Por 40 pesos, jornaleros trabajan doce horas diarias, sin transporte y alimento

La pobreza que se desprende del abandono de las políticas públicas de apoyo a las actividades agrícolas en el Estado y el país arrancan de sus centros de población a decenas de personas que han optado por movilizarse hacia los centros de producción al alcance de sus posibilidades y medios de transporte, como es el caso de las rancherías insertas en los municipios de Santa Catarina, Cárdenas, Rayón y San Nicolás Tolentino.
Se trata de los jornaleros agrícolas que, por insuficiencia de recursos no se enrolan a las migraciones hacia la Unión Americana. Jornaleros que venden su mano de obra diez o doce horas al día, todos los días, sin descanso, a los agricultores de Rioverde, por cuarenta pesos diarios.
Estos trabajadores agrícolas son contratados por agricultores de las rancherías de El Jabalí, San Martín, San Marcos y La Loma, informó el abogado rioverdense Eduardo Izar, quien advirtió que, no obstante, la contratación de jornaleros de otros municipios, eso no significa que los campesinos rioverdenses estén en mejores condiciones.
La mayoría de los trabajadores agrícolas que acuden a Rioverde al corte de jitomate y chile en esta temporada, provienen de dos municipios severamente afectados por la pobreza, San Nicolás Tolentino y Santa Catarina.
Los patrones agrícolas en las inmediaciones del invernadero de Santa Rita, que también cultivan hortalizas y chile ofrecen, al momento de la contratación, el transporte de los jornaleros a los que, tras la primera semana, se les indica que a partir de ese momento se les suspenderá el servicio por resultar muy caro.
Los campesinos, además, tras la primera semana laboral, han visto suspendidos, en la mayoría de los casos, los servicios de comida, por lo que desde ese momento deben costear sus alimentos con sus recursos: cuarenta pesos.
Adrián Martínez Facundo, José Manuel Santibáñez y Jacinta Narváez fueron contratados para la pizca de chile en El Jabalí. Tenemos que trabajar, no nos queda de otra, pues no hay manera de sobrevivir en nuestras comunidades (Santa Catarina). Como ya no hay transporte del patrón que venga a recogernos, pues bajamos al entronque a esperar el autobús. Algunos compas, al principio se montaban en sus bicicletas, pero nomás uno o dos días aguantaron.
Los campesinos informaron que los patrones no les proporcionan un albergue, comida, agua y, mucho menos, servicios de enfermería. Tampoco les proporcionan ropa y equipos de trabajo; la recolección de chile, por ejemplo, la realizan con cubetas de plástico.
El abogado Izar lamentó esta situación reconociendo que la pobreza se ha profundizado, pero no sólo en la Zona Media o en el Altiplano. En todo el estado y en el país está extendida. No hay trabajo formal, porque hay una especie de conveniente abandono de responsabilidad de las autoridades… No hay supervisión de parte de las autoridades laborales, ni de derechos humanos, por eso hay hombres y mujeres que son explotados entre diez y doce horas diarias, con un breve descanso para reponer fuerzas, al menos en teoría, porque uno se pregunta cómo esta gente puede reponerse de una jornada laboral extenuante, bajo el sol o la lluvia, sin alimentación.
Jacinta Narváez no es la única mujer involucrada en las faenas agrícolas en Rioverde. Hay muchas otras, algunas jovencitas y otras más maduras que somos madres de familia con necesidad de trabajar, ya que nuestros maridos se han ido a buscar ‘la vida’ en ‘el otro lado’.
Jacinta no sabe cuántas mujeres hay en Rioverde. Dice que de Santa Catarina y Las Rusias habrá apenas unas cuatro o cinco, porque tienen que quedarse para ver si sacan el maíz de sus parcelas.