Jerry y el lobo

Lo dicho: en el debate legislativo sobre las leyes en materia energética sólo ha dejado de opinar quien así lo ha querido. Con decir que hasta el veterano gobernador de California, Jerry Brown, ya tuvo oportunidad de exponer su criterio en el Senado, donde pronunció una frase que, por el bien de todos, conviene no olvidar:
“Al cambiar el mercado de energía y tener compañías de petróleo privadas hay que tener una mano dura de regulación… o ¡se los van a comer vivos!”, advirtió el experimentado político californiano. La alerta de Brown llegó en buena hora, cuando la nueva legislación en materia energética, debatida de manera amplia en el Senado, se hallaba en plena revisión en la Cámara baja. Con apego a sus facultades constitucionales los diputados enriquecieron las minutas enviadas por los senadores, quienes en extenuante y paciente trabajo encabezado por el hidalguense David Penchyna ya habían analizado y discutido largamente los diversos aspectos de aquella legislación, que ahora tienen de nuevo entre sus manos.
A la luz de los intensos debates y el peloteo entre las cámaras, no hay modo alguno de decir sin mentir que el Congreso, en particular el Senado como cámara de origen de la mayoría de las iniciativas, ha incumplido su responsabilidad en el trámite de la reina de las reformas estructurales.
En el tránsito de las iniciativas por el Legislativo se ha garantizado, entre otras muchas cosas, el derecho de los campesinos a recibir la contraprestación que les corresponda por la ocupación de sus tierras.
Y se ha reforzado la obligación de las empresas de desarrollar proyectos sociales en las comunidades donde operan. Se busca terminar la tradición de contar con empresas ricas en pueblos pobres y devastados por la extracción sin sustentabilidad de sus recursos naturales.
Justo es reconocer sin regateos que este ejercicio de discusión sin taxativas y de modificaciones pertinentes ha sido alentado por el Ejecutivo Federal, vía las bancadas de su partido, en particular la que coordina Emilio Gamboa Patrón, la cual ha cargado con la mayor parte del peso y la responsabilidad de sacar adelante la legislación secundaria.
Por determinación del senador yucateco han sido bienvenidas todas las voces, aun las disonantes del tono gubernamental, en una demostración de apertura que, salvo excepciones, ha sido justipreciada por la oposición.
Es necesario reconocer, asimismo, que en un escenario donde la izquierda de hecho ha renunciado a la deliberación y privilegiado las tácticas dilatorias con la mira puesta en el Poder Judicial, la defensa de los intereses de los sectores populares ha sido bien asumida por el PRI. Así es, guste o no esta realidad a los detractores sistemáticos del tricolor.
O, ¿alguien, en su sano juicio, puede creer que tal defensa de los intereses populares quedó en manos de un panismo cuyos votos sirven para abultar la mayoría, pero en modo alguno para proteger a los más desvalidos?
Los hechos hablan. En la incorporación de los mecanismos de protección a los derechos de los campesinos jugaron un papel destacado los dirigentes de la CNC. Entre éstos el senador nayarita Manuel Cota Jiménez, quien por cierto es ahora candidato de unidad a la secretaría general de esta central y a quien le espera un rol clave en la discusión de otro tema igualmente complejo y trascendente, la inminente reforma del campo.
Cota Jiménez ya percibió lo que viene y por lo visto se apresta a afrontar el desafío. Al registrarse como candidato a la dirigencia cenecista dijo que de llegar a ser electo su propósito será continuar por el camino de la recuperación del agro nacional, y que la reforma profunda del campo no ha sido simple idea, bandera o slogan, sino que es parte fundamental de la construcción de un proyecto de nación, con visión de Estado, que traduce el interés de millones de mexicanos.
Veremos el desempeño de los senadores y diputados priistas en los debates que se aproximan; pero ni con la mayor fobia puede negarse su buen desempeño en lo que va de la carrera. La prueba son los candados introducidos en la ley para evitar que suceda lo que previene Jerry Brown.
Será cosa de constatar en la práctica las bondades de la nueva legislación; pero en su confección, a juzgar de expertos y por donde se mire, han quedado bien cerrados todos los huecos por donde podría entrar el lobo a devorar mexicanos. Se agradece, en todo caso, la advertencia del gobernador californiano.
A punto de salir del horno la polémica legislación, el corolario de los largos debates puede ser lo que dijo la diputada panista Esther Quintana: “He escuchado visiones trágicas, de que a México se lo va a cargar la trampa (…) pero no. Esta no es la mejor reforma del mundo, pero tampoco es la peor”.
LAMPARILLA.- Se equivocan quienes suponen que la aparición de Rodrigo Vallejo Mora —el hijo de Fausto Vallejo—, al lado de Servando Gómez, La Tuta, es prueba de la podredumbre sólo del priismo michoacano.
En las más altas instancias de la seguridad pública del país se sabe que la delincuencia cooptó a políticos de todos colores, del PAN, el PRD y aun de la chiquillada. Por lo mismo y lo veremos, el caso Vallejo es apenas la punta de la madeja.