El país de las polémicas sin fin

Quizá no sea sino una muestra más de la vitalidad nacional. Podría, sin embargo, ser un ejemplo de cómo perdemos el tiempo en asuntos sin importancia o en un descuido es solamente la exhibición perpetua de la necedad compartida.
A lo mejor se trata nada más de la defensa de los intereses de cada quien, pero –como ejemplo reciente—, el cambio de operador en los sistemas de detección del pago en algunas carreteras nacionales, las de peaje, —conocido como Iave; según la marca registrada desde los remotos tiempos de Francisco Javier Alejo en Capufe—, ha generado una polémica realmente sin sentido.
En el fondo no se cuestionan ni las posibles molestias a los relativamente pocos usuarios del servicio (en comparación con quienes pagan en efectivo a los cobradores en las casetas) sino el cambio de las empresas operadores del sistema electrónico (Capufe ofrece 500 mil “tags”).
¿Resultaría aventurado decir, quienes se quejan son defensores de los anteriores clon cesionarios, perdidosos a fin de cuentas en la reciente licitación cuyo efecto positivo a mediano plazo será la interoperabilidad? (Bello neologismo, por otra parte).
No se sabe, pero a veces así parece.
¿Cómo ha presentado Capufe este asunto? Pues por medio de una página electrónica, con la información del sistema Iave; en la cual (como el SAT o e-bay o las reservaciones de líneas aéreas o los demás servicios del gobierno) se responden todas las preguntas imaginables.
Y además con algunas informaciones boletinadas, como ésta:
“En el primer minuto de este viernes entrará en vigor el nuevo sistema de telepeaje en las carreteras administradas por Capufe y a más tardar el 10 de agosto próximo funcionará, por primera vez en México, la interoperabilidad, gracias a los acuerdos que el nuevo operador, es decir, el consorcio formado por Impulsora de Servicios Terrestres, Cointer Concesiones, Azvi Cointer de México e Integra Ingeniería ha firmado con otros operadores como Pinfra, OHL e I+D.
“Por cuestiones técnicas, la transición no puede ser de manera automática, debido a que se requiere que las plataformas tecnológicas de los otros operadores de telepeaje se interconecten con las de Capufe.
“La interoperabilidad está siendo instrumentada por Capufe y el consorcio ganador de la licitación pública que prestará el servicio de telepeaje”.
“El usuario que no cuente con la tarjeta IAVE y quiera obtenerla, podrá hacerlo, todavía de manera gratuita hoy (31 julio) y durante los próximos días, en los módulos que se han instalado en las plazas de cobro de las principales autopistas que llegan al Distrito Federal”.
“Este proceso de interoperabilidad es exclusivo para el sistema de telepeaje. El usuario puede seguir pagando en efectivo sí así lo desea”.
“Con esta modernización nadie perderá, al contrario por primera vez en la historia de las carreteras de cuota, el usuario podrá transitar con una sola tarjeta por la mayoría de autopistas y puentes operados por Capufe y estos prestadores de servicios, además de que ahorrará tiempo en el cruce”.
Pero la escandalera, interesada o desinformada ha sido mayúscula, sobre todo por parte de los “comentócratas” afines a la empresa anterior quienes no pierden oportunidad para defender al preponderante de mayor preponderancia en el mundo de los negocios mexicanos.
A fin de cuentas quiere el todo como su territorio.
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El neoliberalismo económico genera en su andadura dogmas paralelos y complementarios. Uno de ellos es la tendencia constante de satanizar a los sindicatos, en lo social, y a los Congresos y partidos, en lo político.
De acuerdo con los “bien portados” y los “modernizados” el Congreso es un estorbo; no deben existir representantes de las minorías (plurinominales); tampoco debe haber contrataciones colectivas y los senadores, legisladores de cualquier tendencia o color político, en el Congreso Nacional o en los locales, son un estorbo; haraganes y huevones buenos para nada, improductivos, innecesarios; parásitos –o como diría “Palillo”— “pulpos chupadores”.
Y está bien, la profundidad de sus análisis se queda en la broma explosiva de la carpa. Hasta ahí llegan.
Y ya no se diga cuando se habla del registro de nuevos partidos políticos, ya son demasiados, dicen, en una condena a la abundancia cuyo contraste con la opulencia de sus muchas nóminas es notable.
Muchos de estos críticos son como Carlos V: en sus nóminas no se pone el sol.
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En la Cámara de Diputados se han roto todas las marcas de resistencia: sesiones de larguísima duración para desahogar las leyes reglamentarias en los asuntos petroleros, las cuales ya han terminado para beneplácito de algunos y congoja de otros, pero la intensidad del trabajo –con luctuosos arreglos florales, bustos del Tata y víboras incluidos—, no satisfacen a los críticos de siempre.
De la legislación “al vapor”, tan criticada históricamente, ahora censuran la legislación al “sopor”, pues –dicen—, cómo es posible trabajar y pensar con claridad sin dormir. ¿Y si se hubieran dormido en la curul? Peor.
Entonces serían como personajes del cuento de Perrault o los hermanos Grimm, bellos y bellas durmientes en las poltronas legislativas. No les gusta nada. Nada de nada.
Pero el hecho es sencillo: la reforma al sector de la energía ha terminado. El trabajo por venir en el Senado es nada más de técnica parlamentaria.
Las discusiones han terminado y si nadie dice, podéis ir en paz, es cosa suya.
Pero esta misa — negra o blanca— concluyó por fin.
El presidente Enrique Peña ha entregado al país –con el eficaz trabajo de sus senadores y diputados—casi todo cuanto prometió en materia de reformas. Y lo ha hecho en menos de dos años, tiempo considerablemente significativo si se toman en cuenta los 12 años de ineptitud panista, felizmente terminados.
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