que vale la pena comentar el caso brasileño tiene que ver con que se cumplen diez años del Programa Nacional de Cultura, Educación y Ciudadanía Cultura Viva, un referente de intervención pública en el campo cultural, decretado el 6 de julio de 2004 con el objeto de “promover el acceso a los medios de disfrute, producción y difusión cultural, así como de potencializar las energías sociales y culturales con miras a la construcción de nuevos valores de cooperación y solidaridad”.
Este programa inició y tiene aún como beneficiaria principal a la población de menores recursos, que se encuentra en situación de vulnerabilidad social, la cual se caracteriza –como si fuera algo lógico, natural o una ley social– por el acceso restringido a los medios de producción y disfrute de los bienes culturales.
Según su versión más reciente, el ahora denominado Programa Nacional de Promoción de la Ciudadanía y de la Diversidad Cultural-Cultura Viva (sancionada apenas en diciembre de 2013), los beneficiarios son aquellos grupos que se encuentran “amenazados por la desvalorización de su identidad cultural o que requieran mayor reconocimiento de sus derechos humanos, sociales y culturales”.