La izquierda, pulverizada, será vencida

La elección federal del 2015 y las concurrentes para gobernador en varias entidades del país girarán en torno a la pregunta: ¿Qué tanto daño electoral le hará al PRD la aparición de Morena? Los indicios apuntan a que López Obrador torturará al partido del sol azteca el año que entra para obligarlo a respaldar su tercer candidatura presidencial en el 2018. El activismo del tabasqueño, si su salud se lo permite, será particularmente intenso en la ciudad de México. Es el bastión de los perredistas que no se pueden dar el lujo de perderlo —que sería catastrófico—, ni siquiera perder la mayoría en la Asamblea Legislativa o las delegaciones políticas.
No se desconoce que el PRD tiene férreo control de las correas de poder en la ciudad, heredó del PRI muchos controles y los potenció hasta casi asfixiar al Distrito Federal. El partido ha hecho en más de quince años lo que ha querido en la ciudad, sin rendir cuentas a nadie, cubriéndose unos a otros, amontonando cadáveres en el clóset que algún día saldrán a la luz para espantar a todos y también, hay que reconocerlo, imponiendo una agenda social y de libertades individuales que no se replica en otros lugares también gobernados por el perredismo, como Guerrero o Oaxaca por decir algo.
Muchos de los votos que han consolidado la hegemonía del PRD en el Distrito Federal los ha generado López Obrador, de manera que lo único que tiene que hacer es repetir la dosis pero pidiendo el voto para Morena. No hay que olvidar que Morena ya recibirá financiamiento público, de manera que para las cuestiones básicas no requerirá apoyos externos. López Obrador reniega de las instituciones, salvo cuando le entregan recursos. El tabasqueño ha dado muestras de que, por lo menos en la etapa de lanzamiento, aprobará personalmente a todos los candidatos, de manera que cualquiera que logre una posición tenga que cooperar con la causa que verdaderamente le interesa, esto es la de la elección presidencial. No es descabellado decir que podría quebrar la inercia ganadora del PRD en la ciudad y colocarlo contra las cuerdas.
En San Lázaro parece inminente la creación de una fracción parlamentaria de Morena. Ricardo Monreal, se dice en los pasillos del Palacio Legislativo, recluta gente del PRD, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Una fracción que seguirá su propia lógica que tiene muy poco que ver con la del perredismo. PT y Movimiento Ciudadano están al borde del abismo, han nadado con las vejigas del tabasqueño. Sin ellas pueden desfondarse. ¿Cuántos de quienes votaron por el PRD en el 2012 lo volverán a hacer en el 2015 si el nombre de López Obrador, me refiero a su partido, aparece en otro casillero? El tabasqueño tiene de su lado a los segmentos más radicales de la izquierda, es cierto, pero también un número importante de personas de grupos populares y clases medias no radicales.
La gente suele pasar por alto un dato duro: en la elección presidencial del 2012 más de 15 millones de mexicanos votaron por Obrador. Es cierto que se ha desgastado, que no es el mismo, pero si consigue para Morena la mitad de esos votos hará colapsar al PRD que, atareado en otros asuntos todavía no diseña la estrategia de su sobrevivencia; cómo contrarrestar el efecto Morena. Si como todo apunta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas asume la dirigencia nacional del PRD, en la elección del año que entra se reeditará el duelo Cárdenas–López Obrador que es, como dicen los futboleros, el derbi de la izquierda mexicana desde hace años.
Que conste que no se ha dicho en esta entrega que Morena derrotará al PRD. No tiene que hacerlo, con demostrar que sin López Obrador el perredismo se vuelve un movimiento irrelevante es más que suficiente. No es menor que el PRD también esté a punto de quedarse sin Marcelo Ebrard que perdió la brújula y podría volver al establo del tabasqueño que lo hizo candidato a la jefatura de Gobierno. De manera que la aparición de Morena en la boleta electoral supone noticias malas, si no es que pésimas, para el PRD y también pondrá en un predicamento a PT y MC que podrían quedarse sin registro. ¿Qué significado tiene para el PAN y el PRI? En términos generales se trata para el gobierno y su partido de música celestial en materia electoral en plazas estratégicas como el Distrito Federal donde el PRI es seguro perdedor, pero supone malas nuevas para el ejercicio del mando, pues una fracción importante de Morena en la Cámara de Diputados equivale a desmanes seguros, tomas de tribuna, jaloneos, interrupciones de las tareas legislativas. Los diputados afines a López Obrador serán intransitables.
Para el PAN supone un adversario dividido, emproblemado, que le abre una rendija para regresar a ser, casi sin haber hecho ningún tipo de mérito, la segunda fuerza política del país a pesar de sus profundas divisiones y la falta de resultados espectaculares en los gobiernos que ha conseguido.
En la elección del 2012, López Obrador le arrebató el segundo lugar a Vázquez Mota en un par de meses de campaña, claro que contaba con la maquinaria perredista, pero aun con la endeble estructura de Morena lo que sí puede hacer es acorralar al PRD. La izquierda, pulverizada, será vencida en el 2015. Más les vale a todos los dirigentes de esa corriente política asumir esa posibilidad concreta.
De la repartición de votos y la tendencia que se marque vendrán los reacomodos para el 2018.
Si el partido del sol azteca logra neutralizar la ofensiva de Morena, podrá imponer condiciones para una posterior colaboración. Si, por el contrario, es López Obrador quien gana la partida, asegurará la candidatura presidencial de la izquierda con tres años de anticipación.