El peor enemigo del Cruz Azul parece ser el Cruz Azul mismo. La historia tan repetida del equipo que tiene dos facetas en el mismo partido volvió a ocurrir, ahora en Torreón, ante unos Guerreros insaciables. La Máquina volvió a fallar en su posibilidad de sacar un triunfo y se conformó con un empate en un encuentro en el que llevó la ventaja durante gran parte del encuentro.
La Máquina gastó todo su vapor en el primer tiempo. Con Maza Rodríguez de inicio por primera vez y Marco Fabián igualmente desde el comienzo, Cruz Azul se adueñó de las acciones, el balón y el momento del partido. Solamente hubo una duda al principio que pudo terminar en penalti de Corona a Darwin, pero de ahí en fuera, los celestes fueron los grandes protagonistas de la velada.
Su superioridad en ese instante, valió para que Mauro Formica se pusiera un traje de torero, eludiera a la defensa y a Oswaldo Sánchez incluido para marcar el tanto cementero a los 14 minutos que silenció a Torreón entero. Hasta ese instante existía un solo equipo y vestía de azul. Además, resaltaba por los desbordes de Pablo Barrera y el buen transitar del balón desde la zaga para generar sus jugadas.
Andrés Rentería dio con las redes a los 69 minutos y los Guerreros marcaron su despertar de manera oficial en el encuentro, en el que no se cansaron de intentar, presionaron a su rival en todo momento y llegaron más de una vez ante la cabaña de un Corona concentrado a pesar de los gritos de «¡Ochoa, Ochoa!», que bajaban desde las gradas.