México, primer lugar en difusión de pornografía infantil

Sólo necesitamos seis horas, menos que una jornada laboral o un día de clases, para conseguir 40 minutos y 27 segundos de pornografía infantil con niñas y niños presuntamente mexicanos. La operación fue muy sencilla: dar unos cuantos clics y dejar prendida la computadora para que bajara el material.
Con un equipo de un Diario de circulación nacional —el mismo que tienen 51.2 millones de mexicanos: una computadora y conexión a internet— exploramos el nuevo rostro de la explotación sexual infantil. Siguiendo una ruta, que se hace simple hasta para el internauta más novato, llegamos a clubes virtuales de pornografía infantil, donde no hace falta dinero para conseguir lo que un pedófilo quiere, pues la moneda de cambio son videos de abuso a menores, entre más sórdidos mejor.
Luego, descargar un programa de intercambio de archivos —como los que se usan para bajar música—, conectarse a un servidor y teclear las letras adecuadas para descubrir un gran mercado de trueque con videos de violaciones, abuso sexual, estupro e incesto supuestamente realizados en nuestro país con niños mexicanos.