Marilyn Monroe: el mito erótico que nos dejó hace 52 años

Rubia, exuberante y seguida por millones de personas a lo largo y ancho del planeta. La figura de Marilyn Monroe ha sido mitificada hasta tal punto que aún se la considera una de las mujeres más deseadas del mundo. A pesar de que murió hace ya 52 años, Norma Jeane Mortenson –nombre real de la actriz– es uno de los ídolos sexuales que todavía se recuerdan con mayor frecuencia.

Sin embargo, lejos de su radiante sonrisa y sus curvas de infarto se escondía un alma frágil con un pasado nada apetecible. Los focos, las cámaras y el favorecedor maquillaje no conseguían traspasar la cuidada piel de Marilyn Monroe, tras la que se ocultaba una infancia de lo más dura.

Hija de Gradys Monroe y Edward Mortenson, la rubia más famosa del cinevivió una niñez traumática. El hecho de crecer sin una figura paterna le produjo problemas de personalidad que se agravaron cuando su madre fue internada en un psiquiátrico tras padecer una crisis nerviosa. Esta situación conllevó el traslado de Marilyn a varios orfanatos y centros de acogida donde trabajó como ayudante de cocina, e incluso vivió durante temporadas con una amiga de la familia.

Casada a los 16 años
La adolescencia de la protagonista de «Con faldas y a lo loco» tampoco fue un camino de rosas, y con tan sólo 16 años se casó con un joven policía cinco años mayor que se marchó a Australia cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, propiciando que Marilyn tuviera que buscarse la vida y comenzara a trabajar en una fábrica de municiones.

Aún no lo sabía, pero la Radio Plane de Burbank cambiaría su vida para siempre. Mientras discurría una de sus jornadas de trabajo en la planta, un fotógrafo del Ejército la inmortalizó con su objetivo y estampó la imagen en una revista militar. El éxito llegaría poco después –ya divorciada de James Dougherty, el primero de los tres maridos que tendría hasta su muerte en 1962–, cuando la 20th Century Fox le ofreció su primer contrato. Entre las cláusulas, el requisito de adoptar el nombre artístico de Marilyn Monroe. Trece letras que dejaron atrás un triste pasado para teñirse de rubio platino y pasar a la historia.