En su visita a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la doctora Paulina Machuca, investigadora de El Colegio de Michoacán, ofreció la conferencia “Bebidas alcohólicas fermentadas en el antiguo obispado de Michoacán”.
En entrevista habló de su formación como historiadora interesada sobre un destilado que en la época Colonial recibía el nombre de vino de cocos, cuya técnica introdujeron los filipinos a finales del siglo XVI en la Costa del Pacifico, particularmente en Colima.
“Esta es una bebida que en el siglo XVIII desafortunadamente se dejó de producir, sin embargo en Filipinas se sigue haciendo. Estoy trabajando con fuentes históricas que dan cuenta cómo se elaboraba este destilado de manera rústica. El auge del vino de cocos fue en el siglo XVII; desde Colima se llevaba a diversas zonas mineras, incluso a la capital del Virreinato. Es un destilado fuerte, contiene 50 por ciento de grado de alcohol”.
Indicó que lo único que quedó de este vino fue un fermento que se llama Tuba, que en Colima no se usa como bebida alcohólica, sino como refrescante. A partir de visitas etnográficas a Filipinas, pude observar el proceso de elaboración de este vino de cocos, que allá se llama lambano: “estoy trabajando en un documental sobre tuba y vino de cocos, un libro de vino de cocos en la Nueva España, y en pláticas con autoridades para que esta tradición que se perdió en la historia, se vuelva a reactivar, porque puede ser un mercado muy interesante”.
Sobre por qué conviene rescatar tal bebida, la investigadora michoacana comentó: “es parte de la memoria histórica no sólo de los colimenses, sino de muchas personas del occidente de la Nueva España. Nos habla de un período particular de un acercamiento entre México y Filipinas, a través del Galeón de Manila que cada año transportaba muchas personas. Hay diversos elementos de la cultura material entre Manila y algunos puertos mexicanos, como Manzanillo y Acapulco; filipinos enseñaron la técnica a nativos, y con el tiempo hay una implicación de transculturación interesante”.
“Con el mercado de bebidas destiladas, particularmente del agave como el tequila y los mezcales, también existía un destilado que era el vino de cocos y que algunos estudiosos opinan que a partir de la fabricación de éste, con un destilador rústico es como se empieza a destilar también mezcal”.
La investigadora agregó que la tuba en Colima, en cuanto se capta se vende, no se deja fermentar, lo que es la materia prima para el destilado: “la ponen a cocer en los hornos, posteriormente sigue el proceso químico de destilación. Se vende como bebida refrescante, pero en Filipinas se deja fermentar, se le ponen aditamentos -como cortezas de manglar- y se vende como cerveza”.