Los hay de orden social, económico, por la fuga o el cambio de rumbo y donde los migrantes se vuelven pollos viles en manos de polleros del éxodo y aun de violencia en los lugares de origen. Hay quien migra en busca de la fortuna y hay quien se evade por la desventura; la persecución, la imposibilidad de vivir y aun de sobrevivir en ambientes hostiles, repletos de pandillas, extorsiones y proxenetas; asesinos o gobiernos represivos.
Pero si la escapatoria, la fuga o el ansia de rumbo y horizonte tienen muchos motivos, la vida en el trayecto y aun en la llegada no tiene solución es a la vista. Por eso la reciente reunión del presidente Obama con los jefes de Estado de Honduras, El Salvador y Guatemala tiene todos los ingredientes de lo inútil: la anhelada reforma migratoria americana es un asunto de choque de campañas electorales y posturas políticas; no una solución posible.
Los centroamericanos necesitan limitar la salida de su gente; los estadunidenses requieren frenar la fuga hacia sus fronteras y los mexicanos, en medio de todo esto, simplemente no saben cómo resolver –ni podrían— el tramo del desierto entre el Suchiate y el Bravo.
¿Desierto? Sí; en el sentido figurado de espacio horrible, doloroso, vacío de esperanza. La sequedad de la tierra, el calor, la vegetación de espinas y la fauna de serpientes y coyotes, empieza un poco más allá. Entre el sustantivo y el adjetivo, la nada; eldesamparo, la soledad.
—Alejado en la paz de estos desiertos, decía Quevedo.
Pero México no es un desierto de paz, es un territorio de incomprensión donde los migrantes se vuelven viles semovientes en manos de polleros del sur y del norte. La frase de moda en este asunto es la visión regional, integral, compartida. Suena bien, pero no vale mucho.
Por lo pronto éste es el lenguaje de la realidad:
“El presidente Barack Obama afirmó hoy a tres mandatarios centroamericanos que enfrentar la crisis de los migrantes menores de edad es una “responsabilidad compartida”, pero en el país no se ha logrado establecer un acuerdo político compartido para abordar lo que llama “situación humanitaria”.
“En la “cumbre” convocada por Obama en la Casa Blanca con Juan Orlando Hernández, de Honduras; Otto Pérez Molina, de Guatemala, y el recién instalado Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, el mandatario estadunidense dijo que comentó a sus “amigos” que aunque su país tiene “gran compasión” por los niños migrantes, aquellos que no tienen razones para permanecer serán regresados a sus naciones.
“Tenemos que disuadir el continuo flujo de niños que se arriesgan” a hacer el viaje peligroso, expresó Obama ante medios al concluir la reunión.
“El mandatario estadunidense reiteró: ‘Además de ser una nación de migrantes, también somos una nación de leyes’, mensaje que ha repetido para enfatizar su apoyo a los migrantes y, a la vez, justificar su política de control fronterizo y la deportación de unos 2 millones de indocumentados durante su gestión”.
Así pues la sopa y los fideos se han acabado y solo queda el otro potaje, el amargo caldo de la verdad. Tan horrible como una hamburguesa (McDonalds) con piña (de la United Fruit): la disuasión con cuya nota Obama les pide contribuir, no pasa por ellos, sino por México.
—¿Cómo disuadir a los caminantes de la pobreza mesoamericana?
Hay varias formas, todas insuficientes. México ha propuesto campañas de medios informativos. Un censo, visas temporales por tres largos días, suficientes hasta para resucitar si uno es Jesucristo, pero en verdad, nada definitivo. Bueno, ni siquiera para ser invitado a la “cumbre” de los tres enanos en la Casa Blanca de las nieves del norte.
Pero hay otros métodos. Vea usted:
“El envío de tropas de la Guardia Nacional a la frontera, ordenado por el gobernador de Texas Rick Perry, como esa misma demanda en la contrapropuesta republicana en el Congreso presentada esta semana, así como también medidas para acelerar la deportación de los menores de edad, es parte del ataque republicano contra la “falta de respuesta” de la Casa Blanca (La Jornada)”.
Y el caso mexicano, al menos en este episodio es realmente marginal. Así lo dio a conocer la Presidencia de la República: “El Presidente Enrique Peña Nieto recibió este jueves por la tarde (24) una llamada telefónica de su homólogo estadunidense, Barack Obama”.
“En la conversación los dos mandatarios analizaron los avances que México y Estados Unidos han registrado en su afán por atender el fenómeno migratorio regional, particularmente la problemática de los menores no acompañados”.
“Dicha conversación se dio a un día del encuentro que el mandatario estadunidense tendrá con los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, en Washington.
Los presidentes Peña Nieto y Obama coincidieron en la necesidad de abordar este fenómeno de manera conjunta y bajo el principio de la corresponsabilidad.
Coincidieron igualmente en la necesidad de fomentar, de manera conjunta, el desarrollo económico y social en la región centroamericana con la finalidad de mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de sus habitantes.
“Los dos presidentes se comprometieron a redoblar los esfuerzos y a trabajar de manera coordinada para combatir las redes transnacionales de trata de personas.
“El presidente Obama agradeció al presidente Peña Nieto los espacios de diálogo y cooperación para la atención del fenómeno migratorio…”.
“… Al término de su conversación, ambos presidentes se felicitaron por sus respectivos cumpleaños, el del presidente Peña Nieto el pasado 20 de julio y el del presidente Obama el próximo 4 de agosto”.
Y así, mientras los presidentes les soplaban telefónicamente a las velitas del pastel, los asuntos migratorios, las raíces del problema; la injusticia en los países pobres, la marginación, la falta de empleo, la ausencia cultural, la violencia y el desamparo social, seguían adelante.
Hay velas para los cumpleaños y cirios para los velorios.
Y también, allá en la próspera América del sueño inalcanzable, hay un juego político altamente perverso. Unos quieren la puerta abierta; otros la quieren cerrar a piedra, lodo y fusil.