Porgy and Bess conquista al público

Oliveira, en Rayuela, “toleraba” a Porgy and Bess “con bifes a la plancha y pepinos salados”. George Gershwin, el legendario compositor que tuvo la audacia de fundir la tradición europea con el folclore sureño norteaericano, fue así raspado por Cortázar, el icónico escritor y jazzista frustrado.
Pero fue justo esa fusión de estilos, selladas con el particular estilo de Gershwin, lo que hizo de Porgy and Bess la ópera más original y famosa de la Unión Americana en el siglo XX.
Además, el libreto de DuBose Heyward e Ira Gershwin, basado en una novela de Heyward, es una joya. Situada en Carolina del Sur de los años 30, la historia narra el amor de Porgy, un lisiado, y Bess, una mujer con una difícil vida que se debate entre la pasión arrebatada y violenta que siente por Crown, su debilidad ante las tentaciones que le ofrece su proxeneta Sportin’Life, y el amor tierno y culposo que tiene con Porgy.
Ver este título en México es difícil, los críticos recuerdan sólo una versión a principios de 2000 en el Teatro de la Ciudad y la que se representó en Bellas Artes en 1955. El jueves regresó a Bellas Artes para celebrar sus 80 años de vida, con una propuesta de Michael Cappasso, director general del teatro de ópera Dicapo de Nueva York y el director concertador Pacien Mazzagatti.
El montaje atractivo conquistó a un complaciente público que no paró de aplaudir en cada aria, a veces con acierto como en cada aparición de Reggie Whitehead como Sportin’Life, por su gracia, su teatralidad y su capacidad para hacer de un proxeneta y dealer, un personaje encantador; así como a Geraldine McMillan como Serena, por sus altos registros de voz.Este Porgy and Bess no ofreció una espectacularidad vocal, pero sí una contundente propuesta escénica, contaron una historia de amor de manera redonda, casi perfecta, con personajes memorables. Ahí radica su éxito. Ofrecerán tres funciones más, hoy a las 13 horas.