Las reformas estructurales impulsadas desde el gobierno federal y la representación ciudadana y de la Federación en el Congreso de la Unión, se definen como el peor saqueo que se ha dado en la historia de México para favorecer intereses del capital trasnacional, al que se le entregan no sólo los recursos naturales y el patrimonio nacional, sino también la fuerza de trabajo de los mexicanos.
Así lo apuntó el catedrático e investigador de la UNAM, José Enrique González Ruiz, quien no dejó pasar la actuación reciente del gobierno federal que, con Vicente Fox a la cabeza, nos habló de un tesoro escondido en el fondo del mar y el que, con Enrique Peña, ahora nos informa de un grave déficit administrativo y financiero en la empresa Petróleos Mexicanos y amenaza con recortar a los estados beneficios petroleros por más de 23 mil millones de pesos.
Lo mismo acontece en el marco de la Comisión Federal de Electricidad, la que en el gobierno de Calderón crecería en eficiencia, luego de que desmantelara la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, con paupérrimos resultados y que se han traducido en el incremento constante en el costo de la electricidad en los hogares de los trabajadores malpagados y en el campo, afectando con ello la producción de alimentos.
Sin embargo, el gobierno federal que hoy ha eliminado los pretendidos subsidios a los consumidores domésticos, mantiene privilegios a los grandes empresarios y aún todavía, se da el lujo de regalar millones de kilowatts-hora a los habitantes del Sur de los Estados Unidos de Norteamérica, concretamente al estado de California.
Nos hablan de subsidios al consumo doméstico, pero nos ocultan que no hay tal, ya que los trabajadores, los pequeños y medianos empresarios pagan impuestos, sin que estos les sean devueltos en obras de infraestructura, ni en niveles de bienestar.
Vemos, por ejemplo cómo se acumulan los pasivos en PEMEX, por miles de millones de dólares, sin que los dirigentes sindicales que se han vuelto millonarios sean sancionados por corrupción; vemos que usan costosos automóviles, aviones, que viven en lujosas residencias, que acumulan fortunas en los bancos nacionales y del exterior, mientras que la pobreza alcanza al 60 por ciento de la población nacional.
Pero todo tiene un límite. El gobierno buitre, ya se sabe, sólo puede actuar con una sociedad inerte, pero la historia da cuenta de que frente a la reiterada injusticia el pueblo termina por levantarse y actuar, sentenció el académico e investigador universitario.